_
_
_
_

La Carpa Blanca en el Congreso, un icono de la resistencia frente a Menem

La estructura montada por los docentes frente al Congreso denuncia durante más de 1.000 días las políticas neoliberales de los años 90

Federico Rivas Molina
Los maestros argentinos desmontan la Carpa Blanca armada durante 1003 días frente al Congreso, el 30 de diciembre de 1999.
Los maestros argentinos desmontan la Carpa Blanca armada durante 1003 días frente al Congreso, el 30 de diciembre de 1999. EFE
Más información
El difícil equilibrio en Argentina entre la protesta y la represión policial
Gran pulso político en Argentina con una huelga en pleno Foro Económico Mundial

Se llamó Carpa Blanca y se escribe así, con mayúsculas. Porque después de 1003 días, la Carpa Blanca docente alcanzó categoría de nombre propio. La protesta sindical más larga de la década de los 90 fue el icono de la resistencia de los gremios argentinos al gobierno de Carlos Saúl Menem (1989-1990). Lo que comenzó como una demanda por una ley de financiamiento educativo se convirtió en una válvula de escape de demandas sociales más amplias. La carpa montada el 2 de abril de 1997 frente al Congreso, en el mismo sitio donde la policía impidió el domingo que los maestros armaran una escuela itinerante, fue escenario de un movimiento social que trascendió sus aspiraciones iniciales. La idea de la CTERA, la principal central de sindicatos docentes de Argentina, fue llamar la atención del Gobierno con un ayuno rotativo de maestros. Cuando decidieron desarmar la carpa el 30 de diciembre de 1999, 1.400 docentes habían participado de las huelgas de hambre, pero también habían pasado por allí casi 2,5 millones de personas, entre ellos actores, músicos, escritores y políticos, y 7.000 alumnos de escuelas públicas de todo el país.

No hubo personaje público comprometido con la oposición a Menem que no haya dejado su firma en el libro de visitas, y hasta el ballet del Teatro Colón montó frente a la carpa un espectáculo. Y siempre, infaltable, la foto de rigor de los ayunantes y las visitas con el cartel sobre el pecho con la leyenda “Todos somos docentes”, lema que se reactiva con cada causa que merezca algún tipo de apoyo solidario. Lo cierto es que la Carpa Blanca docente marcó un antes y un después en las estrategias de la protesta en Argentina. En 2013, cuando el presidente Mauricio Macri era jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, su partido, el PRO, y otras fuerzas opositoras montaron la propia frente al Congreso en repudio de una reforma judicial impulsada por el kirchnerismo. Macri posó en la carpa junto a militantes de su partido, muchos de los cuales son hoy altos funcionarios. La ciudad no impidió aquella nueva carpa blanca, una decisión política que hoy se le ha vuelto como un bumerán, cuando la policía impidió que los maestros monten un aula pública en el mismo sitio.

Debe comprenderse el peso simbólico de la Carpa Blanca de los 90 para entender por qué el Gobierno hizo todo lo posible por evitarla. Y por qué ahora tuvo que ceder y la permitirá una vez que los maestros pidan una autorización formal. “Hoy nos presentarían los pedidos formales, no tenemos porque no darles permiso", dijo el vicejefe del gobierno de Buenos Aires, Diego Santilli.

“La Carpa Blanca fue el grano maduro que tuvo Menem”, dijo a EL PAÍS Marta Maffei, secretaria general de CTERA durante aquellos agitados años 90. “Se convirtió en el espacio de una ciudadanía que buscaba una alternativa democrática y plural. Y tuvo éxito, porque para ese entonces Argentina había construido un consenso social alrededor del eje de la educación pública, que no se podía resignar. Con la educación había una política de Estado, no cambiaba cada cuatro años, y Menem intento romperla. La gente reaccionó y entendió que el camino de la educación llevaba a otras cosas más profundas, El menemismo no contó con que había sectores que todavía tenían valores, ética, que no todo se podía comprar”, dijo Maffei.

El Carpa Blanca estuvo frente al Congreso 1003 días, casi tres años. Fue válvula de escape de aquellos que se opusieron a la política neoliberal menemista. Y también centro de múltiples historias, como aquella que cuenta que una noche se intentó poner en duda que los maestros ayunaban. “Un día levantaron la lona y tiraron comida hacia el interior de la carpa. En los medios dijeron que los ayunantes comían por la noche, a escondidas”, recuerda Maffei. Pero la protesta resistió. Y el 30 de diciembre de 1999, terminó.

“El 11 de diciembre, un día después de asumir, [el presidente Fernando] De la Rúa nos dijo que tenía la mayoría en el Parlamento y que el 30 de diciembre tendríamos la ley de Financiamiento Educativo. El 30 la tuvimos y el 30 levantamos la carpa. Si hubiésemos exigido que se resuelvan todos nuestros reclamos nunca podríamos haberla levantado”, contó Maffei. Paradojas de la política, esa misma ley es la que ahora activó el conflicto que enfrenta a Macri con los maestros de todo el país. La CTERA exige que el Gobierno llame a paritarias nacionales para discutir un aumento salarial, como exige la norma, mientras el macrismo considera que no hace falta porque el último acuerdo, en 2016, estableció una cláusula de actualización automática.

La pelea con los maestros lleva más de un mes, con provincias que apenas han iniciado las clases en las escuelas públicas, como Buenos Aires, donde estudia el 40% de los niños de todo el país. En busca de alternativas a la huelga, cada vez más resistida por los maestros, decidieron ahora montar una carpa frente al Congeso. Macri también tendrá su Carpa Blanca docente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_