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Los kirchneristas toman posiciones de cara a una eventual derrota

Cristina Fernández se apresura a nombrar a sus fieles en cargos clave del Estado

 La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, saluda a seguidores.
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, saluda a seguidores.David Fernández (EFE)

Daniel Scioli, el candidato oficialista para las elecciones argentinas del día 22, va por detrás en las encuestas y sus estrategas coinciden en la causa principal: se ha acercado demasiado a un kirchnerismo que, aunque los sondeos no lo detectaron antes de la primera vuelta, parece agotado para una parte muy importante de la sociedad, que reclama un cambio. Scioli lucha a la desesperada por mostrar un perfil autónomo pero tampoco puede romper con Cristina Fernández de Kirchner, que le colocó como candidato. En ese complejo juego el candidato estalló ayer: “Si gano yo, mando yo, para que quede claro de una vez por todas”, soltó en una intensa entrevista en Radio Mitre, la más escuchada del país y muy crítica con el kirchnerismo.

Scioli tiene que salir a decir eso con tanta vehemencia porque las encuestas y los análisis generalizados demuestran que muchos argentinos no creen que realmente vaya a gobernar él. Toda su campaña, desde el primer momento, ha estado lastrada por esa sospecha. Incluso antes de la primera vuelta ya tenía que repetir que sí, que iba a mandar él. En un país presidencialista, acostumbrado a liderazgos muy fuertes, y más en el peronismo, que fue creado por un general autoritario al que dio refugio Franco en España, esta duda es fundamental.

Este debate surgió desde el día que marcó la campaña: en junio, cuando la presidenta aceptó que él fuera el único candidato del oficialismo pero a cambio le impuso de vicepresidente a Carlos Zannini, la quintaesencia del kirchnerismo. Desde ese día Scioli sufre para mostrar autonomía. El candidato, cuya única posibilidad de éxito es un voto masivo contra Macri de las clases populares, ha llegado a pedir a la gente que vote “en defensa propia” ante el ajuste que según asegura les va a llegar con su rival.

Las noticias que se suceden en las últimas semanas complican el intento de Scioli por alejarse a su manera del kirchnerismo sin llegar a romper. Los fieles a la presidenta están moviéndose en todas las esferas del poder para colocarse en puestos clave que impliquen controlar esferas clave del aparato del Estado para prepararse para una posible derrota del peronismo o incluso una victoria de Scioli, que ahora, con lo que ha sufrido, se sentiría más libre para tratar de ocupar todos los espacios con gente fiel a él.

Gane quien gane el 22, hay organismos clave que quedarán a cargo de políticos que nombró la presidenta Fernández de Kirchner. Son cargos que tienen mandatos por varios años y que, en principio, no pueden ser reemplazados por el futuro presidente. Hay mecanismos de juicio político para destituirlos, que si gana Macri sin duda pondrá en marcha y si gana Scioli casi con seguridad no, pero no son sencillos. Algunos de esos puestos son los de gobernador y directores del Banco Central, el de procurador general de la Nación (jefe de los fiscales), el presidente y los directores del órgano regulador de medios audiovisuales, los mismos cargos del ente controlador de las telecomunicaciones y la jefatura de la unidad contra el lavado de dinero.

Un lugar clave de poder para el momento que viene en Argentina, centrado en el valor de la moneda frente al dólar, es el Banco Central, y el otro es la fiscalía general, que dirige las investigaciones sobre la corrupción. Macri ha pedido que si gana él renuncien el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, y la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. Ambos han dicho que no lo harán. Pero la destitución de Vanoli solo depende de la decisión del jefe de Estado, mientras que la de la mandamás de los fiscales requiere dos tercios de los votos del Congreso.

El jefe del órgano regulador de medios, Martín Sabbatella, dijo que tampoco dimitirá. En el partido de Macri analizan cómo desplazarlo y unificar esa dependencia con la de telecomunicaciones. En cambio, el jefe de Hacienda, Ricardo Echegaray, que también podría quedarse en el cargo, ha anunciado que renunciará si gana Macri. Scioli en principio mantendría a todos esos kirchneristas en su puestos, y por eso tiene que repetir con tanta insistencia que va a mandar él, porque va a estar rodeado de contrapoderes. De hecho las listas para el Congreso, un lugar clave, las hizo la presidenta y solo metió a una sciolista, nieta de Eva Perón. Desde ahí el kirchnerismo pretendía controlar al sucesor. También contaba con refugiarse en la provincia de Buenos Aires, un centro de poder clave, pero la derrota frente a la candidata de Macri, María Eugenia Vidal, ha desbaratado los planes.

En las últimas semanas se ha avivado la polémica por el sorpresivo nombramiento a último momento de dos kirchneristas clave en la cúpula de la Auditoría General de la Nación, un órgano de control que siempre está presidido por un opositor. También hay discusión porque 7.500 contratados del Estado serán incorporados a la plantilla permanente precisamente poco antes del cambio de gobierno. Los sindicatos reclamaban que se regularizara la inestabilidad laboral de los empleados públicos, pero ahora la oposición teme que esos puestos permanentes queden en manos de jóvenes militantes kirchneristas y por eso Macri ha prometido revisar la medida si gana.

Con Scioli pues el kirchnerismo parece tenerlo todo mucho más atado. Con Macri también tendrán un cierto control durante un tiempo de algunos organismos clave, pero él ya ha prometido que se va a dedicar a desmontar el aparato de poder de La Cámpora, la organización juvenil fiel a la presidenta que ha llenado con sus cuadros los organismos clave del Estado.

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