Lali Espósito: “Cuando me siento abrumada, pienso en Messi”
La polifacética artista argentina, referente generacional desde que era solo una niña, aspira a volver a conquistar las pistas de baile veraniegas uniéndose a la cantante Vicco en una nueva versión de su éxito ‘Nochentera’
Todo juega a favor de obra. En un céntrico hotel de la capital madrileña, de inspiración rockera, Lali Espósito (Buenos Aires, 31 años) se sube a la barra del bar para posar frente a la cámara. Lo hace con determinación, aunque advierte sarcástica: “A ver si me van a echar del bar… Tampoco sería raro”. En el hilo musical suena Man on the Moon de R.E.M, por el hall aparece una artista española que saluda afectuosa a la protagonista de esta entrevista y...
Todo juega a favor de obra. En un céntrico hotel de la capital madrileña, de inspiración rockera, Lali Espósito (Buenos Aires, 31 años) se sube a la barra del bar para posar frente a la cámara. Lo hace con determinación, aunque advierte sarcástica: “A ver si me van a echar del bar… Tampoco sería raro”. En el hilo musical suena Man on the Moon de R.E.M, por el hall aparece una artista española que saluda afectuosa a la protagonista de esta entrevista y las paredes están decoradas por instrumentos y artículos varios que un día pertenecieron a estrellas internacionales. Bien podría encontrarse enmarcada aquí una prenda de esta cantante y actriz argentina, que se escapó con 11 de años de casa para acudir a un casting y convertirse, en apenas unos meses, en un ídolo de masas en toda Latinoamérica gracias a series como Floricienta o Casi Ángeles. Después, se reinventaría en una de las solistas pop más escuchadas e influyentes y se curtiría como actriz con la serie Sky Rojo (Netflix) hasta disfrutar de un estatus de diva generacional que abraza en uno de sus últimos temas. “Fito Páez me dijo una vez que una diva no es vacía, que una diva tiene historia y repertorio. Para mí, aunque la respeto y es una gran empresaria, Kim Kardashian no es una diva. A mis ojos, divas son Britney, Madonna, Mercury, Cher…”.
Es precisamente la imagen de esta última estrella estadounidense la que adorna la camiseta de algodón de proporciones amplias que viste durante nuestra charla con ella, en contraste con un pantalón acampanado de encaje negro de rabiosa tendencia y plataformas. Su parada en la capital está justificada por el lanzamiento de su último trabajo, Nochentera Remix, en el que aporta su talento y repercusión internacional a la canción rompepistas de Vicco. Fue la propia cantante emergente española quien le ofreció colaborar en esta nueva versión: “Me preguntó si quería hacerlo y le dije, ‘¿Me estás jodiendo? Obvio, es un temazo’. Lo hice con cuidado y mucha responsabilidad: ¿cómo puedo hacer crecer una canción que ya es grande? Es un hit y no quiero ser la que lo caga, pero a ella le gustó de primeras lo que me había salido”.
Lali, tan reconocida por toda una generación de fans que ha podido incluso prescindir de su apellido (Espósito) en su nombre artístico, se encuentra ahora en plena gira de conciertos por España. Afirma que aquí se siente en casa, que tras el rodaje de Sky Rojo ha podido formar una pequeña familia que la acoge en cada visita y que disfruta caminando por sus calles con un mayor anonimato que en su Buenos Aires natal, “tan gigante”, por otra parte, que asegura que solo van “en auto”. Lali habla rápido, mucho y es alérgica a los tópicos. Con más de dos décadas en el oficio, presume de una madurez plena y dice haber dejado atrás la espiral frenética de fama y trabajo que estuvo a punto de consumir su vocación. “He aprendido lo importante que es la salud física y mental. Para que el artista esté bien, la persona también tiene que estar bien”, añade, confirmando que este mismo año decidió cancelar su participación en una serie de gran presupuesto y en la que también ejercía como productora. “Tuve que mirar a mi equipo y decir, ‘Chicos, no puedo hacerlo, se me va a paralizar la cara’. Es necesario reconocerte a ti misma que no eres una superheroína”.
En una época en la que artistas tan reconocidos como Miley Cyrus o Justin Bieber postergan o suprimen sus conciertos por todo el mundo para priorizar su bienestar personal, la argentina, niña prodigio como ellos, no solo lo entiende, sino que lo admira. “A veces, me he tenido que subir a escenarios pasando por un momento complicado a nivel emocional y hay una especie de voz interior que te habla para decirte que lo que estás haciendo no está bien. Es lo normal, ¿quién está feliz todo el año? No somos robots, pero parece que como Miley Cyrus es millonaria y tiene éxito no se puede quejar”, ratifica. Y comparte un remedio original ante el estrés: “Yo cuando me siento abrumada, pienso en Messi y se me va todo el abrume. ¿Qué hará ese muchacho?”.
Lo cierto es que la hegemonía futbolística albiceleste, demostrada con su victoria en el último Mundial, también puede extrapolarse al panorama musical más reciente. Lali abrió las puertas para que una numerosa delegación de compatriotas haya asaltado en los últimos tiempos los rankings de lo más escuchado y los carteles de los festivales. Nathy Peluso, María Becerra, Tini, Nicki Nicole, Emilia o Taichu son algunos ejemplos de lo que la artista denomina como el gran momento de la música argentina. “Más allá del talento enorme que tienen estas tipas y cómo lo están aprovechando, me alegro de que por fin sea nuestro turno en la historia cíclica de la música. Además, cada una le aporta una personalidad y una fuerza diferente, no nos parecemos entre nosotras”, explica. ¿Echa de menos, sin embargo, una mayor diversidad de género en unas listas tomadas por el monopolio de los ritmos urbanos y el reggaetón? “¡Claro! Para empezar el mío, el pop más electrónico”, y precisa, “si bien lo que rige la industria es Spotify, un artista no se desarrolla en ningún medio. Hay muchas maneras de que un artista se sienta exitoso sin estar en el top 50. Mi disco físico es el más vendido en Argentina este año. Sería guay que hubiera más sonidos en Spotify, pero es absurdo pelearse con eso”.
Antes de terminar la charla y volver a combatir el calor asfixiante de la capital con insólito placer ―”en mi país están a dos grados hoy, subo las cosas con precaución a redes para que mis amigos no me odien”―, Lali reflexiona sobre el oficio que la ha acompañado durante dos tercios de su vida. “Esto es como un matrimonio, no podemos dar por hecho que nuestra pareja nos va a amar toda la vida. Yo renuevo mis votos con mi profesión todo el tiempo, no la doy por sentada. Me pregunto si sigo enamorada de lo que estoy haciendo, y si algún día siento que quiero otra cosa distinta que poner mi cara frente a la cámara, lo haré”, concluye. Pero que nadie se asuste, queda Lali para rato: “Hay algo en el arte muy intuitivo y a mí hacer esto me sale muy de dentro”.