Una audiencia aletargada para el segundo debate presidencial de México

El formato de asamblea comunitaria fracasa con la incipiente participación de los mexicanos invitados

Los candidatos se saludan al llegar al set. Saúl López (Cuartoscuro)

Los mexicanos no son protagonistas de las elecciones de su país. La audiencia en el segundo debate presidencial mostró que el formato de asamblea comunitaria –anunciado durante semanas por el Instituto Nacional Electoral (INE)– fracasó con una tímida participación de los participantes invitados. Los 42 mexicanos que accedieron a escuchar durante dos horas a los cuatro candidatos presidenciales fungieron más de espectadores que de ciudadanos que incidieran en la conversación. Por momentos sus...

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Los mexicanos no son protagonistas de las elecciones de su país. La audiencia en el segundo debate presidencial mostró que el formato de asamblea comunitaria –anunciado durante semanas por el Instituto Nacional Electoral (INE)– fracasó con una tímida participación de los participantes invitados. Los 42 mexicanos que accedieron a escuchar durante dos horas a los cuatro candidatos presidenciales fungieron más de espectadores que de ciudadanos que incidieran en la conversación. Por momentos sus rostros mostraban risas ante algunos de los comentarios de los aspirantes, pero en otras situaciones sus expresiones eran más cercanas al aburrimiento.

La ronda de preguntas la ha abierto Luis Ángel Amador que, preocupado por las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLCAN) entre Estados Unidos, Canadá y México, ha preguntado por las medidas de comercio interior para amortiguar las pérdidas que una posible ruptura puede traer. “La mejor política exterior es la interior. Si nos amenazan con construir un muro o con perseguir a nuestros paisanos hay que fortalecer nuestra economía”, contestó Andrés Manuel López Obrador, el candidato de Morena. Pero a partir de allí el debate se dirigió a cómo lidiar con el presidente estadounidense Donald Trump. “Cuando nos ha llamado violadores y asesinos, lo recibieron con alfombra roja en Los Pinos”, acusó Ricardo Anaya, el candidato del Frente por México.

Los reflectores estuvieron casi en su totalidad en los cuatro candidatos. Tras cada pregunta, cada uno de ellos despachaba rápidamente de algunas de sus propuestas para seguir con el enfrentamiento con el resto de los candidatos. Diego Domínguez, por ejemplo, preguntó sobre la propuesta de subir el salario mínimo como han insistido EE UU y Canadá en las negociaciones del TLCAN. Los cuatro candidatos se limitaron a responder que estaban de acuerdo en que es necesario incrementar los ingresos de los mexicanos, pero ninguno explicó cómo lo conseguiría.

Llegó el momento de Teresa Reinaga, de 72 años, una mujer enfundada en una mascada morada que vive al lado de la valla fronteriza que divide EE UU y México. Un breve momento de espontaneidad se asomó con un hablar pausado y un poco de su historia personal: 40 años viviendo en Tijuana y 30 siendo vecina de la frontera. “He mirado muchos abusos para nuestros paisanos de parte de la policía y de los ladrones. ¿Qué pueden hacer ustedes por eso?”, ha dicho. “Hay que cambiar a todos los aduanales y si es posible mocharles la mano”, fue la respuesta que recibió de Jaime Rodríguez Calderón El Bronco. López Obrador refirió que la violencia no era la forma de atacar el problema y Anaya que los jóvenes necesitan espacios culturales y deportivos. Reinaga no encontró una respuesta clara a su duda.

El formato de la asamblea comunitaria o town hall meeting se adaptó del debate presidencial de Estados Unidos de 2016. Entonces Ken Bone, un hombre robusto y con un jersey rojo, preguntó a los candidatos Hillary Clinton y Donald Trump sus opiniones sobre la política de energía. Su forma de preguntar, su aspecto y la respuesta de los candidatos a su pregunta fueron los momentos más emblemáticos de ese debate. En el caso mexicano, de los 42 participantes que fueron seleccionados para asistir al debate solo seis tuvieron la oportunidad de lanzar una pregunta.

Al terminar el debate, los candidatos se acercaron a los asistentes para agradecerles su participación. El candidato del PRI, José Antonio Meade, fue personalmente con cada uno de ellos para estrechar su mano; Anaya también les agradeció personalmente; El Bronco estrechó las manos de algunos de ellos; y López Obrador se limitó a decir algunas palabras. Ninguno se detuvo a conversar con ellos una vez que los micrófonos se apagaron.

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Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, ha anunciado que en el tercer y último debate –que se celebrará el próximo 12 de junio en la ciudad de Mérida– contará con una dinámica donde los mexicanos podrán hacer preguntas a los candidatos directamente desde las redes sociales. “Será un formato muy innovador”, ha dicho. En los próximos días, el INE determinará la estructura del último cara a cara de los candidatos antes de las elecciones del 1 de julio.

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