“No es ligar como antes, pero casi”: así son las nuevas ‘apps’ de contactos que reniegan de Tinder
La revolución de las aplicaciones de contactos se ha traducido en hartazgo. Mientras las ‘apps’ clásicas intentan atajar su crisis reputacional, otras nuevas proponen alejarse todo lo posible del espíritu de sus predecesoras
Haber conocido a una pareja a través de internet ya no es un tabú. Lejos quedan los tiempos en los que alguien titubeaba a la hora de confesar que había encontrado el amor a través de un chat o una aplicación, o incluso de que la situación fuese tan exótica como para dedicarle canciones. La empresa de ciberseguridad Kaspersky indica en su estudio ...
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Haber conocido a una pareja a través de internet ya no es un tabú. Lejos quedan los tiempos en los que alguien titubeaba a la hora de confesar que había encontrado el amor a través de un chat o una aplicación, o incluso de que la situación fuese tan exótica como para dedicarle canciones. La empresa de ciberseguridad Kaspersky indica en su estudio Influencia de la tecnología en la vida de los españoles que el 40% han usado o usa aplicaciones para conocer a otras personas y que el 18,6% ha conocido a su pareja por internet.
Sin embargo, cada vez más usuarios son víctimas del hartazgo y la desesperanza que en ocasiones emergen ante una interminable concatenación de citas. Ante la desesperación resultante de no encontrar el amor en el universo digital están naciendo nuevas fórmulas que intentan abrazar el cara a cara. Es el caso, por ejemplo, del anillo Pear, que cuesta 31,95 euros y que los solteros lucen para indicarles al mundo su estado civil. “Si todos los solteros que hay en el mundo llevaran este anillo turquesa (o morado, para la comunidad LGTBI) para indicar su estado, no necesitaríamos las aplicaciones para ligar”, reza la web.
En este marco ha nacido Closer, cuyos creadores, Arturo Vacas y Martín Zulueta, aseguran que es todo lo contrario a una aplicación de citas. Aquí no hay matches ni swypes: el flechazo nace cara a cara. “Coincides con alguien y sientes que cierto interés ha surgido entre los dos. ¿Será real? Abres Closer y contestas a una pregunta aleatoria sobre él o ella. Si el interés no era mutuo, nunca sabrás nada sobre esa persona. Si lo era, Closer habrá hecho su magia y podréis chatear”, explican las instrucciones de uso de lo que sus creadores definen como una anti-app.
“No nos consideramos una app de citas, porque tienes que haber visto a alguien en la calle para querer hablar con esa persona, por lo que no es una red que se utilice en casa. Tampoco estás enganchado a una aplicación: estamos hablamos de algo real y tangible, no de enviar una solicitud random”, explica Inés Velasco, brand manager. “Hay gente que piensa que la tecnología es el enemigo, pero creo que es lo opuesto. Mis primos de 13 años se mueren de vergüenza si tienen que pedir una pizza por teléfono, porque no están acostumbrados a tener que llamar. Tampoco se acercarían jamás a alguien que les atrae en el metro, y lo que hemos hecho ha sido coger esa realidad, que refleja lo que les pasa a las nuevas generaciones, e intentar que la tecnología sea más humana y nos ayude”, asegura.
Joaquín González, director creativo de Closer, incide en la idea de que el proyecto es lo contrario a una aplicación. “Es la red social más humana que hemos podido crear, porque vuelve a la idea romántica de conocer a alguien fuera de ese catálogo de personas que hay en las apps e incluso en Instagram. Cuando la gente dice que los jóvenes no pueden hacer nada sin una aplicación, les respondemos que Closer es una herramienta. Se trata de facilitar el contacto. Más que tecnologizar las relaciones, se trata de humanizarlas”, explica a ICON. Un apunte necesario al decir “catálogo de personas” es que, mientras que en otras aplicaciones hay infinidad de filtros para buscar y de datos que completar para presentarse al mundo, aquí sólo se necesita el nombre (que únicamente aparece si el otro usuario te acepta), una foto y la orientación sexual.
El hastío de la interminable búsqueda del amor
La frustración del dating online no le es ajena a las propias aplicaciones, como demuestra el hecho de que Bumble cuente con el Modo Snooze, una opción que permite pausar la actividad en la app manteniendo las conexiones y los chats. “Tu perfil no podrá ser visto por otros usuarios durante 24 horas, 72 horas, una semana o de forma indefinida. Durante este tiempo, puedes escoger un estado con el motivo de tu ausencia que tus conexiones existentes podrán ver, para tomarte un respiro sin perder ni tus chats ni tus conexiones”, explican.
“Este tipo de aplicaciones nos empujan a consumir personas y emociones, sin darnos tiempo a desarrollar una relación como tal. Las relaciones se construyen y este tipo de aplicaciones no suelen dar pie a las segundas oportunidades. Y además hay gente que no entiende que detrás de una pantalla hay una persona, por lo que su forma de relacionarse en estas apps carece de emociones reales más allá del placer inmediato”, explica Eva Campos, autora de Y te doy mi corazón. “Así tienes el caldo de cultivo perfecto para la frustración. La acumulación de experiencias que se pueden tener en este tipo de apps muchas veces se traduce en pérdida de autoestima e incluso depresión”, añade la autora.
La paradoja del cara a cara a través de las ‘apps’
La aplicación Meetic, consciente de que las personas tímidas pueden encontrar las citas incómodas, puso en marcha una experiencia de citas de 3 minutos a ciegas, otra fórmula híbrida con la que intentar encontrar pareja (o lo que surja). “Preocuparse por el aspecto físico, quedarse sin tema de conversación, no encontrar ese feeling con la persona… no será una preocupación, ya que el mal trago solo durará 3 minutos y volverá a comenzar la oportunidad de encontrar el amor. Si ambos consideran que han conseguido una conexión, pueden quitarse la venda virtual y seguir la cita con una videollamada cara a cara”, comentan. Aseguran que este evento es menos estresante para los participantes que las citas tradicionales. “Son citas a ciegas y se centran en las preguntas que suelen utilizarse para romper el hielo. Además, el estar conociendo a alguien sin ver su perfil o fotos, deja espacio para la intuición permitiendo tener una experiencia más auténtica. Por otro lado, se trata de un formato más liviano que ayuda a las personas a coincidir más rápido, lo que permite ahorrar tiempo, ya que solo los perfiles compatibles son los que se ponen en contacto”, explican.
Por su parte Closer tuvo 4.000 descargas en 24 horas de vida, una señal de que muchas personas quieren recuperar las técnicas de ligar de antaño… Pero ¿acaso no es una paradoja huir de las apps y necesitar una app para establecer contacto? Martín Zulueta, cofundador de Closer, explica que su pretensión es “solucionar el problema de que la gente ya no se atreve a hablar directamente a quien le gusta, por lo que hemos creado una app con la que materializar ese momento. No podemos decir que es ligar como antes, pero es lo que más se le acerca… Además, no se trata solo de un aliado para quienes no se atreven a hablar, sino para esos momentos en los que no puedes hacerlo porque estás con tu familia o en una reunión, por ejemplo. Hay muchas oportunidades que se pierden que no atienden sólo a la vergüenza”, asegura.
Jorge Basante, estudiante de publicidad de 22 años, es usuario de esta red. “Me hizo gracia saber que consistía en ver primero a alguien en persona y después, mandarle un guiño. Quise probar. Me está yendo bastante bien. El otro día estaba echando miraditas con otro chico, y poco después, cuando me metí en la app, vi que me había mandado un wink, por lo que respondí. Creo que este fin de semana quedamos”, explica.
“Creo que los que somos de la generación Z tenemos miedo a conocer gente a causa de los traumas generados en otras relaciones”, sostiene Bruno, otro usuario de la red de 23 años. “Como nuestra disponibilidad emocional es escasa, considero que apostar menos por conocer a gente por su apariencia, y apostar por la cercanía, puede aportar menos pensamientos negativos”.
Javier, operario de fabricación de 38 años, confiesa que se sintió atraído por Closer por “la forma que plantea de conocer a personas nuevas a medio camino de lo virtual y el mundo real. Pasamos tanto tiempo hablando por WhatsApp, que se nos olvida relacionarnos en el mundo real”.
Quienes todavía confían en poder conocer a gente sin necesidad de aplicaciones, pero sí con wifi, son los usuarios de Bored of Dating Apps, (Aburridos de las aplicaciones de citas, cuyas siglas en inglés forman, qué cosas, la palabra BODA). Consisten en una serie de eventos en el Reino Unido que se centran en lo que la organizadora Jessica Hope-Evans llama “citas más conscientes”. “¿Recuerdas la sensación de echar miraditas a un desconocido que te gusta en un bar? ¿Y el momento en el que comenzasteis a hablar? ¿Poder conocer cara a cara a alguien en un lugar físico, y no en una aplicación?”, pregunta la web de esta red, que aclara que sus eventos nada tienen que ver con el speed dating. Sencillamente se trata, aclaran, de celebraciones en las que todo el mundo está soltero. “Una de las mejores cosas de nuestras redes sociales es que todo el mundo está en la misma órbita. La gente que está harta de la cultura del aquí te pillo, aquí te mato se reúne en un mismo lugar”, dice la fundadora en su perfil de X.
¿Sigue habiendo un estigma por el ‘dating online’?
Como explicó a EL PAÍS Damona Hoffman, escritora y experta en citas, “Tinder ofreció a sus usuarios facilidad de uso y redujo el estigma de que el ligoteo digital es para fracasados”. Pero ¿realmente hemos dejado atrás ese estigma? “Vemos que la gente prefiere aún decir que ha conocido a alguien en la vida real, no en una plataforma. Lo que nosotros hemos logrado es que puedas decir que has conocido a alguien en ambos espectros”, dice Miguel Quevedo, director de arte de Closer.
Campos cree que el estigma depende de las generaciones. “Los más jóvenes se han criado en un entorno 100% digital, por lo que no les supone ningún problema, ya que lo tienen normalizado, conocer a alguien por redes sociales como Instagram o TikTok o apps de citas. Lo curioso es que este tipo de apps cada vez es más usada por gente mayor de 60 años, que ya no tiene complejo alguno a la hora de decir que han conocido a alguien por ese medio. En cambio, para los que tuvimos un pie en el mundo analógico y vivimos los comienzos de internet con cierta edad, sigue siendo un poco peliagudo, quizás porque en su momento, relacionarse a través de una pantalla se identificaba con gente con pocas habilidades sociales”, explica.
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