Tejado a dos aguas, ventanas, metal y madera: la casa del futuro es tan barata como una vivienda social
La empresa danesa Velux presenta en Copenhague un proyecto de arquitectura experimental que utiliza formas tradicionales para construir casas más baratas, más sostenibles y más eficaces
Desde principios de julio, Jernbanebyen, un terreno perteneciente a la empresa nacional de ferrocarriles de Dinamarca, a las afueras de Copenhague, acoge un singular experimento. Son siete pabellones de madera que la empresa Velux, con la colaboración del estudio de arquitectura Effekt, ha construido para demostrar que su compromiso va más allá de producir las ventanas de tejado más famosas del mundo. Estas edificaciones son, como explican sus responsables, tan baratas como una vivienda social, eficientes energéticamente y también sostenibles: sus emisiones de dióxido de carbono son tres veces...
Desde principios de julio, Jernbanebyen, un terreno perteneciente a la empresa nacional de ferrocarriles de Dinamarca, a las afueras de Copenhague, acoge un singular experimento. Son siete pabellones de madera que la empresa Velux, con la colaboración del estudio de arquitectura Effekt, ha construido para demostrar que su compromiso va más allá de producir las ventanas de tejado más famosas del mundo. Estas edificaciones son, como explican sus responsables, tan baratas como una vivienda social, eficientes energéticamente y también sostenibles: sus emisiones de dióxido de carbono son tres veces más bajas que las de una vivienda similar, construida con materiales convencionales. Y, además, para elaborarla no ha sido necesario recurrir a materiales inéditos, sino a productos asequibles y fácilmente disponibles en el mercado: madera, conglomerado, metal, vidrio y cerámica.
Sin embargo, uno de los aspectos más llamativos del proyecto Living Places Copenhaguen es la silueta de los edificios: todos tienen un tejado a dos aguas en el que la arista superior ha sido sustituida por una franja plana; algo así como una mezcla entre un tejado abuhardillado y uno holandés, con la peculiaridad de que el tejado y la fachada se unen en el primer piso. Puede parecer un formato habitual en los países escandinavos, pero aun así depara algunas sorpresas. Por ejemplo, el ángulo del tejado permite tener lo mejor de ambos mundos. Por un lado, una inclinación moderada, que permite aprovechar el espacio en la segunda y la tercera planta, con paredes casi verticales. Por otro, una mejor ventilación y distribución de la luz. “El techo superior plano permite instalar los paneles solares de un modo más eficiente, y también deja entrar la luz de forma cenital en el dormitorio, dándole una iluminación muy especial”, explica Tue Foged, uno de los fundadores del estudio Effekt. “La inclinación permite aprovechar más el espacio. Y lo normal en una casa de tres plantas es que haya una fachada muy alta. Pero esto permite que el sol incida de forma diferente y que llegue incluso al espacio entre las viviendas, aunque haya poca distancia entre ellas”.
De los siete pabellones, cinco son espacios más o menos experimentales, empleados como invernadero o aula de formación, y dos de ellos tienen la forma de viviendas unifamiliares totalmente equipadas. Una de ellas ha sido revestida de madera al completo, y la otra cuenta con elementos prefabricados y estandarizados que permiten desmontarla y transportarla con facilidad a otra ubicación. “No hemos utilizado nada de hormigón, y las instalaciones están integradas en la propia construcción”, añade Foged. Basada en cinco criterios (saludable, sencillo, asequible, prolongado en el tiempo y escalable), esta construcción ligera y eficiente que distribuye la circulación del aire y de la luz por igual entre las tres plantas, es una apuesta por repensar los métodos de construcción. También es un ejemplo, por supuesto, de las posibilidades que ofrecen las ventanas de Velux. Pero, advierten sus responsables, estas viviendas no son un showroom ni una simulación para mostrar su producto, sino algo mucho más ambicioso.
Así lo reafirma Tina Mayn, vicepresidenta ejecutiva de producto de Velux. “Hace dos años hicimos nuestra estrategia de sostenibilidad y decidimos centrarnos en el sector de la construcción, porque es un ámbito en el que hay pocos actores con una presencia tan global como Velux”, explica sobre el terreno. “También tenemos que velar por la sostenibilidad de la empresa, y demostrar que es posible construir de forma sostenible y sin descuidar la salud del edificio. Ahí es donde entra nuestro producto, porque el aire y la luz son la base de lo que hacemos”.
No es un argumento dictado por el marketing, sino por la propia historia de la empresa. En los años cuarenta, Villum Kann Rasmussen fundó Velux, cuyo nombre procedía de los términos latinos ventus (viento) y lux (luz). En la Dinamarca de después de la II Guerra Mundial, la escasez de vivienda llevó a muchas personas a vivir en áticos, buhardillas o desvanes que antes no se empleaban con fines residenciales. Y de ahí surgió la idea de abrir ventanas en los tejados a dos aguas, estratégicamente ubicadas para proporcionar luz y ventilación sin exponerse a la lluvia. Había nacido un producto pionero que, hasta hoy, sigue asociado a la marca que lo creó. “Para nosotros, la salud es fundamental a la hora de edificar”, apunta Mayn. “Tenemos un equipo especializado en estudiar el aire desde un punto de vista sanitario. Con la pandemia, por ejemplo, todo el mundo comprendió la importancia de vivir en casas bien ventiladas. Y esto es un paso más allá”.
Living Places, el proyecto de arquitectura experimental que puede verse hasta el año que viene en la capital danesa, es una investigación aplicada cuyos resultados están disponibles para quien quiera consultarlos. “Este proyecto está realizado con código abierto. No vendemos estos prototipos, queremos que se democraticen”. Desde el punto de vista empresarial, algo así solo es concebible en una compañía con la independencia suficiente. Velux, aunque está implantada en todo el mundo, sigue siendo una empresa familiar. “La innovación social está en nuestro ADN, y una empresa que cotizara en bolsa posiblemente no podría permitirse este tipo de inversión, porque estaría más preocupada por los resultados del próximo trimestre. Pero nuestros propietarios piensan a largo plazo”.