Mario Hamuy, astrónomo: “Materialmente hablando, los humanos somos extraterrestres”

El académico, investigador y divulgador científico chileno es el jefe de la misión que está ultimando la puesta en marcha de un telescopio que abrirá una nueva ventana al espacio

El astrónomo Mario Hamuy el 2 de marzo de 2019, en Santiago de Chile.Sebastián Utreras

Una generación de connotados astrónomos chilenos decidió hace una década salir de los observatorios para inundar las calles y lo han conseguido con éxito: llenan auditorios, sus libros son superventas y se han vuelto ídolos de niños y niñas que sueñan con seguir sus pasos. El doctor Mario Hamuy (Santiago de Chile, 1960) —investigador y académico— es uno de los líderes de esta cruzada, en un país donde se han instalado los más avanzados instrumentos de observación de las potencias tecnológicas del mundo. Esta semana publica en España ...

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Una generación de connotados astrónomos chilenos decidió hace una década salir de los observatorios para inundar las calles y lo han conseguido con éxito: llenan auditorios, sus libros son superventas y se han vuelto ídolos de niños y niñas que sueñan con seguir sus pasos. El doctor Mario Hamuy (Santiago de Chile, 1960) —investigador y académico— es uno de los líderes de esta cruzada, en un país donde se han instalado los más avanzados instrumentos de observación de las potencias tecnológicas del mundo. Esta semana publica en España El universo en expansión, de la editorial Debate, donde repasa “la improbabilísima secuencia” que permitió la vida en la Tierra, desde el Big Bang hasta el Homo sapiens. “Es un paseo por el espacio-tiempo y otorga herramientas fundamentales para entender la astrofísica actual, pasando por exoplanetas, estrellas, galaxias y agujeros negros”, adelanta Hamuy, jefe de la misión en Chile de la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía (AURA). En 2022, la organización podrá empezar a usar un telescopio que abrirá una nueva ventana al espacio.

PREGUNTA. ¿Cómo será el Vera Rubin?

RESPUESTA. Gracias a la calidad de sus cielos, Chile alberga el 40% de la observación del universo que se realiza desde telescopios ópticos ubicados en la superficie de la Tierra. Pero en la próxima década llegará al 70%, cuando se terminen de construir tres telescopios de última tecnología. Uno de ellos es el Vera Rubin, bautizado en honor a una notable astrónoma mujer que fue codescubridora de la materia oscura. Tiene una particularidad única: es un gran angular que en solo tres días logrará tomar una imagen completa del cielo austral con ultradefinición. Cada noche va a producir 15 millones de megabytes de datos. Al cuarto día comenzará el patrullaje del hemisferio austral de nuevo y lo va a hacer por 10 años. Entonces, desde Chile, dentro de poco veremos una especie de reality show del universo. Vamos a ver cosas que nunca hemos visto. Quizá desde el desierto de Atacama surjan las respuestas a las preguntas esenciales para el ser humano.

P. ¿A qué preguntas se refiere?

R. Las que tienen relación con la búsqueda de vida y actividad biológica en otros rincones. Es una de las preguntas fundamentales y hoy día tenemos la gran oportunidad que nos otorga la tecnología para poder responderla científicamente. Otros interrogantes: ¿cómo comenzó el universo? Y ¿de qué está hecho? Apenas el 4% está hecho de la materia que conocemos, que son los átomos.

P. ¿Por qué los seres humanos buscan en el cielo algunas respuestas que no encuentran en la Tierra?

R. El cielo es una fuente de esperanza. Hay un lazo muy atávico con el universo del cual no siempre tenemos conciencia y es que nuestros orígenes vienen de allá. Ninguno de nuestros átomos fue fabricado en la Tierra; por tanto, materialmente hablando, los seres humanos somos extraterrestres, hijos de las estrellas. Fueron las estrellas las que produjeron los elementos químicos como el carbono y el oxígeno y, por tanto, hay una conexión a menudo inconsciente que nos liga con el universo. Es la razón por la que solo contemplar la bóveda celeste nos emociona y nos hace plantearnos preguntas fundamentales.

P. ¿Y usted cree que existe vida más allá de este planeta?

R. Es la pregunta del millón. Y cualquiera que sea la respuesta, nos va a cambiar. Saber que hay actividad biológica en otras nebulosas es algo que quizá nos haga más humildes. Por otro lado, si no encontramos vida por más que busquemos y concluyamos que quizá somos los únicos, nos debiera hacer sentir que cargamos con una tremenda responsabilidad sobre nuestros hombros. Porque al universo le ha tomado 14.000 millones de años producir conciencia y si nos autodestruimos, si impedimos que la vida continúe en la Tierra, sería una tragedia. Significaría que el universo se queda sin su propia conciencia que le permita mirarse a sí mismo.

P. ¿Cree que estamos en un proceso de autodestrucción?

R. Observo con mucha preocupación los efectos del cambio climático, que sin duda son reales. Si seguimos en esta lógica de contaminar nuestra atmósfera, es posible que no podamos dejar a nuestros descendientes un planeta donde desarrollarse como hemos hecho los mayores. Me parecería tremendamente injusto. Es el problema quizá más grave que afecta a la humanidad y hay que tomar medidas ya.

P. Dedica un capítulo a una de sus obsesiones: las supernovas y la expansión acelerada del universo.

R. En los años noventa formé parte del revolucionario Proyecto Calán-Tololo, que permitió calibrar las supernovas —las estrellas que explotan— como herramientas precisas para medir distancias en la galaxia. Gracias a esa técnica, en 1998 dos grupos de astrónomos demostraron que el universo, en vez de frenarse, se acelera y cada vez la expansión es más rápida. En 2011, la Academia concedió el Nobel de Física a tres de los investigadores y mencionó que el Proyecto Calán-Tololo fue esencial para lograr el descubrimiento. Me llena de orgullo haber contribuido a un cambio paradigmático en la astrofísica mundial desde un país pequeño como Chile. Lo hicimos con mucha épica y esfuerzo y con pocos recursos.

P. ¿Qué lo llevó a combinar la investigación con la divulgación?

R. Es fundamental para el futuro de la humanidad incorporar de manera cada vez más creciente la ciencia como una palanca de desarrollo. Y en un país como Chile me interesa que mi trabajo, que ha sido financiado con fondos públicos, llegue a los ciudadanos de a pie. Es un deber retribuir y llegar a los lugares donde hay menos oportunidades. Busco que los niños desarrollen pensamiento propio.

P. ¿La ciencia contribuye a ello?

R. Es una consecuencia de la investigación científica; establecer métodos experimentales y empíricos para demostrar o no una idea. Obliga a pensar muchas veces tus propias hipótesis, y eso genera pensamiento propio. La investigación científica resulta fundamental en la era de la posverdad.

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