“No te ignoro, estoy disociando”: por qué un trastorno mental se ha convertido en un meme

El bum del término en TikTok o en momentos virales de ‘Operación Triunfo’ ha provocado que se visibilice un desorden y, al mismo tiempo, que se frivolice

Estar y no estar a la vez: la disociación tiene ecos literarios y muchas posibilidades virales, pero también es un trastorno que debe tratarse.

“¡Chicas, estoy tan disociada!”. Eran solo cuatro palabras en boca de Samantha Hudson, según la cantante entraba, el 14 de enero, en la academia de Operación Triunfo: estaba a punto de comenzar una charla que sería uno de los momentos más virales del mes. Pero antes, se declaraba disociada. De forma no literal,...

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“¡Chicas, estoy tan disociada!”. Eran solo cuatro palabras en boca de Samantha Hudson, según la cantante entraba, el 14 de enero, en la academia de Operación Triunfo: estaba a punto de comenzar una charla que sería uno de los momentos más virales del mes. Pero antes, se declaraba disociada. De forma no literal, al menos. O sea, que aquel momento (conocer a los triunfitos de Amazon Prime Video) era tan intenso que su cabeza era incapaz de procesarlo en tiempo real. El cuerpo estaba ahí, la cabeza no. Disociada. De un tiempo a esta parte, a tenor de las redes sociales, todo el mundo disocia un poco. “No te estaba ignorando, solo disociaba”, dice un meme. “Esto es disociar”, se lee en un vídeo de TikTok con una mujer que mira hacia un punto fijo sin prestar atención.

¿Qué es disociar? Literalmente: separar dos elementos que estaban unidos. Clínicamente: estar en un sitio de forma física pero no mental (de manera involuntaria) y sentir como ajenas las acciones. Es un mecanismo de defensa y un trastorno en potencia tras vivir sucesos traumáticos. No es disociar desconcentrarse cuando otra persona nos habla, el uso común que ha cobrado el concepto en internet. Pero los psicólogos avisan de que tomarse “con demasiado humor” un problema mental puede llevar a banalizarlo.

“Me di cuenta de que en ciertas conversaciones disociaba. No me enteraba de nada”, declara Elena González, de 26 años. Su psicóloga se lo diagnosticó tras el confinamiento. “Disocio cuando me enfrento a un estímulo ante el que no soy capaz de ordenar mis ideas”.

“Es como una sensación de irrealidad, que tu cuerpo no es tuyo, tu vida tampoco y no estás donde deberías”, describe Alicia (nombre falso), mujer en la treintena también afectada del trastorno. Acaba de dar a luz a su primer hijo. La maternidad y su estrés le llevan a tener más episodios disociativos. “No hay un momento concreto. Es más una emoción, algo automático”, afirma. La adultez y la entrada al mundo laboral tienen mucho que ver. “Aumentan las disociaciones y se hace necesario tratarlo”, defiende.

Sufrir por la separación del mundo terrenal y mental puede sonar a budismo o metafísica. Pero nada más lejos. Se trata de un recurso cerebral “ante una situación de estrés o sobresaturación”, indica Tauana Matias, directora de Implica Psicología. Según el SM5, manual de los psicólogos para los diagnósticos de trastornos mentales, hay tres tipos de trastornos disociativos. Este es el de despersonalización: “Es como sentir las acciones propias desde una lejanía, no como que eres otra persona, sino como alejarse del cuerpo y volver. No deja de ser una huida”.

Según la gravedad, se puede hablar de consecuencias serias, como “autolesión, ideas o intentos de suicidio, abuso con drogas, disfunción sexual, depresión, ansiedad, problemas con el sueño, la alimentación o las relaciones sociales y otros eventos físicos”, enumera Juan G. Castilla, doctorado en psicología clínica y de la salud por la UAM. “Es difícil que la persona que lo sufre sea consciente porque tiene un componente amnésico. No es quien vive o sufre esa realidad, es otra”.

El bum del término se ha convertido, por eso, en un arma de doble filo: se visibiliza a la vez que se convierte en latiguillo de moda, como lo fue la ansiedad, lo que a veces lleva a que se frivolice, romantice o, peor, autodiagnostique. “Todos podemos tener síntomas de un trastorno, estados bajos de ánimo, fobias o miedos. Lo importante es la intensidad y la duración, cómo afecta a la vida diaria”, recuerda Alicia Rodríguez. Para Castilla, es positivo que haya personas famosas que “desestigmaticen la salud mental”, pero advierte: “Son experiencias individuales que no atienden a reglas generales. Por ejemplo, la ansiedad se manifiesta de formas diferentes según quién la padezca. No hay que diagnosticarse en función a lo que diga gente con muchos seguidores”.

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