Diane Keaton era como una novia normal
La actriz parecía una mujer de la vida real. No correspondía al modelo de Hollywood, ni al de Pamela Anderson o al de la refinada Claudia Schiffer
Con la muerte de Diane Keaton se ha comentado lo que significó para las mujeres en 1977 en Annie Hall, se ha hablado menos de lo que significó para los hombres. Para mí no significó nada, tenía cinco años, pero sí cuando la vi luego por primera vez, a finales de los ochenta, y quizá el impacto era mayor: éramos niños que entraban de lleno en la ...
Con la muerte de Diane Keaton se ha comentado lo que significó para las mujeres en 1977 en Annie Hall, se ha hablado menos de lo que significó para los hombres. Para mí no significó nada, tenía cinco años, pero sí cuando la vi luego por primera vez, a finales de los ochenta, y quizá el impacto era mayor: éramos niños que entraban de lleno en la era material y nos metían por los ojos a Samantha Fox y Pamela Anderson, y a un nivel más sofisticado, Cindy Crawford y Claudia Schiffer. Para las mujeres Keaton significó un nuevo tipo de mujer alejada de los cánones impuestos, etcétera. No sé para los demás hombres, pero para mí, a ver cómo lo digo: era la novia normal. Es decir, una tía que no parecía de una película, sino de la vida real. No correspondía al modelo hollywoodiano ni publicitario que intimidaba a las mujeres, pero ni te cuento a los hombres, al menos a mí: jamás ibas a tener una novia así, pero por suerte no existían en la vida real. Y sobre todo lo que pasaba en Annie Hall es que ellos dos se enamoraban hablando, y tú de ella. No había una aparición estelar de un icono sexual que quitaba la respiración. Es más, como luego en Manhattan, cuando Woody Allen se encuentra con ella la primera vez le parece una imbécil, y él a ella, lo mismo. Siendo el amor algo irracional, es en la conversación donde se decide todo. Annie Hall parecía un poco loca, pero es que también eso suele ser lo normal, aquí pocos se libran. De puro normal era única y extraordinaria, porque lo normal es que cada uno sea de una manera.
Lo curioso es que la vida real entonces era así, y la reconocías en la pantalla, pero incluso era así allá donde tú te podrías creer que era como en el cine. Es decir, entre la gente que se supone que estaría rodeada de bombas sexuales y mujeres perfectas. Lo pensé viendo Get Back, el documental de los Beatles rodado en 1969: sus novias eran tías normales, más guapas, menos guapas, más raras (Yoko Ono), pero no supermodelos de revista. Como las parejas de Paul Newman y Robert Redford, eran mujeres que te podías cruzar por la calle.
Todos vemos que esto ha cambiado mucho. Supongo que es la idea de éxito, de lo que es triunfar en la vida, que hoy todo es más superficial. Hoy tenemos miles de famosos de medio pelo en perpetua exhibición, más los que se comportan como si lo fueran, media humanidad, y todos exigen el cuerpo perfecto, haciendo creer que ellos también lo tienen. La idea de conversación es el monólogo y posamos mejor que nunca, eso sí. La gente en Instagram es una ficción comparada con quien es en realidad. A mí me salen constantemente en el móvil anuncios de un tipo cuadrado de 50 años que me insta a convertirme en un shaolin con una sencilla serie de ejercicios, que ni loco. No sé si Annie Hall tendría hoy posibilidades en Tinder.
En un homenaje a Keaton en 2017, Woody Allen hizo un discurso entrañable en el que contaba que ella venía de un pueblo muy de derechas (“donde si ayudabas a un ciego a cruzar la calle te acusaban de socialismo”) y siempre tuvo miedo a la muerte. Allen le decía que es como una colonoscopia: te ponen una inyección, todo se apaga y entras en un mundo agradable. “La muerte es como una colonoscopia, el problema es que la vida es como el día antes de una colonoscopia”, admitía. Ella se moría de risa. Por toda respuesta, Keaton cantó Seems Like Old Times (como en los viejos tiempos), una canción muy bonita con la que termina Annie Hall, mientras él recuerda lo maravillosa que era y lo divertido que era tratarla. Al final eso queda de las personas, el recuerdo del contacto humano, nadie verá nuestros millones de vídeos.