Un último detalle del 11-M

Es significativo que ni en el País Vasco, ni en Cataluña, ni en Galicia, ni el extranjero, la prensa picó con la versión de Aznar. Solo en Madrid

El entonces lehendakari, Juan José Ibarretxe, con el consejero delegado del Grupo Correo, José María Bergareche, que leía el comunicado de condena por el asesinato por ETA del director financiero de 'El Diario Vasco', Santiago Oleaga, en 2001.Txema Fernández (EFE)

Estos días se ha hablado mucho del 11-M, y voy tarde, para variar, pero hay algo que no se ha dicho. Y creo que merece la pena señalarlo, ahora que a los 20 años estamos en plan de decirlo todo, como esa frase del comienzo de Pedro Páramo (“Ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo”). Aunque tiene pinta de que a los 40 años seguiremos dándole vueltas, y algunos, aún en plan de negarlo todo. De hecho, de eso quiero habl...

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Estos días se ha hablado mucho del 11-M, y voy tarde, para variar, pero hay algo que no se ha dicho. Y creo que merece la pena señalarlo, ahora que a los 20 años estamos en plan de decirlo todo, como esa frase del comienzo de Pedro Páramo (“Ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo”). Aunque tiene pinta de que a los 40 años seguiremos dándole vueltas, y algunos, aún en plan de negarlo todo. De hecho, de eso quiero hablar, de qué se sabía realmente aquel día. En su espléndido documental, Jordi Évole mostraba La Voz de Galicia diciendo que fue el único periódico que al día siguiente atribuyó la masacre a Al Qaeda. Luego, Enric Juliana precisó que La Vanguardia fue el único diario de gran tirada que no dijo en portada que fue ETA. Lo que quiero añadir es que tampoco lo hizo El Correo, de Bilbao. Y también allí llamaron de Moncloa para comerles el coco. Pero tituló: “Masacre en Madrid”. Y en el subtítulo: “Al-Qaida reivindica la matanza, que el Gobierno atribuyó en principio a ETA”.

Tiene su interés, pues El Correo es el primer periódico vasco, que sufría la barbarie de ETA en primera línea, y en carne propia, pero supo mantener la cabeza fría y hacer buen periodismo. Llevaba toda la vida haciéndolo en medio de esa locura. Yo trabajaba entonces allí, y en los noventa, siendo un pardillo ―aún más que ahora, quiero decir―, mi redactor jefe, José Miguel Santamaría, me dijo ante mi primer artículo sobre el tema terrorista que no diera nada por sentado, porque podían mentirme tanto unos como otros. Yo aluciné un poco, cómo iban a mentir los buenos, las autoridades (ya digo que estaba empezando). El 11 de marzo de 2004, a media tarde había ya serias dudas en la redacción sobre la versión oficial. Cuando llamó Aznar podía decir misa. Es más, aumentó las dudas y el director, Ángel Arnedo, cambió el periódico entero. Es decir, donde más padecían a ETA, no se veía claro. Lo curioso es que donde menos, en el extranjero, tampoco. Yo era corresponsal en Italia, y allí se vio pronto como un atentado yihadista, tenían una perspectiva global. Moraleja: no había que ser un genio para optar por la tesis islamista, menos aún si tenías buenos contactos en la policía, que ese mismo día ya apostaba por ella. Digo yo que el Gobierno los tendría, así que la pregunta, como sabemos, es por qué los periodistas creyeron a la policía y el Gobierno no. Ves ahora las ruedas de prensa de Acebes y recuerdan a los hermanos Marx, cuando Chico replica a quien dice haber visto algo con sus propios ojos: “¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?”. Es significativo que ni en el País Vasco, ni en Cataluña, ni en Galicia, ni el extranjero, la prensa picó. Solo en Madrid. Esa presión ambiental y esa diferencia se sigue viendo hoy, los diarios conservadores de Bilbao y Barcelona son serios y no se flipan.

El Correo pagó un duro precio aquellos años. El consejero delegado, Javier Ybarra, fue asesinado en 1977. En 2000 colocaron una bomba casera en la puerta de los padres de un compañero, y atacaron con cócteles molotov las redacciones de Getxo, Vitoria y Bilbao. En 2001, fue asesinado Santiago Oleaga, director financiero de El Diario Vasco, el periódico hermano de San Sebastián. En 2002, ETA envió un paquete bomba al vicepresidente del Grupo Correo, Enrique de Ybarra. Todavía en 2008, anteayer, una bomba en la rotativa del diario abrió un boquete de 40 metros cuadrados. Había 50 personas dentro y no avisaron. Aquel día salió el periódico. Nadie ha dicho por allí ahora, supongo que por su carácter, que el 11-M también hicieron bien su trabajo, así que lo digo yo. Un abrazo a mis antiguos y queridos compañeros.

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