“No existía un lugar así en España”: así es la recién llegada Casa de la Arquitectura
La apertura en Madrid del nuevo museo podría entenderse como una operación de lavado de imagen de un colectivo profesional vituperado. Pero sus objetivos son bastante más ambiciosos: “Nuestro fin es concienciar sobre la incidencia de la arquitectura de calidad en nuestras vidas”
En sus buenos tiempos como presidenta de la Comunidad de Madrid, mucho antes de cantar en un talent show disfrazada de mariposa galáctica, Esperanza Aguirre protagonizó uno de sus momentos más polémicos al proponer, en tono jocoso, la pena de muerte para todos los arquitectos. “Me caen mal porque sus crímenes perduran más allá de su propia vida”, siguió desarrollando para contextualizar el arrebato homi...
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En sus buenos tiempos como presidenta de la Comunidad de Madrid, mucho antes de cantar en un talent show disfrazada de mariposa galáctica, Esperanza Aguirre protagonizó uno de sus momentos más polémicos al proponer, en tono jocoso, la pena de muerte para todos los arquitectos. “Me caen mal porque sus crímenes perduran más allá de su propia vida”, siguió desarrollando para contextualizar el arrebato homicida (aunque después expresó arrepentimiento por tales palabras). No por casualidad, todo aquello sucedía en su visita a un edificio consistorial que había obtenido, precisamente, varios premios de arquitectura. Más allá del revuelo que entonces se montó, incluida un protesta del Colegio de Arquitectos, las palabras de Aguirre tenían la virtud de representar con fidelidad cierta corriente de opinión bastante generalizada que –de manera similar a lo que sucede con el arte contemporáneo–, ante el esfuerzo que implica discriminar entre buena y mala arquitectura, opta por el rechazo en bloque como estrategia.
Sería complicado rastrear los orígenes de la mala fama de los arquitectos, aunque en nuestro país el legado del desarrollismo y el encuentro entre la especulación inmobiliaria y el culto a los nombres estelares, ocasionalmente aderezado con la especia de la corrupción política, constituyen influencias que no puede soslayarse. Desde esa perspectiva, la apertura en Madrid el pasado 19 de diciembre de un nuevo museo llamado la Casa de la Arquitectura podría entenderse como una operación de lavado de imagen de un colectivo profesional vituperado. Pero sus objetivos son bastante más ambiciosos.
“Teniendo claro que la arquitectura es una herramienta muy potente, nos parecía fundamental que existiera una institución capaz de comunicar sus valores a la sociedad”, explica a ICON Design Iñaqui Carnicero, Secretario General de Agenda Urbana y Vivienda del actual gobierno español y principal impulsor del proyecto que ahora ha visto la luz. La Casa de la Arquitectura se ubica en la arquería de los Nuevos Ministerios, el complejo diseñado para el Paseo de la Castellana por el arquitecto Secundino Zuazo, cuya construcción comenzó en 1933, durante la Segunda República, y finalizó en 1942, ya bajo la dictadura franquista. El día de la inauguración del museo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pronunció un discurso en el que se citaba al propio Zuazo, aparte de a Walter Gropius, fundador de la escuela Bauhaus, y al arquitecto y tratadista romano Vitruvio, lo que ya habla de una evolución en el acercamiento al hecho arquitectónico por parte de las instituciones.
“El fin de la Casa de la Arquitectura es concienciar sobre la incidencia de la arquitectura de calidad en nuestras vidas”, prosigue Iñaqui Carnicero. “Que, como aprendimos durante la pandemia, tiene que ver con cuestiones de salud, pero también con otras cosas. La arquitectura no es una disciplina elitista, que solo deba interesar a los propios arquitectos y unos pocos entendidos, sino que sirve para encarar algunos de los retos a los que todos nos enfrentamos como sociedad. Por ejemplo, el medioambiental: hay que entender que la mayor parte de las emisiones de CO2 la producen los edificios. Pero también afecta a cuestiones sociales o de igualdad, como la accesibilidad universal. Por otro lado, hay que destacar cómo la rehabilitación del patrimonio histórico de nuestro país sirve de elemento tractor de turismo y mejora la economía de las regiones afectadas”.
La Casa de la Arquitectura se plantea como un proyecto doble, con un espacio físico y otro virtual. Este último consiste en una página web que, entre otros apartados, incluye una enciclopedia con profesionales, proyectos o eventos arquitectónicos. “Hemos empezado con unas 5.000 entradas, que se integran en una línea temporal que permite establecer asociaciones, y que puede utilizarse con fines lúdicos, pero también de estudio”, detalla Carnicero. “Además, incluiremos recorridos relacionados con cine, gastronomía u otros aspectos culturales para mostrar el lado multidisciplinar de la arquitectura”.
En cuando la vertiente material, se ha inaugurado con tres exposiciones. La primera de ellas, Ecosistemas.zip, se centra en los procesos de trabajo de la actual arquitectura joven. La segunda, La construcción de un país, comisariada por el arquitecto y editor Moisés Puente, reúne unas sesenta maquetas de edificios construidos por arquitectos españoles desde el inicio de la democracia hasta el presente en distintos puntos de la geografía nacional. Nameless models, que el pasado octubre ya formó parte de la I Bienal de Arquitectura Joven de Cataluña, está comisariada por los jóvenes profesionales Laura Solsona, Eduard Fernández, Arnau Pascual y Marina Povedano y, a través de maquetas de proyectos no identificados, visibiliza los intereses de los nuevos estudios mientras formula una crítica del uso de las imágenes en la arquitectura que, desde los renders hasta las fotos de Instagram, corren el riesgo de banalizar la propia labor que difunden.
Marina Povedano considera que la Casa de la Arquitectura es una iniciativa importante y necesaria. “No existía un lugar así en España”, destaca. “Está bien que se reconozca la labor de los arquitectos, pero, además, que se cree una conciencia cívica. Que los niños de ahora vayan a visitarla servirá para que aprecien más el paisaje urbano y la calidad arquitectónica. Y, cuando les llegue el momento de alquilar un piso o se les pida que contribuyan a procesos participativos para la elaboración de una plaza, tendrán un criterio más formado”. Pero a esto le añade un elemento de autocrítica también fundamental: “Estar aquí nos obliga a explicar nuestra labor a la ciudadanía. Así que, ¿limpiará este proyecto la imagen de los arquitectos? Quizá, pero sobre todo a nosotros mismos nos ayudará a ser más críticos con lo que hacemos”.
Es importante apuntar que este no es un proyecto nuevo. Su creación ya fue aprobada por un Real Decreto en el año 2006, y originalmente la idea era dividirlo en dos sedes físicas, una en Salamanca y otra en Barcelona. Pero la iniciativa sufrió varios parones y no tomó forma definitiva hasta que la retomó el equipo de Iñaqui Carnicero. “Cuando llegué al Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana yo ya conocía bien el proyecto, porque como arquitecto me presenté al concurso de rehabilitación del espacio en Salamanca, que se falló, pero no llegó a realizarse”, recuerda el Secretario General. “Durante el proceso participativo para elaborar la Ley de la Arquitectura vimos claro que la estrategia de dar un impuso a la arquitectura española debía materializarse en esa Ley, que en efecto se aprobó en junio de 2022 en el Congreso de los Diputados, pero que también tenía que crearse una institución, que es esta”.
Inicialmente se pensaba en otro edificio del centro de Madrid para acogerla, pero su rehabilitación habría alargado los plazos. “Entonces vimos la opción de este otro lugar, que pertenece al Ministerio de la Vivienda y Agenda Urbana, y que había rehabilitado el estudio Frade Arquitectos tras haber ganado un concurso, y nos pareció perfecto. Se ha recuperado el espacio original, creando una entreplanta, para que sea lo más respetuoso posible con el edificio original de Zuazo”.
El centro tiene categoría de Museo Nacional y pertenece a la Red Estatal de Museos Nacionales, como el Prado, el Reina Sofía o el Thyssen-Bornemisza. Sin embargo, aún no dispone de una dirección, para cuya selección y nombramiento, según Iñaqui Carnicero, se seguirá una metodología transparente: “El concurso se lanzará una vez se hayan consolidado todos los puestos. Entre tanto, hemos sacado otros concursos para seleccionar las siguientes exposiciones, y también uno independiente para el comisariado de la web. Vamos a lanzar en breve la convocatoria para ampliar el museo hacia el otro lado de la arquería, porque el espacio actual se queda algo escaso. Y, en paralelo, estamos emprendiendo una iniciativa de mediación cultural para haya actividad constante: queremos que esté lleno de colegios, de gente de la tercera edad, y en general de personas interesadas por la arquitectura y la cultura”.
Carnicero se muestra especialmente satisfecho de que la inauguración reuniera a unos 2.000 invitados: “No recordaba un acto relativo a la arquitectura que atrajera a tanta gente. Y el comentario general fue que ya era hora de que la arquitectura volviera a tener presencia en la ciudad y que nos pudiéramos reunir para hablar de cómo están las cosas y cómo trabajar en posiciones que vengan a sumar”.
“Este museo sirve para hacer entender que el paisaje urbano de calidad mejora la vida de las personas”, indica Marina Povedano. “No ya para que sean arquitectos, sino ciudadanos más conscientes”. En esa misma línea se expresa Iñaqui Carnicero: “Nuestra esperanza es que, a través de esta Casa y de otras iniciativas similares, la gente sea consciente de que los edificios que hay en nuestros barrios definen la escenografía de nuestras vidas, y que, por tanto, tenemos que cuidarlos. Hay que pedir una arquitectura de calidad, y negarnos a que construyan bodrios delante de nuestra casa. Porque todos tenemos un derecho a decidir qué queremos para nuestras ciudades”.