El ‘jeanacimiento’ de Jean Smart: cuando tener una carrera de 40 años de éxitos no es incompatible con resurgir a lo grande
A sus 71 años, la protagonista de la serie ‘Hacks’ es una cara conocida en la industria que, sin embargo, ahora está recogiendo lo sembrado tras décadas como eterna secundaria
Algunos actores veteranos conviven con una fama ambivalente, la que alimentan susseguidoresdetodalavida unida a la de los admiradores más jóvenes que los acaban de descubrir y dan por hecho que su celebridad ha nacido con su descubrimiento. Pero solo una ha dado lugar a una palabra para definir esta situación. El jeanacimiento de Jean Smart, de 71 años, término inventado por la prensa norteamericana, explica justo eso: la coyuntura que ha provoc...
Algunos actores veteranos conviven con una fama ambivalente, la que alimentan susseguidoresdetodalavida unida a la de los admiradores más jóvenes que los acaban de descubrir y dan por hecho que su celebridad ha nacido con su descubrimiento. Pero solo una ha dado lugar a una palabra para definir esta situación. El jeanacimiento de Jean Smart, de 71 años, término inventado por la prensa norteamericana, explica justo eso: la coyuntura que ha provocado el resurgimiento de una actriz que lleva cuarenta años ganándose la vida y el reconocimiento en la interpretación principalmente a través de la tele. Su segundo Emmy por dar vida a Deborah Vance, la protagonista de la comedia Hacks, viene a refrendar este fenómeno. Para comprenderlo, hay que empezar por el principio.
Jean Smart nació y creció en Seattle (EE UU), en el seno de una familia de clase media. Su padre era profesor de instituto y su madre, que había crecido en un hogar pobre durante la Depresión, quiso ser arquitecta, pero tardó seis años más de lo normal en poder acceder a los estudios porque tuvo que compaginarlos con el trabajo, y, finalmente, con la presión de dedicarse a su casa, acabó renunciando a su vocación y estudiando historia de la vestimenta. Gracias al trabajo de su padre, que compartía instituto con Earl Kelly, mentor de jóvenes actores en la ciudad, desde niña Smart acudió como espectadora a las funciones del teatro Seattle Repertory, y aquel universo le fascinó.
Gracias al trabajo de su padre y gracias también a la diabetes que le fue diagnosticada a los 13 años. Debido a su enfermedad, su madre no consintió que estudiara fuera de Seattle, lo que provocó que acudiera a la Universidad de Washington, que tiene un excelente programa de teatro. “No sé qué habría sido de mí si no hubiese estudiado allí, así que tengo que darle las gracias a mi madre y a la diabetes”, ha comentado Smart.
Después, liberada de la preocupación materna, consiguió trasladarse a Nueva York. Se mudó a casa de una amiga que vivía en el Upper West Side y comenzó a hacer audiciones bajo un criterio muy peculiar: “A veces las elegía basándome en si podía o no llegar allí, estaba muy poco familiarizada con Manhattan”. Su primer papel teatral fue el de la protagonista de Last Summer at Bluefish Cove, de Jane Chambers, la que se conoce como la primera obra de teatro abiertamente lésbica, una especie de versión femenina de The Boys in the Band, en la que Lil, el personaje interpretado por Smart, se enamora de una mujer que poco después descubre que está muriendo de cáncer. Era 1980 y la actriz invitó a sus padres a la función por mucho que le diera vergüenza que la vieran besando a una mujer sobre las tablas.
De ahí dio el salto a la tele. Después de participar en series como Teachers Only y Reggie y, casi cuarenta años antes de triunfar con una comedia en HBO, uno de sus primeros papeles importantes tuvo lugar en una serie de la misma plataforma. Fue el de la doctora Allison Brody, psiquiatra de la prisión en la que se desarrollaba Maximum Security, una serie de HBO de 1984 protagonizada por Robert Desiderio y Geoffrey Lewis. Tras esta, pasó a la ficción que la lanzó definitivamente a la fama, Chicas con clase (1986-1993), creada por Linda Bloodworth-Thomason, que contaba las aventuras y desventuras de un grupo de mujeres que llevaba una empresa de diseño de interiores en Atlanta. Dos años antes de que se estrenara Murphy Brown, Chicas con clase abrió la veda a las comedias ambientadas en un entorno profesional, creadas y protagonizadas por mujeres. En este caso el elenco protagonista lo completaban Annie Potts, Delta Burke y Dixie Carter. A Smart no solo le dio el éxito que merece su talento, sino una familia: allí conoció a su marido, el actor Richard Gilliland, que interpretaba al novio de Annie Potts. Comenzó una relación que duró más de 35 años, hasta el fallecimiento de Gilliland el año pasado.
El fenómeno que supuso la serie en Estados Unidos no arredró a la actriz: en su quinta temporada la dejó para probar otros papeles. Su cambio de registro incluyó interpretar a la asesina Aileen Wuornos en una película para televisión llamada Víctima o verdugo, papel que once años después le dio a Charlize Theron su Oscar por Monster, además de varias series. En 1995 coprotagonizó junto a Mary McDonell High Society, una especie de Absolutely Fabulous norteamericana que la CBS solo mantuvo en antena una temporada, y participó en películas como la segunda parte de La extraña pareja, donde formaba parte del coro de secundarios que arropaban —como si lo necesitaran— a Jack Lemmon y Walter Matthau, entre los que se encontraban Christine Baranski y Mary Beth Peil.
El año 2000 le trajo su primer papel televisivo con premio. Lana Gardner era una mujer carismática, sexy y gritona que había sido compañera de clase de Frasier. Tanto él como su hermano Niles habían estado enamorados de ella y Frasier conseguía cumplir su sueño de instituto al iniciar un romance con ella. Siete temporadas llevaba en emisión Frasier cuando Smart consiguió su primer Emmy a mejor actriz invitada por esa interpretación. Y repitió galardón al año siguiente, ni siquiera la de Hacks ha sido la primera vez que Smart ha logrado la proeza de conseguir dos premios consecutivos de la Academia de Televisión norteamericana por el mismo papel.
Aunque se ha dedicado principalmente a la comedia —en los veinte años que transcurren entre Frasier y Hacks ha participado en In-Laws, Center of the Universe, Samantha Who?, que le dio su tercer Emmy, en esta ocasión a mejor actriz secundaria, Dirty John y Girlfriends’ Guide to Divorce, por nombrar solo algunas— hemos podido disfrutar de su amplio registro en una variedad importante de géneros. Ha sido Martha Logan, la esposa (y después ex) del presidente de los Estados Unidos en 24; la hemos visto interpretar a detectives de policía en series como The District, Hawai 5.0 y Harry’s Law; a una mafiosa de carácter en la segunda temporada de Fargo; ha puesto su voz a un buen puñado de personajes de animación en series como La pantera rosa, Kim Possible y Los Oblongs, e incluso cruzar las fronteras de la ciencia ficción en Legión, donde interpretaba a la doctora Melanie Bird.
Fue precisamente su papel en Fargo, el de una mujer de más edad que ella que le permitió cambiar su apariencia (todo el mundo creía que llevaba peluca, pero se tiñó el pelo y se lo cortó), el que, según ella, supuso un cierto freno en sus últimos años de carrera. “Creo que los directores de casting no sabían qué hacer conmigo después de aquello”, comentó en una entrevista a The New Yorker, donde aprovechó para hablar de su vanidad: “Llevo siendo una actriz segundaria lo suficiente como para que eso no sea una gran preocupación. Pero tengo que admitir que soy increíblemente vanidosa. Vivo en completa negación sobre mi edad y mi apariencia ahora mismo. Me veo en pantalla y pienso ‘¿Qué? ¿Quién es esa?’. Pero afortunadamente soy algo más vanidosa con la interpretación. Gracias, Dios”.
De esa breve parada técnica se ha resarcido con sus tres últimos años de carrera, que ya quisieran para sí muchos en toda su trayectoria. Desde 2019, además de en Hacks, se la ha visto en la adaptación televisiva de Watchmen en HBO a cargo de Damon Lindelof, donde interpretaba a Laurie Blake y dio lugar a uno de los momentos más recordados de la serie, por el souvenir del Dr. Manhattan que llevaba con ella, y en Mare of Easttown donde interpretaba a la madre de Kate Winslet y único alivio (algo) cómico de la serie. Durante el rodaje, Kate Winslet se acostumbró a llamarla “mamá” hasta el punto de que cuando Smart tuvo un accidente (se cayó y se hizo daño en la espalda) los médicos que fueron a recogerla al set creyeron que Winslet era su hija.
Smart ha sido consciente de que a partir de cierta edad los papeles que se le ofrecen mayoritariamente a las mujeres son de madres, como si ese rasgo, en sí mismo, completara una definición de personaje. “A veces tienes que alejarte conscientemente de esos papeles. No quieres ser solo la figura maternal. Incluso mi personaje en Fargo no es la madre del año”. Durante el rodaje de Mare of Easttown, la actriz ejerció de madre a tiempo completo, no solo durante el rodaje: viajaba dos veces a la semana de Philadelphia, donde se rodaba la serie, a Los Ángeles para pasar tiempo con su hijo Forrest, de 15 años, adoptado por ella y su esposo en 2009, que vino a ampliar la descendencia que ya habían inaugurado con su hijo Connor, de 37 años. “Fue extenuante, pero tenía que hacerlo. Quería hacerlo”.
Su extraordinario momento profesional ha coincidido con un fatídico acontecimiento personal, el fallecimiento de su marido, Richard Gilliland, una semana después del cual ella tuvo que rodar el funeral que aparece al final de la primera temporada de Hacks. “Sacrificó su carrera por mí, para que yo pudiera aprovechar todas mis oportunidades. No habría podido tener todo esto de no ser por él”. ¿Y cómo afrontar la segunda temporada de Hacks en esta situación? “Mientras estoy trabajando es terapéutico, muy disfrutable y satisfactoria y te puede distraer si te sientes mal”, ha contado a USA Today, ”pero ha sido una temporada mucho más difícil que la primera porque papá no estaba en casa manejando el barco. Además hemos tenido jornadas más largas este año por las localizaciones, así que yo me pasaba el día preguntando ‘¿Ha desayunado Forrest? ¿Ha llegado al colegio a tiempo? ¿Quién le recogía hoy?’. Esto estaba todo el día en mi cabeza, así que ha sido duro. No tengo ni idea de cómo lo hacen las madres solteras y yo tengo muchísimos más recursos de los que tiene la mayoría de madres trabajadoras. No me lo puedo ni imaginar”.
¿Se parece ella a la Deborah Vance de Hacks? “Tenemos en común el gusto por el print de leopardo y las lentejuelas”, contaba este verano en una entrevista para The Guardian. Escucharla hablar es saber también que comparten el sentido del humor, como certifica la propia Smart. “El sarcasmo es mi arsenal”. Pero ella nunca se ha atrevido a hacer stand up, a pesar de haber sido admiradora de muchos cómicos del género.
El sentido del humor como arma arrojadiza lo comparte con su próximo personaje. Será en Babylon, la próxima película de Damien Chazelle, centrada en el Hollywood dorado y protagonizada por Brad Pitt, Margot Robbie y Tobey Maguire. En ella interpreta a Elinor Glyn, la escritora británica que acuñó el término it girl a principios de siglo XX y la persona que convirtió a Clara Bow en una estrella de cine, una precursora de Hedda Hopper, y Louella Parsons, columnista capaz de forjar o de destruir carreras. La de la propia Smart, en cualquier caso, parece hecha a prueba de bombas.