Hombres desesperados en busca de consuelo: así es la nueva antitendencia dadaísta de internet
Los TikToks agrupados bajo la etiqueta ‘Corecore’, que acumulan millones de visualizaciones, están concebidos para suscitar sentimientos de angustia y desolación en los espectadores, sobre todo en los jóvenes que se sienten frustrados
Habrá métodos más sofisticados para dejarse hundir en la tristeza que pasar la tarde entera viendo Corecore en el móvil, pero pocos tan específicos de nuestro tiempo. Parte de la generación Z (nacidos a partir de 1995) construye su identidad en TikTok. En esta red social proliferan miles de etiquetas que los usuarios emplean para definir el contenido, y también para autodefinirse. El Corecore, que ya acumula 2.000 millon...
Habrá métodos más sofisticados para dejarse hundir en la tristeza que pasar la tarde entera viendo Corecore en el móvil, pero pocos tan específicos de nuestro tiempo. Parte de la generación Z (nacidos a partir de 1995) construye su identidad en TikTok. En esta red social proliferan miles de etiquetas que los usuarios emplean para definir el contenido, y también para autodefinirse. El Corecore, que ya acumula 2.000 millones de visualizaciones, es una de ellas, y al mismo tiempo no se parece a ninguna. Soledad y angustia existencial son las palabras que mejor describen a esta comunidad nacida en internet. Lo más llamativo es que estas creaciones, que para algunos son un género artístico en sí mismo, están plagadas de mensajes anticapitalistas que insisten en denunciar la dimensión alienante y deshumanizada de las redes sociales. El algoritmo de TikTok ha materializado en tendencia su propio empacho, y los jóvenes han encontrado a un aliado inesperado en él.
El Urban Dictionary lo define como “una especie de arte deconstruido que trata de evocar emociones a partir de una serie de clips (visuales) a los que uno da su propio significado”. Nadie sabe con seguridad cuál es el origen de esta corriente. Diversas publicaciones citan un vídeo collage del usuario @masonoelle de enero de 2021 como uno de los primeros ejemplos de Corecore con repercusión dentro de la red social. John Rising, conocido en TikTok como @HighEnquiries, es considerado uno de los creadores del género. En una entrevista para Vice, explicó: “Realmente nunca sentí la necesidad de darle un nombre, solo estaba tratando de hacer vídeos que provocaran algún tipo de reacción en la gente”.
Los vídeos de Corecore son adictivos. Duran alrededor de un minuto. Son montajes visuales creados con escenas de cualquier rincón de internet. Vale todo: películas, memes refritos, vídeos virales, trozos de informativos o fragmentos de otras publicaciones de TikTok. Todo ello acompañado, casi sin excepción, por una banda sonora de tono melancólico. Por su intención de representar el vacío y el absurdo de la sociedad, algunos medios lo han comparado con el arte dadaísta de principios del siglo XX. También coinciden en su estructura caótica y antiestética. Sin embargo, las composiciones del movimiento encabezado por Tristan Tzara estaban entregadas al azar. En el Corecore hay un discurso inteligible. Se repiten patrones: soledad, depresión, consumismo, calentamiento global, toxicidad de las redes sociales o incapacidad para establecer relaciones humanas. El objetivo es exaltar los sentimientos, pero a través de una temática homogénea.
El origen exacto del término Corecore es confuso. Según la página web Know Your Meme la palabra fue utilizada por primera vez en Tumblr, en 2020. El sustantivo es un juego metalingüístico que dobla el sufijo –core, que en la cultura de internet se utiliza para definir una estética. Hay ejemplos de todo tipo: cottagecore (estética asociada a lo rural, a la naturaleza y a la tradición); witchcore (estética basada en la afición al mundo de la magia); normcore (estética que se relaciona con llevar un atuendo básico y sin pretensiones). Tanto los usuarios, como las marcas y la propia red social están atentas para identificar las últimas estéticas que triunfan dentro de la plataforma. Es importante entender que la palabra “estética”, que empezó siendo una disciplina de la filosofía que estudia la naturaleza de la belleza, se ha reformulado durante los últimos años. Decir que algo es estético pasó a significar que algo “nos gusta estéticamente”. Después, el significado del término siguió ampliándose y ahora, según explica Moises Méndez en un artículo de la revista Time, “abarca estados de ánimo, sentimientos y subculturas en torno a los cuales las personas pueden encontrar usuarios con ideas afines”.
Una estética es una comunidad
“La generación Z utiliza TikTok para construir su identidad”, afirma Álvaro L. Pajares, tiktoker y coordinador del libro Memeceno: La era del meme en internet (Caja Books), en conversación con ICON. Y la encuentra en cada comunidad o estética constituida con el sufijo -core. “Hasta ahora ninguna plataforma había conseguido ofrecer al usuario una experiencia tan específica y personalizada de su realidad. Lo hace creando microceldas o micronichos que reflejan una estética y una identidad concretas”, explica Pajares. “La novedad de TikTok frente a otras plataformas es que cada usuario tiene un feed [el flujo de publicaciones por las que se desplaza el usuario] diseñado a partir del contenido que consume y no de la gente a la que sigue”, indica. “Es la primera red social que entiende al cien por cien que ya no se trata de crear vínculos, sino que el negocio está en mantener a la gente viendo y creando contenido”, detalla.
No es la primera vez que se utilizan etiquetas para autodefinirse. “Tener una autodenominada “estética” ha sido una tendencia online desde los tiempos de los blogs Tumblr de principios de 2010; sin embargo, los parámetros de estas nuevas formas de apariencia estilística se han vuelto cada vez más precisos y se han entrelazado con el estilo de vida de cada uno”, dice la escritora Madison Huizinga, en su ensayo On Feeling Pretty When You Cry: “Cottagecore”, “That Girl” & Self-Aestheticization. Según la autora, TikTok ha propiciado un aumento de la estética de los nichos de internet. “Nunca antes se había visto tanto entusiasmo por categorizar ciertas opciones de estilo de vida para que encajen en definiciones online tan detalladas”, asegura. “Es muy reconfortante sentir que los intereses, aficiones y aspiraciones de uno son compartidos por los demás”, explica. “Internet ofrece excelentes foros para que los individuos lleguen a personas de fuera de sus comunidades físicas que tienen pasiones similares”.
“El Corecore es la antiestética de TikTok”, afirma Pajares. “La oveja negra de la generación Z que no encuentra su sitio dentro de ninguna etiqueta”, prosigue. Para ilustrarlo, compara al consumidor de Corecore con “un chaval que está sentado en un banco del centro comercial y no quiere entrar a comprar en ninguna tienda”. Varios autores han hablado de la trampa mercantilista que se esconde detrás del auge de los nichos de internet. Joana Girona, periodista especializada en cultura digital, afirma en un artículo publicado por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona: “El incremento de todas estas estéticas implica de manera directa un beneficio para el capitalismo digital, que comercializa y explota nuestros hábitos online e intenta vendernos o crear la necesidad de tener un determinado producto, como ha hecho siempre, pero ahora de manera más masiva y perversa”. Todavía con más contundencia se expresa la ensayista Rayne Fisher-Quann: “Todo el mundo está luchando por diferenciarse dentro de un algoritmo que existe para convertir tu personalidad en una mercancía”.
Lobos solitarios
“Últimamente, el Corecore es lo único que me hace sentir real”, comenta un usuario llamado Jett, en un vídeo bajo la etiqueta Corecore. “Te entiendo, hermano”, le responde king-manny, que no es el único en sumarse a este sentimiento. El Corecore es la comunidad de los que se sienten solos en un mundo cada vez más conectado. “Por eso son tan recurrentes las referencias al scroll down [desplazamientos de arriba a abajo en el móvil], a la adicción y a ver contenido vacío”, explica Pajares.
La soledad, y los problemas de salud mental que se derivan de ella son una de las grandes epidemias de nuestro tiempo. La crisis del coronavirus produjo un aumento de un 25% en el número de personas que sufren ansiedad y depresión. A principios de este año, un estudio de 40dB para la Cadena SER y EL PAÍS reveló la extensión del fenómeno de la soledad no deseada. Un tercio de los españoles “tiene muy pocos amigos o ninguno al que poder confiar algo importante”. Casi cuatro de cada diez querría pasar más tiempo acompañado del que pasa ahora mismo, y el 22% admite haberse sentido bastante o muy solo en el último año. Aunque tendemos a creer que quienes más acusan la soledad son las personas mayores, el sector de la población más afectado es el de los jóvenes: casi el 37% de los que tienen entre 18 y 24 años se sienten solos.
El algoritmo de TikTok parece haber dado forma a esta desesperación. La periodista Isabella Segalovich expresaba su preocupación porque “estos vídeos virales puedan llevar a aquellos que luchan contra la ansiedad y la depresión a una desesperación más profunda”, en un artículo de Hyperallergic. También por el “número cada vez mayor de hombres susceptibles de ser manipulados por los oportunistas de extrema derecha como Joe Rogan, Jordan Peterson y Theo Von”. La articulista señala las “apariciones frecuentes” de estos personajes en vídeos Corecore, que se combinan con “protagonistas masculinos solitarios, enfadados y, a veces, violentos de éxitos de taquilla como American Psycho, Blade Runner 2049, El club de la lucha y Joker”.
“Hay identidades o etiquetas que se superponen”, explica Pajares, que apunta directamente al concepto de sigma male para explicar esta dimensión del Corecore. “Es una versión alternativa del macho alfa dentro de la manosfera [foros antifeministas de internet]”, afirma. Según el experto, la conclusión a la que llegan los sigma male es que existen dos tipos de hombres en las relaciones de género: los alfa, que necesitan reafirmar constantemente su posición en el grupo; y los beta, que no son capaces de sostener esa atención. “Después de leer a gente como Jordan Peterson, el sigma male se da cuenta de que su poder reside en no necesitar validación externa, ser emocionalmente autónomo y ser capaces de llevar una vida solitaria”. Las referencias que normalmente se suelen asociar a este tipo de masculinidad son, precisamente, figuras como la de Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho (2000), o el personaje de Ryan Gosling en Blade Runner 2049 (2017). “Se trata de una masculinidad que podría considerarse tóxica porque aunque tiene una concepción de los roles de género, la manera que ha tenido de deconstruirse ha sido a través del discurso de Jordan Peterson”, sostiene Pajares. “El Corecore no tiene porque ser negativo, pero el germen está ahí. El odio a TikTok es también el odio del hombre solitario, que se reafirma en su propia autonomía aunque en realidad, igual que todos, también le gustaría tener atención”.
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