Muere Thierry Mugler, el diseñador que convirtió la moda en espectáculo
El creador francés, conocido por sus colecciones fantasiosas y desfiles extravagantes, reinó en la industria de la moda en los años ochenta y noventa
El diseñador francés Thierry Mugler (Estrasburgo, 1948) falleció el domingo por causas naturales a los 73 años, tal y como ha informado su representante a través de la cuenta de Instagram del creador. Su muerte se produce cuando aún puede verse en el museo de Artes Decorativas de París su exposición retrospectiva, Couturissime, que abarca casi treinta años de diseños emblemáticos que definieron no solo la moda, también la cultura visual ...
El diseñador francés Thierry Mugler (Estrasburgo, 1948) falleció el domingo por causas naturales a los 73 años, tal y como ha informado su representante a través de la cuenta de Instagram del creador. Su muerte se produce cuando aún puede verse en el museo de Artes Decorativas de París su exposición retrospectiva, Couturissime, que abarca casi treinta años de diseños emblemáticos que definieron no solo la moda, también la cultura visual de los ochenta. Este lunes, el museo abrió la muestra de forma gratuita al público para honrar su legado.
Formado como bailarín, a los 14 años ya formaba parte del ballet de la Ópera del Rin. Una década más tarde, se trasladaba a París y comenzaba a bocetar como diseñador freelance para distintas firmas. Fue dicha formación la que lo hizo destacar por encima de sus contemporáneos, concibiendo la indumentaria no como mero adorno, sino como un modo de jugar con la anatomía y, sobre todo, como un espectáculo en el que la teatralidad y el movimiento importaban casi tanto como el propio diseño.
En 1974, tras haber presentado un par de colecciones, conoció a Didier Grumbach, quien posteriormente ostentaría el cargo de presidente de la Federación de la Alta Costura. Ambos, junto al empresario Michel Douard, crearían Triumvirat Company, la empresa que desarrollaría durante más de dos décadas la producción, las ventas y, sobre todo, la comunicación de la Maison Thierry Mugler. “Sin la puesta en escena, Thierry no habría tenido tanto éxito”, rememoraba Grumbach en una entrevista reciente con este periódico. “En 1984, decidimos mostrar la colección delante de 6.000 personas que pagaron su entrada, y aquello cambió la idea de lo que era una pasarela. Todos los que vinieron después siguieron con esta idea de espectáculo”, recordaba el empresario sobre el desfile que orquestaron en el estadio Zénith de París. De aquellas 6.000 personas, más de la mitad habían pagado la entrada, como si se tratara de un concierto de rock.
Y lo cierto es que algo de eso había. Los desfiles de Mugler duraban, en ocasiones, más de una hora e incluían casi un centenar de creaciones que lucía su cohorte de musas, de Jerry Hall a Verushka, de Naomi Campbell a Tippi Hedren, de Amanda Lear a Patty Hearst. Ellas se convirtieron, a través de su mirada y su aguja, en anfibios, insectos, flores o sirenas, pero también en heroínas de ciencia ficción o espías de los años cuarenta. Mugler abanderaba la exuberancia estética que definió la moda de los ochenta y los primeros noventa junto a dos de sus coetáneos, Claude Montana y Jean Paul Gaultier, pero, como contaría en una entrevista a S Moda en 2019, no era a ellos a los que admiraba. “Quienes realmente cambiaron la moda fueron modistos mayores que nosotros, como Paco Rabanne y Pierre Cardin”, decía. Su amor por la estética retrofuturista de los años sesenta y la sobria impronta de su Estrasburgo natal fueron las bases sobre las que Mugler imaginaba a sus glamazonas, como se las llamaría en los medios, retorciendo y afilando sus siluetas hasta que era el propio vestido el que trascendía la forma natural del cuerpo.
Como la estrella del rock que realmente era, Mugler siguió girando durante los primeros años de los noventa. Sus espectáculos llegaron a Moscú, a Berlín o a Viena. En 1992, y tras años colaborando con David Bowie o Diana Ross, entre otros, esta unión entre moda y entretenimiento alcanzaba su cénit cuando se encargó de vestir a las supermodelos (como Linda Evangelista, Eva Herzigova o Nadja Auermann) para el videoclip Too Funky, de George Michael. Fue en ese mismo año cuando entró en el muy elitista círculo de miembros de la Alta Costura parisina. Si el décimo aniversario de su firma lo celebró con aquel macroespectáculo con entradas a la venta, para el segundo eligió uno de los desfiles más memorables que se recuerdan; Cirque d’hiver, casi una hora de show del que formaron parte todas sus musas, enfundadas en látex, sedas, corsés y vertiginosos tacones y que terminó con una actuación nada menos que de James Brown. Uno de las creaciones de aquella colección, inspirada en El Nacimiento de Venus, fue la que eligió Cardi B para acudir a los Grammy en 2019, y la que rescató, en buena medida, el nombre de Mugler para las nuevas generaciones.
Porque 1992 también fue, de algún modo, el principio del fin. El diseñador lanzaba junto a la enseña cosmética Clarins el perfume Angel, una fragancia osada, a base de notas dulces como el cacao o el azúcar, que, sin embargo, se convirtió en un éxito sin precedentes. Aún sigue siéndolo. En 1997, Clarins compraba una parte mayoritaria de su firma de moda (hoy propiedad de L’Oréal) y Mugler dejaba su puesto en 2002.
En 2008 volvía de su retiro para vestir a Beyoncé en su gira I am… con un total de 58 modelos. Desde entonces, el modisto solo había vuelto a diseñar una vez, para Kim Kardashian, una de sus grandes valedoras, el muy viral vestido de efecto mojado que lució en la gala del museo Metropolitano en 2019. Sin embargo, en la última década, Cardi B o Lady Gaga, entre otras, han rescatado sus diseños de archivo en múltiples ocasiones, manteniendo su legado activo. Él mismo, desde su cuenta de Instagram, @manfredthierrymugler recordaba casi a diario algunas de sus gestas y denunciaba públicamente a las firmas que se inspiraban demasiado en su obra. “Si me dieran un céntimo por cada vestido inspirado en mis diseños, sería multimillonario…” contaba hace dos años a S Moda. Y no le faltaba razón.