China impulsa una ley de seguridad nacional para frenar las protestas de Hong Kong

La segunda potencia mundial inaugura este viernes su sesión legislativa anual, que modelará el futuro pospandemia

Un policía arresta a un hombre durante una protesta contra el Gobierno, el pasado 10 de mayo, en Hong Kong.Liau Chung-Ren/ZUMA Wire/dpa (Europa Press)

El presidente chino, Xi Jinping, encabezará este viernes en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín la solemne inauguración de la sesión anual del Legislativo chino, la Asamblea Nacional Popular (ANP). El acto más importante del calendario político chino este año reviste una importancia especial: aplazado durante dos meses por la pandemia de covid-19, su celebración señala la vuelta a la normalidad de China. Xi, criticado en el exterior pero reforzado ante su población por su gestión de la epidem...

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El presidente chino, Xi Jinping, encabezará este viernes en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín la solemne inauguración de la sesión anual del Legislativo chino, la Asamblea Nacional Popular (ANP). El acto más importante del calendario político chino este año reviste una importancia especial: aplazado durante dos meses por la pandemia de covid-19, su celebración señala la vuelta a la normalidad de China. Xi, criticado en el exterior pero reforzado ante su población por su gestión de la epidemia mientras Occidente titubeaba, aprovechará el encuentro de una semana de los altos cargos de todo el país para modelar la respuesta china a un futuro marcado por el coronavirus y por la brecha que crece a pasos agigantados entre este país y Estados Unidos. En una primera señal, horas antes de la apertura se daba a conocer este jueves que la ANP tramitará una ley de seguridad nacional para Hong Kong, en respuesta a las protestas del año pasado.

La pandemia imprimirá carácter a esta edición del cónclave político chino, que este año será más corto de lo habitual y se desarrollará entre medidas para salvaguardar, dentro de lo posible, la distancia física en un salón donde deben reunirse 3.000 delegados llegados de toda China. Pero el hecho mismo de que tenga lugar la reunión “señala que el Gobierno chino tiene bastante confianza en que la epidemia está bajo control, al menos la primera ola”, explica Kirstin Shi-Kupfer, del laboratorio de ideas alemán Merics, especializado en China.

Aunque reducida en tamaño, y con menos pompa, la sesión de la ANP, habitualmente un mero mecanismo para dar el visto bueno a leyes ya decididas de antemano, estará en esta ocasión llena de sustancia. Apenas horas antes de su inauguración, el portavoz de la Asamblea, Zhang Yesui, confirmaba que el Legislativo examinará —y promulgará— una ley de seguridad nacional para Hong Kong.

En vídeo, rueda de prensa del portavoz del Congreso Nacional de Pueblo, Zhang Yesui, en la que ha anunciado la imposición de una nueva ley de seguridad nacional para frenar las protestas en Hong Kong, este jueves 21 de mayo.Vídeo: Leo Ramírez (AFP) / Reuters

Es polémico el modo, pasando por encima del Parlamento autónomo. Y es polémico el contenido, del que Zhang aseguró que se dará a conocer más este viernes, y que amenaza con socavar el sistema de libertades de que goza Hong Kong bajo el principio “Un país, dos sistemas”. Aunque la Constitución hongkonesa prevé el desarrollo de una ley de Seguridad Nacional, los residentes de la antigua colonia británica ya habían obligado a archivar un primer intento, en 2003. Con ella, China pretende atajar lo que tilda de “injerencia extranjera” y cualquier actividad que le parezca separatista o subversión de los poderes del Estado.

“La seguridad nacional es el cimiento que sustenta la estabilidad del país”, aseguró Zhang en una rueda de prensa sobre la sesión legislativa. El anuncio amenaza con soliviantar de nuevo el territorio autónomo, donde la caída en los nuevos contagios de coronavirus y las primeras medidas de desconfinamiento han comenzado a revivir las protestas contra China y el Gobierno local. Con toda probabilidad, también aumentará aún más las tensiones con Washington, donde el Departamento de Estado esperaba al final del lianghui —como se conoce coloquialmente a la sesión legislativa en China— para presentar su informe anual sobre el estado de las libertades en el territorio autónomo.

Al pasar por encima del Consejo Legislativo hongkonés, Pekín evita el riesgo de que la oposición pandemócrata, que en noviembre pasado arrasó en las elecciones municipales, pueda repetir su éxito y hacerse con la mayoría de ese parlamento unicameral por primera vez desde la vuelta de Hong Kong a la soberanía china en 1997.

En la ceremonia misma de la inauguración, el plato fuerte será la presentación del informe de trabajo del Gobierno. Es el equivalente chino al discurso sobre el Estado de la Nación, que pronunciará el primer ministro, Li Keqiang, y en el que se anunciarán las medidas de estímulo para la maltrecha economía china, que este primer trimestre del año se contrajo un 6,8% debido al coronavirus. Una de las incógnitas es si, como había sido habitual hasta ahora, anunciará un objetivo oficial de crecimiento del PIB o si la pandemia obligará a renunciar a fijar una cifra.

Una posibilidad que se baraja es que se anuncie un objetivo en torno al 3%, muy inferior al 6% que el Gobierno se había fijado en los últimos años. Otra opción sería que se anunciara un objetivo únicamente para el segundo semestre, cuando los expertos chinos anticipan un comportamiento económico mucho más sólido.

Este año cobrará especial importancia el objetivo de empleo. Aunque oficialmente el paro en marzo se situó en el 5,9%, los expertos calculan que la cifra real es mucho más alta, especialmente entre la vulnerable población migrante del campo a la ciudad, donde el análisis de una consultora china —posteriormente retirado— cifraba el desempleo en un 20%. “A finales de abril, en torno a un 10% de trabajadores migrantes, o más de 17 millones, no podían encontrar un trabajo en la ciudad”, escribe Houze Song para MacroPolo, el laboratorio de ideas del Paulson Institute en Chicago.

Dada la importancia que el Gobierno chino adjudica a la estabilidad social, y el impacto que el paro puede tener en ella, la creación o mantenimiento de puestos de trabajo será una de las grandes prioridades para este año legislativo en el país.

Este año, el Gobierno chino tenía previsto anunciar la eliminación completa de la pobreza rural, que en 2012 —cuando se anunció este objetivo— afectaba a un centenar de millones de personas y que aún golpea oficialmente a 5,51 millones. Xi ha indicado que, pese a todo, quiere continuar adelante con esa prioridad, especialmente simbólica para el Gobierno: el año próximo se cumplirá el centenario de la fundación del Partido Comunista de China.

En la ceremonia inaugural también se dará a conocer el presupuesto anual, que incluirá el gasto de Defensa. Algunos expertos han apuntado la posibilidad de una subida sustancial, por encima del 7,5% que ya registró el año pasado. Los diputados chinos examinarán asimismo, según confirmó Zhang, la revisión del Código Civil chino y 17 proyectos de ley para la protección de la salud ciudadana. Entre ellos se encontrarán medidas para la prevención de epidemias animales y sobre bioseguridad.


Termómetros, mascarillas y pruebas del coronavirus

La sesión legislativa china se desarrollará sin grandes triunfalismos. El coronavirus ha obligado a cerrar algunas ciudades del noreste en las que se han detectado brotes, y nadie en el Gobierno chino se atreve a cantar victoria. La pandemia exige tomar estrictas medidas de prevención para impedir que el coronavirus pueda propagarse, algo complicado en el salón plenario del Gran Palacio del Pueblo, que acoge sin espacio para la distancia física necesaria a 3.000 delegados, entre ellos los 250 miembros del Comité Central del Partido Comunista, encabezados por el propio presidente Xi Jinping.

Las escenas en el consejo consultivo, el órgano asesor de la Asamblea, al comenzar este jueves su propia sesión, adelantaban lo que se verá a partir de este viernes en el gigantesco edificio del centro de Pekín: todos los delegados con mascarilla, con la excepción del propio Xi y el resto de los miembros del Comité Permanente, el órgano superior de mando dentro del Partido.

Como parte de las medidas de prevención y control, este año se ha limitado estrictamente la asistencia de diplomáticos y periodistas. Entre los primeros, solo podrá acudir uno por país. Entre los segundos, las cerca de 3.000 solicitudes de acreditación recibidas, según los responsables de la ANP, han quedado reducidas a una treintena de admisiones. El resto tendrá que seguir la sesión a través de Internet.

Para entrar en el Gran Palacio del Pueblo, los asistentes han debido someterse a una prueba de coronavirus la víspera, y a pasar la noche en un hotel designado a la espera de los resultados. Si son negativos, un autobús les trasladará en la mañana a la plaza de Tiananmen, el corazón de Pekín, donde se encuentra el edificio. Allí deberán someterse aún a una última comprobación de su temperatura. Y llevar, por supuesto, mascarilla.

En el caso de los delegados de Hong Kong, los requisitos han sido aún más estrictos: han debido guardar cuarentena durante una semana en Shenzhen, la ciudad fronteriza con el territorio autónomo, antes de poder viajar a Pekín. La necesidad de guardar la distancia física este año hará también que varias reuniones de las delegaciones al margen de los plenarios se desarrollen mediante videoconferencia o por teléfono. Tampoco se concederán entrevistas cara a cara, aunque los portavoces de la ANP han asegurado que se alentará a los delegados a que acepten dar declaraciones a los periodistas.

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