La carta del director: lee, ¡es nuevo!

Todo es nuevo en nuestro número de marzo de la revsita ICON, excepto una cosa: el entusiasmo con el que la hacemos. Ese es el mismo que en 2013

El diseñador gráfico Milton Glaser (que posa en su estudio neoyorquino en 2014) siempre ha sido una inspiración en la redacción de ICON, pero durante un proceso de rediseño ha estado más presente que nunca.Neville Elder (Corbis via Getty Images)

Sex is natural, sex is fun, cantaba George Michael. El sexo es natural, el sexo es divertido. Lo mismo pasa con el cambio, y este es un nuevo ICON. Posiblemente se haya dado cuenta por sutilezas como el formato —más esbelto—, la tipografía de portada —sin serifa— o el logo, ligeramente condensado. Porque le encanta, no sabe por qué. O porque le espanta, que también puede pasar. Hay antecedentes. Cada vez que rediseñaban una revista, ...

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Sex is natural, sex is fun, cantaba George Michael. El sexo es natural, el sexo es divertido. Lo mismo pasa con el cambio, y este es un nuevo ICON. Posiblemente se haya dado cuenta por sutilezas como el formato —más esbelto—, la tipografía de portada —sin serifa— o el logo, ligeramente condensado. Porque le encanta, no sabe por qué. O porque le espanta, que también puede pasar. Hay antecedentes. Cada vez que rediseñaban una revista, Milton Glaser y Walter Bernard cosechaban tan coloridas críticas que, en 2019, cuando se publicó un volumen que recopilaba su brillante carrera de medio siglo como directores de arte, no pudieron evitar poner los peores comentarios en las guardas. “Si planeaban irritar y frustrar al lector con su nuevo diseño, les aseguro que lo han conseguido más allá de sus más salvajes expectativas”, bufaba un suscriptor de The Atlantic en 1981. “Este nuevo formato, en una palabra, apesta”, declaraba otro en Time, en 1977. “¡Caballeros! Existe una cosa llamada buen gusto”, advertía alguien, indignado, por culpa del nuevo New York, en 1968.

Glaser recordaba en el mismo libro —Mag Men, publicado por Columbia— que cuando Jean Prouvost le encargó replantear Paris Match, en 1972, empezaron un viernes a las 17:30 y trabajaron hasta bien entrada la madrugada, sin parar “salvo para comer unas pocas docenas de ostras”. Retomaron la mañana siguiente hasta las ocho de la tarde y el domingo ya tenían la receta: más unidad, más claridad en el diseño y menos elementos decorativos para que las páginas parecieran más “periodísticas”; una nueva tipografía gótica, y el mítico logo intacto en su característica caja roja. Igual excepto por la esquina de la página, que se doblaba sobre sí misma y gritaba en letra negra con fondo amarillo: ¡NUEVO! Era un viejo truco. En EE UU, le dijo Glaser a los editores, las ventas de cualquier cosa subían un 20 por ciento si ponías una pegatina con la palabra “nuevo” en el paquete.

Son otros tiempos. Yo no sabría dónde comprar ostras la madrugada de un cierre, tampoco sé qué cara pondrían en el departamento de contabilidad al pasar el gasto y dudo que, en 2022, se puedan aumentar las ventas dos dígitos solo con un letrero que diga cómprame. Sí considero que, en un momento en el que algunas cabeceras están abandonando sus versiones impresas —las próximas serán, en abril, las ediciones estadounidenses de InStyle y Entertainment Weekly—, tenemos el deber de no dar el formato por sentado. Este número de ICON tiene una nueva estructura, con tres grandes secciones en lugar de cinco; un nuevo repertorio tipográfico y nuevas puestas en página, cortesía de nuestro equipo de arte, capitaneado por Diego Areso. Hay más imagen y también más lectura, para intentar seguir cumpliendo nuestro principio fundacional: que cualquiera que coja la revista disfrute tanto como nosotros haciéndola.

El contenido de este número de marzo celebra el talento joven. Sin pegatinas pero con Manu Ríos, nuestro hombre de portada, niño prodigio del teatro musical, millonario en followers y ahora estrella televisiva. Con Rojuu, otro prodigio del pop, 18 años recién cumplidos, seis discos en su haber y protagonista de un reportaje en la página 98. Con una selección de creativos madrileños que hace olvidar cualquier pesadilla de la política local. Y con Guitarricadelafuente, Suzanne Lindon y Flavia Marsano. Talentos que no necesitan a sus mayores para florecer, está claro. Nosotros solo creemos en el gusto de trabajar con ellos y en la obligación de inmortalizarlos.

Alguna vez hemos dicho en esta misma carta que hacer revistas es el mejor trabajo del mundo. Lo es. Y claro que nos importan las reacciones. Milton Glaser y Walter Bernard tenían tan buenas críticas que, a la postre, se permitieron publicar las malas. Yo ni en broma. Gracias, como siempre, por leernos.

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