El dirigente chavista acusado de narcotráfico que acumula poder en el Gobierno de Maduro
Tareck El Aissami, señalado por Estados Unidos por tráfico de drogas, se pondrá al frente de la crisis del combustible y a la par lleva la cartera de producción nacional en Venezuela
Tareck El Aissami cada vez tiene más poder en el gabinete de Nicolás Maduro. El hombre fuerte del líder chavista, buscado por presuntos delitos de narcotráfico por Estados Unidos, lleva las riendas de las áreas más neurálgicas de Venezuela: la economía y ahora se hará cargo del petróleo. En la Gaceta Oficial que circuló el lunes apareció la designación de El Aissami como ministro de Petróleo. Ya detenta la cartera de Industrias y Producción Nacional, además de la vicepresidencia de Economía. También se destituyó al general Manuel Quevedo de la presidencia de PDVSA, poniendo fin al manejo milit...
Tareck El Aissami cada vez tiene más poder en el gabinete de Nicolás Maduro. El hombre fuerte del líder chavista, buscado por presuntos delitos de narcotráfico por Estados Unidos, lleva las riendas de las áreas más neurálgicas de Venezuela: la economía y ahora se hará cargo del petróleo. En la Gaceta Oficial que circuló el lunes apareció la designación de El Aissami como ministro de Petróleo. Ya detenta la cartera de Industrias y Producción Nacional, además de la vicepresidencia de Economía. También se destituyó al general Manuel Quevedo de la presidencia de PDVSA, poniendo fin al manejo militar de la empresa que llevó la producción al abismo con 1.120.000 barriles menos en dos años, y en su lugar se nombró a una ficha del pasado: el ingeniero químico Asdrúbal Chávez, primo del expresidente Hugo Chávez.
Los movimientos en el sector comenzaron en febrero, cuando Maduro declaró la “emergencia energética” en PDVSA y puso a El Aissami al frente de una comisión para reestructurar la estatal. Así respondía a las nuevas sanciones del gobierno de Donald Trump a la rusa Rosneft, que durante 2019 se convirtió en agente de Venezuela en un mercado minado para el crudo venezolano por el cerco comercial de Washington. Gran parte de la reducida producción, que hoy solo alcanza los 660.000 barriles diarios, se comercializaba a través de Rosneft. Hace dos meses no se habían desplomado los precios del petróleo todavía como ocurrió la semana pasada cruzando números negativos. Venezuela tampoco se veía todavía totalmente paralizada por la escasez de combustible que ha obligado a un severo racionamiento al que solo tienen acceso militares, funcionarios, médicos, autobuseros y transportistas de alimentos o quienes pueden pagarla -la que era la gasolina más barata del mundo- en el mercado negro a precios superiores al del mercado internacional.
El Aissami tiene por delante el reto de poner a andar casi de manera inmediata el sistema de refinación de PDVSA que está totalmente destruido, en particular los complejos de Amuay y Cardón, ubicados en el occidente de Venezuela, para producir gasolina para el consumo doméstico. Desde hace seis semanas el país vive horas oscuras por la falta de combustible, que ha desatado decenas de protestas en estaciones de servicio, y el desabastecimiento de alimentos que esto también ha generado.
El país petrolero importa gasolina para cubrir su demanda desde hace cinco años. Y en esta nueva crisis Venezuela ha recurrido a su aliado Irán para intentar poner en marcha una de las refinerías paralizadas, luego de un intento infructuoso por reactivar el complejo El Palito. En las últimas semanas, de acuerdo con Bloomberg, Mahan Air, aerolínea iraní también sancionada por Estados Unidos, ha estado haciendo despachos a Venezuela para trasladar aditivos para gasolina, repuestos y técnicos petroleros.
A la par del petróleo, El Aissami también maniobra con la hiperinflación que ha vuelto acelerarse en medio de la pandemia del coronavirus. El fin de semana se revirtió la flexibilización de precios que durante el año pasado logró corregir parte del abastecimiento, cubierto con importaciones a dólar libre. Los controles de precios volvieron para 27 productos básicos, para lo que todavía se requieren 8 salarios mínimos para adquirirlos, al igual que las filas de consumidores nerviosos ante la previsible escasez. El gobierno también volvió a endurecerse con el sector privado con la ocupación de empresas de alimentos, las mismas medidas que por más de 15 años redujeron a un tercio la economía del país y lo mantienen desde hace siete años en contracción sostenida.
El Aissami fue incluido en la lista de funcionarios venezolanos sancionados en 2017 por presuntos vínculos con el narcotráfico y grupos terroristas del Medio Oriente. El mes pasado fue acusado formalmente por la Fiscalía junto a Maduro y otros altos cargos y se ofreció recompensa por información que pueda dar a la captura de quien para Estados Unidos es un fugitivo.
Asdrúbal Chávez tiene experiencia en la industria, precisamente en las áreas de refinación, y estuvo al frente de Citgo hasta 2018, cuando Estados Unidos no le renovó la visa. Le tocó conducir el ministerio que ahora tiene El Aissami entre 2014 y 2016, cuando Rafael Ramírez, atornillado por 10 años en el área, fue movido del cargo y perdió su influencia en la principal industria de Venezuela hasta convertirse, ahora desde el exilio, en un enemigo de Maduro.
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