George Clooney explica por qué ha decidido vivir en una granja en Francia: “Me preocupaba criar a nuestros hijos en la cultura de Hollywood”
El actor y su mujer se fueron de Los Ángeles tras el nacimiento de sus mellizos para alejarse de la exposición. A pesar de su discreción, el intérprete se ha abierto en una entrevista en la que muestra su lado más familiar
George Clooney (Kentucky, 64 años) fue el séptimo actor mejor pagado en 2024, según la revista Forbes, con unos ingresos brutos estimados en 37 millones de dólares (31,7 millones de euros) solo el año pasado. Su fortuna total se estima en 520 millones de dólares (más de 445 millones de euros), posicionándolo como el sexto intérprete más rico del mundo. Pero también sabe lo que es tener lo justo para sobrevivir. “Cuando Clooney tenía 18 años, cortaba tabaco por tres dólares la hora. Ha vendido seguros puerta a puerta y dormía en el suelo de un armario mientras hacía audiciones para ser actor”, recuerda Esquire en una entrevista con él publicada este lunes 6 de octubre. Clooney cuenta que pasó buena parte de su infancia en una granja y que, de niño, odiaba la idea. Pero ahora que es padre de mellizos, en cambio, piensa que es el lugar ideal para crecer. “Sí, tenemos mucha suerte”, dice sobre el privilegio de que sus hijos puedan crecer en una granja en Francia, alejados de la pompa hollywodiense.
El actor y su mujer, la prestigiosa abogada Amal Clooney (Beirut, 47 años), decidieron irse de Los Ángeles tras el nacimiento de Ella y Alexander, ahora de ocho años. La familia reside desde 2021 en una “granja”, según la define él, en Brignoles, al sur de Francia, pero no es una granja cualquiera. La finca incluye una mansión del siglo XVIII de 900 metros cuadrados, con piscina y pista de tenis. Se extiende en 172 hectáreas de terreno, que incluyen bosques, un olivar, un viñedo, un lago y un campo de lavanda. “Para ellos [sus hijos], es como... no están con sus iPads, ¿sabes? Cenan con los adultos y tienen que recoger sus platos. Tienen una vida mucho mejor. Me preocupaba criar a nuestros hijos en Los Ángeles, en la cultura de Hollywood”, explica el intéprete de Ocean’s Eleven. “Sentía que nunca iban a tener una oportunidad justa en la vida. En Francia, a la gente le da igual la fama. No quiero que vayan por ahí preocupados por los paparazis. No quiero que los comparen con los hijos famosos de otras personas”, zanja sobre la decisión de irse de la llamada meca del cine.
El entrevistador, Ryan D’Agostino, pasa el día entero con Clooney y su familia, incluyendo una comida a la que también están invitados tíos y primos. Una comida en la que, según relata, el oscarizado actor ejerce de anfitrión y va levantando las tapas de las bandejas para mostrar lo que hay dentro: pasta al limón, pollo, tomates de su propio huerto... “Y por suerte para ti, no cociné nada”, bromea con él Amal. “¡Ella, Alexander! Si mamá cocina, ¿qué pasa?”, le sigue la broma el intérprete delante del periodista. “¡Todos morimos!”, responden los niños al unísono, según describe.
La entrevista está plagada de momentos cotidianos como ese. Los niños jugando a policías y ladrones mientras Clooney los advierte de que tengan cuidado bajando las escaleras; el actor curándole una picadura de abeja en el pie a su hijo mientras su mujer atiende una videollamada en el piso de arriba; o Amal mandando a su hija como emisaria para acabar disimuladamente con la entrevista después de siete horas. También está llena de confesiones del intérprete: cuenta, por ejemplo, la terrible resaca que sufrió después de una fiesta tras la gala de los premios Tony, donde su obra Buenas noches y buena suerte estuvo nominada a cinco galardones. “Al día siguiente vomité todo el día; fue divertidísimo. Estaba como un borracho de instituto. Como un borracho de mierda”. O cuando confiesa que tuvo un sueño —o pesadilla— “muy raro” en el que Harrison Ford intentaba ligar con su mujer. “Entraba en casa y veía un jacuzzi en medio de la cocina, y Amal estaba en el jacuzzi con Harrison Ford. Y entonces salían y yo le preguntaba: ‘¿Qué haces, Harrison?’. Y él decía: ‘Ah, ya sabes’.Y luego subían al coche y se sentaban delante, así que yo tenía que sentarme atrás, como si fuera el niño. Y le decía: ‘¡Esta es mi mujer!’. Y Amal decía: ‘Oh, relájate, ¿quieres?”, detalla. Una semana después, coincidieron en una fiesta y se lo contó al propio Ford, quien le respondió: “Esto me pasa siempre”.
Esta apertura de la familia Clooney contrasta con el secretismo con el que suelen tratar su vida privada. En una entrevista reciente con Glamour, Amal reveló que, cuando tienen visitas en su casa, les quitan los teléfonos móviles para crear un espacio seguro. “Es importante encontrar ese equilibrio: pasar tiempo a solas con la familia y con los amigos, donde la gente sienta que se puede tener una conversación segura y sincera. Ser madre implica sentirse más afectada por algunas intrusiones. Por eso, hacemos todo lo posible para minimizar cualquier impacto en nuestros hijos. No los exponemos, nunca hemos publicado su foto ni nada parecido”, aseguró.
No los muestran en público, pero sí que hablan a veces sobre ellos. George Clooney hizo unas divertidas declaraciones sobre sus hijos en la alfombra roja de los premios Tony de este año. “Quieren ver a Taylor Swift”, confesó. A sus ocho años, el resto de famosos que puedan pasar por casa para visitar a sus padres no les impresionan, según contó. “Lo más gracioso es que no tienen ni idea de las referencias. Robert De Niro viene a casa y ellos preguntan: ‘¿Quién es ese?’. Les da igual”, comentó. Luego reveló que, a pesar de su desconocimiento de las leyendas del cine, tanto Ella como Alexander son grandes fans de Wicked. “Están deseando ver la segunda parte”, declaró a E! News.