Nariz grande, orejas de soplillo: por qué triunfan los hombres con “cara de roedor”
La prensa internacional ha bautizado al aequetipo como ‘hot rodent men’ y asegura que los rostros de actores como Timothée Chalamet, Barry Keoghan, Jeremy Allen White, Mike Faist o Josh O’Connor son un nuevo tipo de belleza masculina
Cada poco tiempo, una estética. El pasado verano se hablaba del regreso de la estética ‘indie sleaze’, ese perfil de hombre espigado que impulsó a ídolos problemáticos como Pete Doherty hace muchos años. A finales de 2023 analizamos al rico desastrado, ese hombre tan poderoso y privilegiado que puede ser completamente libre para vestir y nos ha regalado estampas inenarrables de Adam Sandler, Justin Bieber o Pete Davidson. Esta constante alabanza de las estéticas masculinas que se escapan de la normatividad (músculos, traje o pulcritud, hombre vestidos para conquistar o bien a una pareja o bien a una madre) deja claro que los cánones de belleza masculina son moldeables y, sobre todo, están siempre dispuestos a explotar cualquier particularidad o desvío para hacer de ellos algo atractivo, convertirlos en tendencia y, porque el mundo es mundo, rentabilizarlo.
El último ejemplo de esta dinámica es el boom de los ‘hot rodent men’, es decir, de los hombres de aspecto ratonil, una etiqueta que la prensa internacional (desde The Independent hasta la CNN pasando por The New York Times), emplea para alabar el aspecto de figuras como Timothée Chalamet, Barry Keoghan, Jeremy Allen White, Mike Faist o Josh O’Connor.
Cuando un usuario se topó en X con una imagen del protagonista de Challengers en plena promoción de la película, sus palabras dejaron claro que el fenómeno de los hombres con aspecto Ratatouille no es un mero invento de los medios. “Parece un ratón que tiene un gran corazón y que se ha convertido en príncipe”, aseguró el internauta. ¿Por qué la comparación roedora? Estos hombres tienen orejas grandes, narices importantes, ojos pequeños, expresión aturdida, cuerpos aparentemente menudos (aunque también puedan ser criaturas de gimnasio y dioses de campañas de ropa interior). Y a la vez que todo eso, son auténticos sex symbols. Muy lejos de ser feos, representan una nueva forma de ser guapo. Casualidad o no, esta comparacion coincide con un momento en el que todo tipo de animales roedores (de chinchillas a capibaras o carpinchos) triunfan en Internet y levantan suspiros por su belleza despistada. Las redes sociales nunca decepcionan.
El análisis Dating Trends 2023 de la plataforma de citas Bumble dictaminó que una de las tendencias más populares en el mundo de las citas es el llamado open casting, una manera formal y fina de la muy clásica y española manga ancha. Esto implica conocer a personas ajenas al tipo que normalmente buscamos y, según las encuestas, el 38% de los solteros españoles está hoy más abierto a conocer a gente que se aleja de sus gustos habituales. Y el zeitgest parece apoyar la causa con la elevación de toda una pléyade de nuevas estrellas que tienen ese llamado algo, ese je ne sais quoi, ese no es guapo pero sí interesante (y tampoco nos engañemos: si la industria de Hollywood te eleva como un sex symbol lo más probable es que estés bueno y punto, aunque no sea a la manera de Brad Pitt o Chris Hemsworth).
Como escribía Alex Abad-Santos en la web estadounidense Vox a la hora de hablar acerca de cómo el dad bod o cuerpo fofisano, que describe el físico de hombres a los que caracteriza su “barriguita” cervecera y del que en su momento Leonardo DiCaprio fue el gran patrón, es una forma más de invitar a la sociedad a que aplauda a los cuerpos masculinos no trabajados (aunque algunos hot rodent men, sí tengan cuerpos esculpidos, como Jeremy Allen White, que ha sido imagen de la ropa interior masculina de Calvin Klein). “Históricamente la presión sobre la belleza ha sido peor sobre las mujeres mientras el aspecto de los hombres era menos importante que su valor económico. Creo que el concepto ‘rodent hot man’ lo perpetua, porque nos sigue invitando a alabar un tipo de belleza masculina no normativa mientras que las mujeres siguen siendo víctimas de una asfixiante presión estética por cumplir con cánones normativos”, explica Jill Burke, autora de Cómo ser una mujer del Renacimiento (Ed. Crítica, 2024), donde desentraña los orígenes de unos ideales de belleza que todavía nos acompañan en la actualidad… Al hablar de mujeres, claro.
“La sociedad tiende a aceptar más tipos de atractivo en hombres en comparación que en mujeres. Hay que tener en cuenta que las que están reafirmando y ensalzando el tipo de masculinidad de los hot rodent men son las mujeres, que se ven atraídas, emocional o sexualmente, por hombres... distintos. Un hombre al que no le preocupe tener que parecer un macho suele ser alguien al que no le afectan tanto las normas culturales de la masculinidad tóxica. Por eso, algunas personas se sienten atraídas por quienes no performan esa masculinidad”, asegura Cecilia Bizzotto, Socióloga, portavoz y creadora de contenidos para JOYclub España. “En entornos heterosexuales y cis, los hombres tienen más libertad y aprobación para expresarse en femenino o de una manera más fluida. En cambio, en los mismos entornos, las mujeres deben comportarse de una forma típicamente femenina, frágil, pasiva, intuitiva, sensible y dependiente para obtener la aprobación masculina”, señala.
Alex Abad-Santos asegura que la cultura pop está llena de ejemplos de mujeres hermosas que se enamoran de hombres menos atractivos, y al parecer, la realidad repite los comportamientos de la ficción al tener en cuenta que el protagonista de The Bear sale con Rosalía o que la novia de Chalamet es Kylie Jenner. Antropomorfizar animales y convertirlos en tipologías de belleza masculina puede resultar divertido o inusual, pero no hay que olvidar que puede tratarse de una trampa más para que cualquier defecto masculino termine por integrarse en el discurso popular hasta convertirse en una virtud. En el caso de comparaciones masculinas, célebres actrices han sido comparadas con caballos o, también, con ratas, incluso en series de televisión enormemente populares, y nunca ha sido con el objeto de presentar un nuevo cánon de belleza femenina, sino de llamarlas feas.
También es importante señalar que aunque lo que se alaba de los hombres que son comparados con ratones de dibujos animados es que se alejan de los cánones, como explica Biel Moreno, activista y colaborador de Afrocolectiva, “el hot rodent man no es sólo una tendencia exclusiva para personas blancas, ya que requiere rasgos que no encontraremos en otras etnias, sino que además, es un claro indicador de que cuando la industria acepta otros tipos de belleza sigue girando alrededor de los cánones eurocéntricos”, explica. “Siempre que nos adentramos en el mundo de la belleza, las personas racializadas somos conscientes de que algunas de las normatividades o tendencias no se aplican a nosotros. Históricamente, los rasgos estandarizados como atractivos o deseables han sido impuestos por Occidente, y sus ideales se originan en la supremacía blanca. Piel clara, nariz estrecha, labios delgados, ojos claros, cabello liso y una figura esbelta, entre otros, son los principales atributos eurocéntricos que hoy en día siguen siendo indicadores de belleza en la industria de la moda, cine, televisión y publicidad”, añade.
El creador de contenido Blake Neiman Thornton ha dedicado un vídeo a analizar este fenómeno, y afirma que “que todos los medios le digan a alguien que es guapifeo es la última forma de luz de gas de internet” y coincida con Moreno al asegurar que ese término es racista. “El mensaje que subyace es que sólo los hombres blancos pueden no ser convencionalmente atractivos. Lo que entiendo es que el término hot rodent man significa que aunque seas pálido, bajito e incapaz de planchar tu camisa, la sociedad seguirá queriendo que protagonices una campaña de Calvin Klein. Mientras tanto, los hombres de color han de parecer una combinación en clave Benetton de James Bond y Superman”, asegura.
“Para formar parte de esta selección privilegiada se necesita contar con estándares mucho más exigentes, como rasgos faciales completamente simétricos, una piel impecable y cuerpos ajustados a los estándares europeos. Estos agentes sólo son seleccionados si su belleza se encuentra en equilibrio con el imaginario blanco y su exotización”, añade Biel Moreno. El hot rodent man no es un mal comienzo, pero deseamos que la próxima vez que hablemos de una nueva tendencia de belleza masculina o femenina esta pueda encontrar nuevos colores, nuevas edades y nuevas formas.
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