El otoño de Obama

Las elecciones legislativas del martes 4 de noviembre en EE UU, las 'midterm', cobran este año una importancia especial

Las elecciones legislativas del martes 4 de noviembre en EE UU, las midterm, porque tienen lugar en la mitad del mandato presidencial, cobran este año una importancia especial. Se juegan sobre el fondo de una recuperación económica que envidiaría la atascada Europa pero bajo par, por debajo de su tarjeta histórica, para Estados Unidos. Y están veladas por una serie de crisis internacionales, el ébola de reminiscencias bíblicas y la amenaza sobre Occidente del califato islámico en tierras de Oriente Medio, que provocan miedo en la ciudadanía.

Coinciden los comicios también con u...

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Las elecciones legislativas del martes 4 de noviembre en EE UU, las midterm, porque tienen lugar en la mitad del mandato presidencial, cobran este año una importancia especial. Se juegan sobre el fondo de una recuperación económica que envidiaría la atascada Europa pero bajo par, por debajo de su tarjeta histórica, para Estados Unidos. Y están veladas por una serie de crisis internacionales, el ébola de reminiscencias bíblicas y la amenaza sobre Occidente del califato islámico en tierras de Oriente Medio, que provocan miedo en la ciudadanía.

Coinciden los comicios también con un malestar de fondo en la sociedad estadounidense sobre el papel de la superpotencia en el mundo, un debate abierto sobre su eventual declive unido a la sensación de la disfuncionalidad y decadencia de su sistema de Gobierno, de poder fragmentado, que tiende a la parálisis política. Corona por último este pastel de difícil digestión la contestada figura de su primer presidente negro, que no ha sabido, podido, o no le han dejado, cumplir las formidables expectativas que desató su elección en 2008. Unas elecciones, por definición locales en los 50 Estados, se convierten así en un plebiscito sobre Barack Obama.

El presidente de EE UU es ahora un líder tóxico y los demócratas le huyen

Una última oportunidad para que el presidente relance su mandato y logre aprobar legislación por la que sea recordado, por ejemplo una reforma inmigratoria que integre en la sociedad a 11 millones de sin papeles. O más difícil, reinventar la relación de EE UU con Rusia e Irán. O por el contrario, morir lentamente en la orilla en los dos años que le quedan de mandato sin alcanzar la tierra prometida en 2008. Todo es posible pero las señales muestran que Obama tendrá muy difícil reescribir la historia de aquí a noviembre de 2016. La experiencia dicta que los presidentes pierden poder e influencia sobre los acontecimientos en los compases finales de su mandato.

El 4N los republicanos pueden recuperar el control del Senado, les faltan para ello seis senadores, lo que significaría el total dominio del Congreso ya que son también mayoría en la Cámara de Representantes. Los sondeos dan un 67% a esta posibilidad. Los demócratas perderían la iniciativa legislativa y el control del presupuesto. Obama tendría dificultades para sus nombramientos judiciales. Los republicanos entorpecerían aún más su política exterior.

Obama se ha convertido en un presidente tóxico; los candidatos demócratas, sobre todo en el sur donde en seis Estados se juega la batalla del midterm, evitan su presencia en campaña. La aspirante demócrata al senado en Kentucky, Alison Lundergan, se negó en un debate a decir si había votado por el presidente en 2008 y 2012. En un mitin en Maryland al que sí acudió el presidente, los asistentes, en su mayoría negros, que en un 84% votan a Obama, le dieron la espalda. Como en los partidos de fútbol cuando tu equipo juega mal, desfilaron antes del final. Obama inicia su otoño.

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