Para septiembre

En la radio ya hacen las conexiones de tráfico en hora punta de toda la vida, con atascos. Pero dan dinero para que te compres un coche

Primer día de uso obligatorio de mascarillas en el transporte público de Madrid, el pasado mes de mayo.Alvaro García

El otro día cogí un autobús en Madrid y casi me da algo. Iba lleno. Lleno como antes, quiero decir. Me lo esperaba medio vacío, estilo pandemia, y fue como colarse en un lugar ilegal, en un bar en la ley seca. Me entró miedo, y todos los que estaban allí lo tenían. Era violento, tres meses mentalizándonos de que esto no podía ser, y de repente, sí. El silencio era raro, amordazados con la mascarilla. Ya veía los titula...

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El otro día cogí un autobús en Madrid y casi me da algo. Iba lleno. Lleno como antes, quiero decir. Me lo esperaba medio vacío, estilo pandemia, y fue como colarse en un lugar ilegal, en un bar en la ley seca. Me entró miedo, y todos los que estaban allí lo tenían. Era violento, tres meses mentalizándonos de que esto no podía ser, y de repente, sí. El silencio era raro, amordazados con la mascarilla. Ya veía los titulares: rebrote en la línea del 66. Me bajé en la siguiente parada.

Era un barrio periférico y el bus iba hacia el centro. Supongo que toda esta gente no tenía otro modo de moverse. Esa es la pregunta: ¿hay otro modo de moverse?, ¿cómo van a organizar esta movida en septiembre? En Madrid nadie lo explica. Lo de los bares y terrazas está muy organizado, pero esto parece que no. Otros temas menores tampoco: en los colegios nadie tiene ni idea, ni dinero en caso de tener alguna. Y si sigue el telecolegio empezarán los telesuicidios de teletrabajadores a los que les dará el telele. Pero el suicidio es algo muy personal y parece que también esto se deja a lo que se le ocurra a cada uno.

En la radio ya hacen las conexiones de tráfico en hora punta de toda la vida, con atasco en la avenida de América. Pero dan dinero para que te compres un coche. No era exactamente en lo que estaba pensando cuando esperaba que quienes mandan hicieran algo, pero bueno, creí que podría aprovechar. Y no, los coches eléctricos cuestan un pastón, de 30.000 euros para arriba. Y en la lista de los 37 automóviles limpísimos del plan no hay ninguno familiar, son más de ir adelantando gente por la autopista. Ya, ya sé, es por los puestos de trabajo y cualquiera dice que le parece mal, te sientes un capullo diciéndolo, resulta todo un poco confuso.

Así que nada: en septiembre no podré ir en coche, será un atasco continuo y me gustaba la ciudad sin humo; ni en bus o metro, que van llenos y te da cosa; ni en bici, porque en Madrid no han hecho estos meses ni un carril en el que un inútil como yo vaya tranquilo. Y eso que cuando se pudo salir la ciudad se llenó de bicis y veías a la gente feliz. A mí, la verdad, me da pereza, pero es que tampoco te la quitan, es otro esfuerzo personal. Ni sabría dónde dejar la bici, en el portal no dejan, está mal vista. Esto no es Berlín, donde la bici es sentido común, no ideología, y eso que llueve más. Aquí hablas de ella en la comunidad de vecinos y piensan que seguro que eres de Podemos, así nos tomamos las cosas en España. Es como creer que las familias numerosas son de derechas o el colegio concertado, de ricos. Viejas etiquetas. Recuerdo mi impresión en Francia, hace 25 años, al ver pasar en bici a una señora con su abrigo de pieles. Ese sentido ligero, deportivo, todavía falta un poquito en la derecha española. Si Abascal empezara a ir en bici los suyos dirían que se ha amariconado. ¡No hombre, sería un español sin complejos, preocupado por su país! Descolocaría a esos progres que creen que la bici es suya. Detrás saldría a rebufo Casado, con una de montaña recién desembalada, y luego el alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, con un pelotón de gregarios de la derecha. Si es que es ponerse y todos ecologistas, es el momento.

Porque no solo es cómo ir, es adónde. En vez de pasar cada semana con una tontería distinta estaría bien que alguien nos explicara adónde queremos llegar, no sé, en 10 o 20 años, si es que lo sabe. Y entonces sabríamos si le vemos sentido a todo esto o no. Porque a lo mejor no.

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