¿Es válida aún la Europa desde Lisboa a Vladivostok?

Los políticos de Rusia y Occidente se tantean en el foro Gaidar

Última cumbre Rusia-UE, enero 2014Página de web del Kremlin

“¿Se extiende todavía Europa desde Lisboa hasta Vladivostok?” A esta pregunta intentó responder uno de los debates del Foro Gaidar, que esta semana se ha celebrado en Moscú. Albergado en la Academia Presidencial Rusa de Economía Nacional y Administración Pública (RANEPA en sus siglas en inglés), el concurrido foro debe su nombre a Egor Gaidar, el artífice de la liberalización económica iniciada por Rusia al desintegrarse la URSS en 1991.

En su décimo aniversario, el foro ha explorado el encaje de Rusia en el mundo con el empeoramiento de las relaciones internacionales como telón de fond...

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“¿Se extiende todavía Europa desde Lisboa hasta Vladivostok?” A esta pregunta intentó responder uno de los debates del Foro Gaidar, que esta semana se ha celebrado en Moscú. Albergado en la Academia Presidencial Rusa de Economía Nacional y Administración Pública (RANEPA en sus siglas en inglés), el concurrido foro debe su nombre a Egor Gaidar, el artífice de la liberalización económica iniciada por Rusia al desintegrarse la URSS en 1991.

En su décimo aniversario, el foro ha explorado el encaje de Rusia en el mundo con el empeoramiento de las relaciones internacionales como telón de fondo. Visiones como la “Casa Común Europea” y la “Gran Europa del Atlántico al Pacífico” se perfilaban como metas al acabar la guerra fría. Al analizar qué queda de aquellos sueños, la mayoría de los participantes en el debate consideraban a Rusia como parte de Europa, pero, más allá de esta afirmación sustentada en la historia y la cultura, expresaban diferentes prioridades y ninguno tenía fórmulas mágicas para zurcir dignamente el “gran desgarrón” que la intervención de Rusia en Ucrania causo en el tejido europeo en 2014.

Las relaciones entre Moscú y Occidente están en “un peligroso momento”; existen “enormes riesgos de accidente” y , a diferencia de la guerra fría, ”cuando negociábamos entre nosotros a distintos niveles”, hoy “es difícil encontrar un nivel donde haya serias negociaciones sobre nada”, decía Wolfgang Ischinger, director del foro de seguridad de Múnich. El veterano diplomático alemán propuso buscar algún “pequeño éxito”, “algo sencillo” para demostrar que “la diplomacia funciona”.

Cumbre Rusia-UE 2003, palacio de Constantino, San Petersburgo.Página web del Kremlin

A falta de voluntad política para resolver los problemas fundamentales, los interlocutores del debate apuntaban vías para mantener al menos la comunicación ruso-europea. Uno de los argumentos era que Rusia y la UE, sufren una mengua de su protagonismo en el mundo y deben unirse para reforzar su competitividad frente a China que es su principal desafío. El ex embajador británico en Rusia, Toni Brenton, advirtió que la UE “está empujando” a Rusia hacia la alianza con China que es el verdadero sujeto de la confrontación.

Ischinger propuso restablecer las cumbres entre la UE y Moscú, que en un total de 32 se celebraron al ritmo de dos al año hasta que fueron suspendidas “debido a la anexión ilegal de Crimea”, según recordó Markus Ederer, el delegado de la UE en Moscú.

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Restablecer las cumbres requiere el consenso de los 28 miembros de la UE, alo que es muy difícil si no hay progreso en las negociaciones de Minsk, donde los dirigentes de Ucrania y los secesionistas de la región de Donbás se reunen bajo la égida de la OSCE, señaló el embajador. Ederer mostró escepticismo sobre la posibilidad de avanzar antes de que concluyan las elecciones presidenciales y parlamentarias que se celebran este año en Ucrania. Aunque las medidas de “contención de conflictos” deberían ser el primer paso para rebajar tensiones entre la UE y Rusia, no se percibe “deseo de colaborar” en la prevención de los accidentes convencionales que podrían ocurrir por ejemplo en el Báltico o en el mar Negro, afirmó el embajador.

La vuelta al pasado está “excluida”, sentenció el viceministro de Exteriores ruso Alexandr Grushko. Suponiendo que fuera recuperable, el proyecto Lisboa –Vladivostok no sería tan “eurocentrista como se veía antes”, porque se ha transformado en un proyecto “euroasiático” y la UE deberá “tener en cuenta las nuevas realidades y el mayor protagonismo” de los otros actores orientales, dijo el viceministro. Si EEUU, como ha anunciado, abandona el tratado sobre misiles de corto y medio alcance firmado con la URSS en 1987, Moscú tal vez “considere hacer un gesto”, “no explote la situación y no se rearme con estas armas”, propuso Ischinger.

El fin de aquel acuerdo creará una “presión colosal sobre Europa” y los europeos “deberían” decir que no permitirán a EEUU instalar sus misiles en su territorio, respondió Grushkó. Para que Rusia yla UE colaboren en la prevención de accidentes, los militares de la OTAN deben restablecer los contactos (bloqueados en 2014) con los militares rusos.

En las cumbres entre Rusia y la UE cristalizaba “el enorme trabajo realizado en todos los campos”, según el viceministro. Eran tiempos de objetivos comunes, de ensalzamiento de la “interpenetración” e “interdependencia, tiempos en los que se avanzaba hacia la supresión de visados y se ponía contenido a los denominados “cuatro espacios” de colaboración. Ahora, el discurso se construye sobre las diferencias. Vladislav Surkov, asesor personal de Putin, sostiene que Rusia inició en 2014 una época de “soledad geoestratégica”, tras ser abandonada por Occidente.

En “La soledad de la mestiza”, un artículo publicado en la revista “Rusia en un mundo Global”, Surkov afirma que su país “se encaminó hacia el Este durante cuatro siglos y hacia Occidente durante otros tantos sin arraigar ni en uno ni en otro sitio. Se han recorrido ambos caminos. Ahora se necesitan ideologías de la tercera vía, el tercer tipo de civilización, el tercer mundo, la tercera Roma”, escribía. Las ideas de Surkov son un “un manifiesto” para quienes viven del “presupuesto estatal y las rentas del petróleo”, afirmaba el economista Alexéi Portanski.

El recuerdo de las cumbres entre la UE y Rusia en bellos y exóticos entornos, inspira cierta nostalgia a quienes participaron en ellas. Grushkó contaba que en 2009, durante la cumbre de Jabárovsk, en la frontera con China, el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, dijo haber comprendido que Rusia extendió las lindes de Europa a Asia. Por su parte, el ex ministro de Exteriores de Italia, Franco Frattini, recordaba con admiración cómo, en la cumbre ruso-europea de 2003 en los alrededores de San Petersburgo, Putin les había mostrado a él y al jefe de Gobierno, Silvio Berlusconi, el lujoso palacio de Constantino, en Strelna, a la orilla del golfo de Finlandia. De las cumbres hay otros recuerdos más iróñnicos y más críticos.cos. En Jabárovsk, en espera de sus interlocutores de la UE, los dirigentes rusos coqueteaban con la alternativa china, pero la delegación de la UE no llegó por el Oeste, desde Bruselas, sino por el Este, desde Pekín, tras mantener una cumbre con los líderes chinos. En 2003, Putin hizo un alarde de ostentación y derroche ante sus invitados occidentales en el restaurado palacio de Constantino, mientras las desvencijadas casas de sus alrededores fueron ocultadas tras vallas de madera.

¿Qué hacer ahora con ese desgarrón en el corazón de Europa? Entre los rusos y europeos interesados en no desvincularse, pero sin ideas eficaces para un “deshielo” a corto plazo parece existir un consenso para reforzar los intercambios culturales y académicos. Los rusos (por delante de los chinos) son el primer grupo de estudiantes extranjeros en la UE, que ha incrementado el presupuesto del programa Erasmus +, lanzado en 2014, para países no comunitarios. En el capítulo de colaboración académica se inscribe el proyecto de un grupo de ocho universidades (la Carlos III de Madrid, la de Oviedo, Valencia y la Rovira i Virgili de Barcelona por parte española y la de Tomsk, RANEPA, Universidad Nacional de Investigación Tecnológica y Academia de Comercio Exterior por parte rusa) que, en el foro, abordaron la puesta en marcha de una alianza internacional.

El zar Pedro I fue pionero del intercambio estudiantil cuando viajó a Holanda , dijo la embajadora de este país en Rusia, Renée Jones-Bos, según la cual, en estos “tiempos complicados” es necesario encontrar vías de comunicación pese a las “limitaciones políticas y económicas” e incluso pese al “dolor” como el que causó en Holanda el derribo sobre el cielo de Donetsk del avión MH17 de las líneas aéreas de Malasia, en ruta desde Ámsterdam a Kuala Lumpur con 289 personas a bordo en julio de 2014.

Recepción anual del Ministerio de Exteriores de Rusia para la prensa, enero de 2019.P. Bonet

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