Macron pierde la mayoría absoluta en el Parlamento al desertar un grupo de diputados
La marcha de ecologistas y progresistas de su grupo deja al presidente francés a un voto de ese umbral parlamentario, aunque mantendrá la hegemonía en la Asamblea gracias al apoyo de MoDem y Agir
La República en Marcha (LREM), el partido de Emmanuel Macron, ha perdido por un margen mínimo la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional tras la deserción de varios diputados macronistas. La formación de un nuevo grupo parlamentario, compuesto por 17 diputados y bautizado como Ecología, Democracia y Solidaridad, supone un contratiempo para el presidente francés en un momento de crisis sanitaria y económica. LREM —partido liderado de hecho por el presidente, aunque no ostente ningún cargo—...
La República en Marcha (LREM), el partido de Emmanuel Macron, ha perdido por un margen mínimo la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional tras la deserción de varios diputados macronistas. La formación de un nuevo grupo parlamentario, compuesto por 17 diputados y bautizado como Ecología, Democracia y Solidaridad, supone un contratiempo para el presidente francés en un momento de crisis sanitaria y económica. LREM —partido liderado de hecho por el presidente, aunque no ostente ningún cargo— seguirá sumando la mayoría junto a los pequeños partidos de centro y centroderecha MoDem y Agir. Pero ya no bastarán sus propios diputados para aprobar las leyes que impulse el Gobierno.
La rebelión —a la que se han sumado diputados de Macron y otros que habían abandonado el partido antes— deja a LREM con 288 escaños, uno menos que los 289 que marcan el umbral de la mayoría absoluta. LREM empezó la legislatura hace tres años con 314. Desde entonces, entre expulsiones y deserciones, no había dejado de reducirse, hasta quedarse en 295 antes de la creación de Ecología, Democracia y Solidaridad. Los 46 diputados de MoDem —el partido del poderoso barón centrista François Bayrou— y una decena del centroderecha de Agir garantizan el mantenimiento de una cómoda mayoría presidencial. El número de integrantes del nuevo grupo, 17, queda muy por debajo de los 58 que se habían anunciado hace unos días. Es más, LREM podría recuperar la mayoría en las próximas semanas si el partido integra a una nueva diputada que sustituirá a otro diputado disidente que abandonará la Asamblea Nacional para asumir sus nuevas funciones de alcalde.
El revés, por tanto, es sobre todo simbólico: una señal de que la autoridad del presidente de la República no prevalece plenamente ni en sus propias filas. Y tampoco en tiempos de crisis, cuando Francia sale de dos meses de confinamiento y avanza en una desescalada incierta, mientras Macron promete reinventarse y no se cansa de llamar a la unidad. La rebelión desluce el aura que un día tuvo En Marche!, aquel movimiento joven y dinámico que, surgido de la nada, aupó al joven exbanquero europeísta y liberal hasta el palacio del Elíseo. La pérdida de la mayoría absoluta, más allá de lo simbólico, tiene un efecto práctico: al depender LREM de MoDem y Agir, la influencia de estos partidos podría aumentar.
El momento es delicado. Cualquier repunte en la epidemia de coronavirus puede acabar achacándose a la desescalada y tener un coste para el presidente y el Gobierno. La recesión económica y las desigualdades acentuadas por la clausura son campo abonado para conflictos sociales. A esto se añaden los desacuerdos en la cúpula del poder y las especulaciones crecientes sobre un posible relevo del primer ministro, el conservador Édouard Philippe. O, en todo caso, un gesto que marque el anunciado cambio de rumbo o la reinvención. Le Monde, en un artículo prospectivo, presentaba esta semana una serie de escenarios hipotéticos, que llegaban hasta la disolución de la Asamblea Nacional para convocar elecciones legislativas o a la celebración de un referéndum: una manera, en definitiva, de legitimar el nuevo programa para el mundo poscoronavirus. La próxima fecha clave, en el calendario político, será la segunda vuelta de las elecciones municipales, que debían celebrarse de 22 de marzo y quedaron aplazadas por la pandemia. Una fecha posible, pero todavía no segura, es el 28 de junio.
Ecología, Democracia y Solidaridad recoge a los descontentos del ala izquierda y ecologista de LREM. Como Macron, este partido —y su antecesor, el movimiento En Marche!— conquistó el poder congregando a una coalición amplia que, bajo el denominador común del europeísmo y un liberalismo de corte social, iba desde la derecha moderada hasta la socialdemocracia. Una gran parte de los votantes de Macron en 2017 fueron socialistas desencantados con la presidencia de François Hollande, de quien Macron fue consejero, primero, y ministro después. Un grupo de exdiputados del PS se adhirió entonces al macronismo, que contaba asimismo con el respaldo de pesos pesados de la ecología como el popular activista Nicolas Hulot, que fue ministro de Ecología para, más tarde, dar el portazo.
Muchas de estas esperanzas se frustraron. La reformas liberales, una línea económica más cercana al centroderecha que al centroizquierda, los choques con los sindicatos y los movimientos sociales, y una política medioambiental que para los ecologistas no estaba a la altura de las amenazas actuales: todo esto erosionó la confianza de este sector. Una de las figuras destacadas de la nueva formación se marchó de LREM en 2019: Mathieu Orphelin, diputado ecologista próximo a Hulot. Otro es el exsocialista Aurélien Taché. El grupo cuenta con el matemático Cédric Villani, fichaje estrella de Macron en 2017 y apartado tras presentarse en las elecciones municipales en París en contra de la candidata oficialista de LREM.
La paradoja del desafío izquierdista a Macron es que llega cuando, en la hora de la reinvención ideológica, Macron envía las señales de un posible giro a la izquierda. La pandemia ha llevado al presidente a aparcar elementos esenciales del programa con el que ganó las elecciones de 2017. La suspensión de la polémica reforma de las pensiones fue el primer ejemplo del giro. Ecología, Democracia y Solidaridad podría convertirse en un embrión de una rebelión como la de los frondeurs, los parlamentarios socialistas que atormentaron a Hollande. Pero también podría convertirse en un grupo de presión para forzar políticas más progresistas y ecologistas. El nuevo grupo declara no querer situarse “ni en la mayoría ni en la oposición”.