De la “eurocopa” de Terelu a la ausencia de “piquitos”: así se vivió la victoria de España en las redes sociales

La jornada histórica de anoche en el fútbol español también dejó en redes como X, TikTok e Instagram muchísima emoción y, como no podía ser de otra manera, socarronería y mala uva

Una de las imágenes más virales y emocionantes de la noche: Álvaro Morata and Daniel Carvajal se abrazan entre lágrimas para celebrar la victoria de España.Alex Pantling - UEFA (UEFA via Getty Images)

Si pudiésemos colarnos por una puerta de El Ministerio del Tiempo y retroceder justo hasta hace un año es imposible prever a quién le resultarían más increíbles las imágenes de esta noche, si a Isabel Aaiún, también conocida como Potra Salvaje, o a la selección española masculina. A la jinete y cetrera que ha visto como su canción se convertía en el himno del combinado nacional o a un grupo de jugadores por el que nadie apostaba, una convocatoria sin grandes nombres —sabemos que Rodrí, perdón, Don Rodrigo Hernández Cascante podría ganar el Balón de Oro y nadie alzaría una ceja, pero nos entienden—, sin una base sustanciosa de jugadores del Real Madrid o el Barcelona, con un capitán cuestionadísimo, Álvaro Morata, tan alejado de la tradicional furia de los Hierro, Pujol o Sergio Ramos, un delantero siempre en tela de juicio más por su perenne gesto de niño enfurruñado al que su madre le acaba de decir que ni consola ni consolo que por su juego, poco vistoso, pero para Luis de la Fuente, que algo parece saber de estas cosas, imprescindible. Tan negado ante el gol como todo el torneo, no se libró del azote de las redes por su falta de puntería.

Para compensarlo, durante la celebración en el vestuario, algo sagrado hasta que los directos en las redes sociales llegaron para quedarse, Álvaro Morata se ha postulado como relevo natural del añorado Capdevilla, su cubo y su cubata de malabarista. Sus bailes en calzoncillos en los TikTok de Fermín y Lamine son ya historia de la selección. El capitán que merecemos.

Una selección que llegó para cubrir el expediente, a la que la mayoría esperaba de vuelta tras los cuartos, ha conquistado su cuarta Eurocopa tras llevarse por delante a las cuatro favoritas: Italia, Alemania, Francia e Inglaterra y se ha coronado como la selección más laureada de Europa. Un éxito del que es responsable Luis de la Fuente, recambio y reverso del poco llorado Luis Enrique. Sin excesivo protagonismo, sin andamios, streams, ni focos a su persona; un tipo nada mediático, pero tan eficaz que tras acabar el partido en X ya lo enviaban a recuperar Gibraltar.

Como el asunto del Peñón es indisociable de cualquier contienda con Inglaterra, ni siquiera la infanta Sofía se libró de verse envuelta en los memes más desaforadamente patrióticos.

A estas alturas nadie duda que la Eurocopa se ha vivido al ritmo de la Potra Salvaje que en el oleaje no pierde el sentido no quiere riendas ni herrajes y en los homenajes se pone un vestido; un himno para La Roja tan improbable como eficaz frente al que no han tenido nada que hacer ni el Hey Jude con el que se venera a Bellingham, ni el Sweet Caroline que suele acompañar a los éxitos ingleses. No ha sido la única banda sonora de la selección: a su icono más reciente, Lamine Yamal, le acaba de regalar Estopa una versión del Obioba de Peret.

Ambos hits compiten con el hit más delirante: la versión patria de la canción con la que los hinchas del Chelsea animan a Cucurella. Ese “Cucu, Cucurella. Se come una paella. Cucu, Cucurella. Se bebe una estrella. Haaland tiembla que viene Cucurella” imposible de quitarse de la cabeza sin una lobotomía.

Si sabemos desde José Luis Uribarri que Eurovisión es pura geoestrategia, no debería extrañarnos que haya también fobias y filias en la Eurocopa. Antes de salir al campo ayer, ya eníamos el cariño de toda esa gente del Reino Unido que no es Inglaterra: en Escocia se gritó con más entusiasmo el gol de Oyarzabal que en Colón. Y si hacemos caso a un mapa random de X —¿quién necesita una fuente más solvente?—, ese grito se pudo escuchar en cualquier lugar de Europa.

“Ni Dua Lipa ni Duo Lipo: Chenoa”. En las redes fardaban del apoyo de la presentadora de OT, que esa noche, imaginamos, hacía doblete apoyando a Argentina en la Copa América.

No era la única entusiasta de la selección, también estaba Terelu. “Ellos con su copa y yo con la mía. ¡Qué viva España!”, festejaba la presentadora, cuyos copas king size tras las victorias del Real Madrid en Champion ya son tradición.

Más sobrio, en todos los sentidos, fue Antonio Banderas, que tampoco quiso perder la ocasión de felicitar a la selección.

Si hubo chanzas con el nueve de España, el hombre que levantó la copa de los vencedores, no se iba a librar Harry Kane, el jugador que cambió de aires para lograr los títulos que se le resistían con los Spurs y acabó sufriendo una inédita temporada en blanco del Bayern de Munich. La fama de gafe del delantero empieza a ser algo más que superstición.

No defraudó Lamine Yamal en el primer partido en el que no escuchamos el mantra “tan sólo tiene 16 años” —porque había cumplido 17 el día anterior—. El prodigio de Rocafonda, que celebra los goles mostrando el 304, el código postal más famoso de España, siguió justificando, si es que todavía hace falta, su inclusión en la lista de la Eurocopa, una apuesta arriesgadísima de de la Fuente que ha trascendido lo deportivo: ayer noche había una porción nada desdeñable de aficionados que se habían enganchado a última hora a la selección por lo que significan tanto él como Nico Williams, MVP del partido, autor del primer gol y uno de los jugadores más deseados de la pretemporada.

La noche iba a ser para los jugadores de equipos vascos. Si el primer gol vino de las botas de Williams, el que deshacía el empate conseguido por Cole Palmer fue obra de Oyarzabal. El jugador de la Real Sociedad fue el héroe inesperado que heló la sonrisa de los ingleses en el minuto ochenta y seis.

Que cuatro minutos más el descuento puede ser molto longos lo saben bien los que han disfrutado o sufrido las remontadas del Real Madrid en la Trece y la Catorce con los goles en el último minuto. Resultó providencial que Dani Olmo, máximo goleador del torneo, hiciese la parada también más providencial de la noche: “Una obra de arte tan grande que no me extrañaría que la acaben robando para ponerla en el British”.

Una defensa heróica por parte del delantero del Leipzig que celebró como si fuese un gol más.

Tras el pitido que certificada la victoria de España, quedaba la entrega de medallas, un trámite que hasta el pasado mundial femenino no pasaba de rutinario y ahora se mira con lupa, aunque como era de prever, ni Ceferín ni los reyes de Inglaterra o España sintieron la imperiosa necesidad de obsequiar con “un piquito” a campeones o subcampeones.

No hubo picos, pero sí posados varios con la Copa. No el de la infanta Sofía que instigaba Felipe VI, que prefirió alejarse del trofeo prudentemente, tal vez por temor a hacerse un Sergio Ramos que nos regalase el mejor meme de la noche.

Sí quiso ejercer de comentarista alabando el juego de España, aunque con pullita: “Vamos bien de posesión pero necesitamos más ocasiones”.

Imposible no imaginar cómo lo estaría viendo la reina Letizia en Zarzuela.

El vilipendiado Juan Carlos Rivero protagonizó el mejor momento extradeportivo de la noche, esta vez no por alguna de sus célebres confusiones, sino por lanzarse a rapear —o algo así— el himno no oficial de la selección.

Al lado del desencadenado Rivero, dos de las revelaciones de la Eurocopa en TVE: Marío Suárez y, especialmente, Vero Boquete, a la que muchos esperaban con las espadas en alto. ¿Qué pinta una mujer comentando un partido masculino?, se preguntaban sin plantearse que los hombres comentan, entrenan y arbitran el fútbol femenino. La jugadora de la Fiorentina no sólo ha aportado conocimiento, capacidad de análisis y frescura, también silencio, algo importantísimo en las retransmisiones deportivas tan proclives al horror vacui.

La Eurocopa 2024 ha dejado imágenes emocionantes: Carvajal y Morata, los dos capitanes, atlético y madridista, ignorando las rivalidades ligueras y fundidos en un abrazo de esos que sólo se ven en los dramas románticos y en los campos de fútbol,.

Una armonía que todos sabemos tenía fecha de caducidad.

También se acaba hoy ser expertos en fútbol europeo, pero no se entristezcan: en unas semanas ya estaremos opinando con soltura sobre piragüismo en aguas bravas y tiro olímpico. Es nuestra esencia.

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