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Cómo funciona el engrosamiento de pene: de 800 a 1.600 euros por sesión y abstinencia de tres semanas

Un gigantesco cartel en una parada de metro del centro de Madrid ofrece un engrosamiento “rápido y seguro”. ¿Qué hay tras estas intervenciones y cuál es su verdadero efecto?

“Engrosamiento de pene rápido y seguro”. Las palabras reciben a las miles de personas que todos los días cogen el metro en la céntrica parada de Chueca, en Madrid. Acompaña a la imagen de un hombre sujetando una anaconda. El anuncio lleva cinco años en la estación, y acaba de cambiar su posición estratégica. Quien ahí anuncia sus servicios, el Dr. Miguel Leclercq, asegura que, aunque la normativa vigente no hizo sencillo dar con la imagen adecuada para el anuncio, el cartel ha salido rentable. También aclara, antes de comenzar la charla, que no hay ofertas ni precios de saldo. “No creo que mis manos valgan menos en Black Friday”, sentencia.

El aumento de pene fue saludado por algunas revistas especializadas en cirugía estética como el equivalente masculino del aumento de pecho en mujeres, una práctica tan extendida que ya es común en todas las clases sociales. Sin embargo, las historias de operaciones fallidas que circularon durante años (la edición estadounidense de la revista masculina Men’s Health publicó en 2017 un artículo llamado Por qué las historias de terror sobre operaciones de pene fallidas son tan comunes) han frenado, tal vez, su popularidad. Además, la cirugía de alargamiento (que no engrosamiento) siempre ha sido muy cuestionada. A menudo, de ofrecer resultados, lo hace solo en reposo, no en erección y añade unos dos centímetros. Pero el mito siempre ha estado ahí: sobre las estrellas porno siempre circula la sospecha de si sus enormes tamaños son del todo naturales y series de televisión han hecho chistes o mostrado subtramas sobre el deseo de sus protagonistas de someterse a un procedimiento para lograr un pene más grande, desde la estadounidense Padre de familia a la española Todos los hombres sois iguales. Sin embargo, estas intervenciones están todavía muy lejos de ser populares.

El tabú del que todo el mundo habla

Según un estudio de la Universitat Jaume I, entre el 12 y el 26% de los españoles considera su pene pequeño y por eso, asegura Leclercq, Máster en Medicina Estética y docente de posgrado de la Universidad de Alcalá, cada vez son más los hombres que buscan engrosar su pene con ácido hialurónico. “Para los hombres, hablar de genitalidad y de sexualidad es tabú. Al estar el anuncio en el metro de Chueca, al comienzo mis pacientes eran mayoritariamente gais, pero cada vez hay más pacientes heterosexuales que se hacen el tratamiento. Incluso diría que son más. Quien no se decide a hacerlo suele ser por miedo, por desconocimiento y básicamente, por temas económicos. Es un tratamiento que ha de mantenerse en el tiempo. Estamos hablando de invertir entre 800 y 1.600 euros por sesión”, asegura. “Soy yo quien le digo al paciente hasta dónde es natural, aunque se puede llegar hasta dónde queramos, poco a poco. Cada mes y medio aproximadamente podemos ir incrementando el volumen. Una vez se consigue el volumen deseado, para mantenerlo, lo habitual es repetir cada 10 meses o cada año y medio”, comenta a ICON.

José Martín del Pliego, sexólogo y psicólogo afincado en Segovia y colegiado por los Ilustres Colegios de Psicólogos de Madrid y de Castilla y León, señala que desde la consulta de sexología ve un perfil muy claro. “Son hombres informados, de entre 25 y 55 años, que no buscan cambiar su vida, sino sentirse más cómodos con su cuerpo. Sobre todo en esta zona genital, que en algún momento tienen que exponer en lugares públicos, como vestuarios, o en la intimidad en sus relaciones sexuales”, asegura. Comenta que, en muchos casos, el motivo es comparativo: pornografía, presión social o discursos sobre la masculinidad que equiparan valor personal con tamaño. “Son creencias, casi siempre erróneas, sobre lo que puede satisfacer a un compañero sexual o miedo a la mofa de otras personas. Otros simplemente quieren un cambio estético moderado, del mismo modo que alguien mejora su mandíbula o su nariz. El deseo no suele ser tener un gran pene, sino sentirse más tranquilos al mostrarse ante una pareja o en público”, explica.

Volumen vs. autoconfianza

Precisamente a las parejas alude Miguel Leclercq ante la pregunta de si estas intervenciones afectan o no a la sensibilidad. “A las parejas les interesa el grosor. A los pacientes, el grosor y la longitud. Pero las técnicas quirúrgicas para alargar el pene son bastante laboriosas y sus resultados ofrecen un aumento de un máximo de dos centímetros. En cambio, con el ácido hialurónico de calidad, hablamos de un producto seguro y de una técnica mucho más rentable para el paciente. Al engrosar el pene, la sensibilidad aumenta porque al ser el cono del pene más grueso, va a haber más fricción en el momento del coito”, dice.

Gabriel Bastidas, especialista en salud masculina y estética genital y director de la clínica masculina Androclinic, recalca esa idea. “Aunque el engrosamiento es principalmente estético, muchos pacientes reportan un efecto funcional indirecto. Al aumentar el volumen, se modifica la dinámica sensorial. Para algunos, esto se traduce en una mayor satisfacción en las relaciones debido a la plenitud que proporciona el mayor diámetro. No obstante, siempre enfatizamos que la principal meta es la satisfacción psicológica y estética, pero la mejora de la función es un bonus bienvenido”, dice.

En un presente en el que se han perfeccionado todo tipo de cirugías, ¿funcionan realmente las operaciones para tener un pene más grande? Bastidas matiza que lo que realmente se consigue no es tener “un gran pene, sino uno proporcionado, natural y estéticamente armonioso”. Añade que las técnicas antiguas basadas en grandes volúmenes han quedado atrás. “Hoy hablamos de procedimientos que respetan la estructura natural del tejido, que no afectan la función y que priorizan la elegancia por encima de la exageración. La tecnología y el conocimiento anatómico nos han permitido resultados más predecibles, seguros y refinados. El objetivo no es rellenar, sino esculpir, potenciando lo que ya existe. Cuando se aplica correctamente, con criterio y con una mano experta, los resultados son estéticamente increíbles y totalmente funcionales”, señala.

Por su parte, José Martín del Pliego da una respuesta corta y tajante sobre si las operaciones funcionan: “No todas y no siempre en el sentido que la gente imaginan. Las cirugías de alargamiento clásico continúan existiendo, pero no son procedimientos tan predecibles como los de otras áreas de la estética facial o corporal. Además, conllevan periodos de recuperación y riesgos que muchos pacientes desconocen. Se trata de una zona muy sensible a nivel nervioso”, dice. Matiza que, en cambio, el engrosamiento con ácido hialurónico “ofrece un cambio moderado, reversible y menos invasivo, y responde a algo más profundo que el tamaño: la seguridad sexual”.

Bastidas añade que la demanda ha evolucionado significativamente y que en la actualidad el paciente masculino no busca un aumento de tamaño a cualquier costo. “Lo que exige es armonía, naturalidad y discreción. Quieren que la mejoría se integre estéticamente con su cuerpo. Desean una mayor presencia visual en flacidez y un incremento volumétrico circunferencial que sea uniforme desde la base hasta el glande. En resumen: resultados notables, pero que pasen desapercibidos. La calidad del resultado es tan importante como la seguridad de la técnica. Persiguen la armonía y en apariencia, el objetivo es voluminizar. Buscamos que el pene, tanto en reposo como en erección, tenga un aspecto más robusto, equilibrado y, sobre todo, proporcional al cuerpo del paciente. La clave de nuestras técnicas con ácido hialurónico es lograr una expansión volumétrica tridimensional que se sienta totalmente natural al tacto. Suave, no pétreo”.

Señala que, como cualquier tratamiento estético, requiere una evaluación rigurosa y que las principales contraindicaciones son las infecciones activas o patologías dermatológicas de la zona. Según el doctor Miguel Leclercq, “la principal complicación que puede ocurrir es el desplazamiento del producto, algo que normalmente ocurre cuando el paciente cree que está bien, no sigue las indicaciones que le damos y comienza a mantener relaciones sexuales antes de lo oportuno. Generalmente, mandamos una abstinencia de unas tres semanas, pero he tenido pacientes que me han llamado a los dos días… Y hay que saber solucionarlo”, dice.

Bastidas añade otra contraindicación: cuando existe una expectativa irreal o cuando el paciente busca un resultado que compromete la naturalidad. José Martín del Pliego aclara que, de hecho, su papel consiste en evaluar si el motivo de la intervención es estético o emocional, si hay presión externa, si existe ansiedad corporal y si la intervención se está usando como sustituto de un problema relacional o de autoestima. Aclara: “En consulta vemos cada día cómo el tamaño sigue siendo uno de los grandes tabúes masculinos. El ácido hialurónico puede cambiar un volumen, pero la autoconfianza, en cambio, transforma una vida sexual al completo”.

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