Cinco condenados a 780 años de prisión por una matanza en Guatemala

El tribunal juzga a los paramilitares culpables de matar a 143 niños y mujeres

Un Tribunal de Alto Impacto de Salamá, norte de Guatemala, sentenció la noche de ayer (hora local) a 780 años de prisión inconmutable a cinco de los seis acusados por la matanza de Río Negro, ocurrida el 13 de enero de 1982, y absolvió a uno por falta de pruebas.

Los cinco acusados formaron parte de las tenebrosas Patrullas de Autodefensa Civil (PAC, voluntarios a lazo que luego protagonizaron algunas de las acciones más crueles de la represión). El único militar acusado, el ahora coronel José Antonio Solares González, permanece prófugo.

Nada más conocerse la sentencia condenator...

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Un Tribunal de Alto Impacto de Salamá, norte de Guatemala, sentenció la noche de ayer (hora local) a 780 años de prisión inconmutable a cinco de los seis acusados por la matanza de Río Negro, ocurrida el 13 de enero de 1982, y absolvió a uno por falta de pruebas.

Los cinco acusados formaron parte de las tenebrosas Patrullas de Autodefensa Civil (PAC, voluntarios a lazo que luego protagonizaron algunas de las acciones más crueles de la represión). El único militar acusado, el ahora coronel José Antonio Solares González, permanece prófugo.

Nada más conocerse la sentencia condenatoria, uno de los defensores de los ex paramilitares, Otto Ramírez, anunció que apelará la resolución.

El juicio, que se prolongó casi cuatro años por los recursos dilatorios de los procesados, permitió conocer detalles de una de las matanzas de la población civil que marcaron la guerra civil guatemalteca (1960-1996).

Uno de los acusados, Macario Alvarado Toj, narró que el 12 de marzo de 1982, un día antes de los hechos, el Ejército llegó a la comunidad de Xococ, próxima a Río Negro, donde el oficial al mando, el entonces capitán José Antonio Solares González, los organizó en las Patrullas de Autodefensa Civil.

Al día siguiente fueron llevados a Río Negro, donde los militares asesinaron a los vecinos que encontraron. Todas las víctimas fueron mujeres o niños. Entre estos últimos, sobrevivieron 18 de los más pequeños, quienes fueron forzados a vivir, durante casi dos años, en las casas de los verdugos, con el objetivo de borrar de sus mentes los valores que pudieran haber recibido en sus hogares y adoptar la mentalidad militarista que imperaba en la época.

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"A mí me tocó vigilar a un grupo de mujeres", dijo Alvarado, quien añadió que fue advertido de que "pagaría con su vida si algún prisionero se le escapaba". Desde el lugar asignado, escuchó los disparos de los soldados y los gritos de las víctimas.

Diez días después de este suceso, el 23 de marzo de 1982, un golpe de Estado llevaba al poder a Efraín Ríos Montt, quien ejerció el mando con puño de hierro hasta el 8 de agosto de 1983, cuando a su vez fue derrocado por su ministro de Defensa, el también general Humberto Mejía Víctores.

Los 17 meses de Ríos Montt han sido calificados como los más crueles en el aspecto represivo, con más de 18.000 víctimas. Según la Comisión de Esclarecimiento Histórico de la ONU, durante la guerra civil se registraron 626 casos de masacres atribuibles al Ejército o a estructuras paramilitares. En el 63% de las matanzas documentadas por la Comisión, el Ejército actuó en solitario.

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