Muebles inspirados en cantos rodados, abrigos de cinco metros y una silla que ya está en los museos: la imparable vida de Faye Toogood
Dejó ‘The World of Interiors’ para fundar Toogood, el estudio con el que ha dado la vuelta al mundo. Ahora presenta una colección para la firma de ropa de trabajo Carhartt WIP, versión asequible de sus deseadas prendas ‘unisex’
En septiembre de 2012, más de 40 abrigos con aspecto gastado flotaban como el Fantasma de las Navidades Pasadas sobre una de las callejuelas que irradia la plazuela de Seven Dials de Londres. Manchados de pintura, los abrigos medían dos metros y medio y formaban parte de una instalación artística creada por el estudio de diseño Toogood en el marco del London Design Festival. La idea era recordar a los ciudadanos una parte olvidada de la historia de su ciudad. “Mi hermana...
En septiembre de 2012, más de 40 abrigos con aspecto gastado flotaban como el Fantasma de las Navidades Pasadas sobre una de las callejuelas que irradia la plazuela de Seven Dials de Londres. Manchados de pintura, los abrigos medían dos metros y medio y formaban parte de una instalación artística creada por el estudio de diseño Toogood en el marco del London Design Festival. La idea era recordar a los ciudadanos una parte olvidada de la historia de su ciudad. “Mi hermana Erica y yo quisimos homenajear a los oficios tradicionales de Reino Unido que desaparecieron de esa parte de Londres. En cada uno de los 40 abrigos que colgamos en la calle, pusimos una etiqueta gigante con el nombre del oficio que representaba”, explica por correo electrónico la diseñadora británica Faye Toogood, fundadora del estudio junto a su hermana.
De ese proyecto salió la idea de la primera colección de ropa de Toogood, conocida hasta entonces por sus muebles y proyectos de interiorismo. La colección del estudio se componía de ocho abrigos en representación de ocho oficios como el de lechero, el de apicultor, el de barrendero o el de trabajador de plataformas petrolíferas. “En Toogood le damos mucha importancia a la utilidad y la funcionalidad. Por eso nos inspiramos en la ropa de trabajo”.
Diez años después, Toogood ha encontrado en los valores que encarnan los uniformes de trabajo un elemento común con la marca Carhartt, fundada en Detroit a finales del siglo XIX para vestir a los obreros de la ciudad (y hoy parte del uniforme de cualquier urbanita cool que se precie). El estudio y la firma estadounidense acaban de lanzar Toogood x Carhartt WIP, una colección cápsula de prendas de algodón reciclado. Los distintos diseños combinan siluetas icónicas de ambas marcas como la chaqueta Michigan de Carhartt WIP y la Photographer de Toogood, caracterizada por los dos enormes bolsillos que lleva incorporados la chaqueta en la parte frontal: “Sirven para almacenar cualquier tipo de kit de accesorios”, explica la inglesa. El proceso creativo que dio como resultado la colección fue uno de los atractivos de la pasada edición del Salone del Mobile de Milán, donde Toogood volvió a jugar con la escala de las prendas para que el público de la feria apreciara mejor los detalles de sus diseños. “Hice tres de las prendas de la colección con 5 metros de largo y se las puse a tres muñecos gigantes de cartón y alambre”, explica la diseñadora. “Al aumentar la escala de las piezas y vestir con ellas a nuestros títeres, las formas y la artesanía de nuestro trabajo se ven de una manera completamente distinta. ¡Los botones parecían platos!”.
Faye Toogood se inspira en los uniformes para crear su ropa, pero como diseñadora tiene muy poco de estándar. Licenciada en Historia del Arte en la Universidad de Bristol, la británica comenzó su carrera profesional como directora de interiores de la revista de decoración The World of Interiors, una institución donde trabajó ocho años. Luego, le entraron ganas de saltar de las páginas de la publicación a las casas de sus lectores. “Empecé en el mundo de las revistas porque me interesaban la reinvención y el cambio y eso es exactamente lo que me permitía hacer ese trabajo: cada mes tenía que crear un nuevo concepto para un interior”, señala Toogood. “Sin embargo, me di cuenta de que los espacios que diseñaba eran solo para la página, por lo que nadie los experimentaba realmente. Nada más dejar la revista, me dediqué al interiorismo y empecé a diseñar espacios, sobre todo para tiendas de moda. Luego descubrí que los muebles que necesitaba no existían. Así fue como empecé a crear mi propio mobiliario”.
En 2014, Toogood lanzó la silla Roly-Poly, sin duda el mueble más emblemático de su estudio: cuatro patas gruesas que sostienen un asiento redondeado y que le dan el aspecto de una amable criatura. La pieza es tan icónica que en la actualidad forma parte de la colección permanente de museos como el Philadelphia Museum of Art o el Denver Art Museum, pero Toogood no se durmió en los laureles y siguió explorando otros campos como la moda o el arte. En su muestra del último Salone del Mobile de Milan, la diseñadora expuso junto a sus gigantes de alambre y cartón las nuevas piezas de Cobble, una colección de taburetes y mesitas hechas de cerámica e inspiradas en los cantos rodados que hay en las orillas de los ríos o las playas de piedra que, como es habitual en el estudio Toogood, rompe los límites entre arte, diseño y artesanía o entre mobiliario y escultura. Para Toogood, esa visión holística del diseño es su seña de identidad.
“Como no tengo una formación de carrera en el mundo del diseño, me siento libre de pensar las cosas a mi manera sin someterme a una fórmula concreta para trabajar”, explica la creadora. “La idea de no poder diseñar algo que quiero hacer solo porque no entra dentro de mi campo profesional limita demasiado las cosas”.
Según ha reconocido muchas veces, la mezcla entre esa falta de un diploma que la acredite formalmente como diseñadora y sus continuas idas y venidas del diseño al arte o del mundo del mueble al de la ropa le ha hecho sufrir el síndrome del impostor. Éxito tras éxito, Faye Toogood va convenciéndose de que es diseñadora, pero dice que se sentiría más cómoda si pudiera presentarse como remendona. “Cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, mi madre se encargaba de hacérnoslo todo, desde los cereales hasta el pan o la mermelada. La idea de que una tenga que apañárselas por sí sola para hacer y arreglar las cosas ha estado siempre presente en la manera en que enfoco mi trabajo”.