La industria del diseño recupera el ritmo en Milán

Supersalone, la edición especial de la feria de mobiliario de la ciudad italiana, reactiva la agenda del sector tras el parón de la pandemia y convive con proyectos multidisciplinares que colocan la sostenibilidad en primer plano

Espacio de MisuraEmme, en Supersalone, celebrado en Milán.Andrea Mariani

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La Semana del Diseño de Milán, cuya última edición comenzó el pasado domingo y concluye este viernes, hace mucho tiempo que dejó de ser únicamente un evento comercial. De hecho, este año el núcleo de su programación, el Salone del Mobile, ha tenido poco que ver con la multitudinaria feria anual de novedades de mobiliario, iluminación y decoración que, tras el parón de la pandemia —en 2020 se canceló y en 2021 se ha postergado algunos meses— regresará a pleno rendi...

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La Semana del Diseño de Milán, cuya última edición comenzó el pasado domingo y concluye este viernes, hace mucho tiempo que dejó de ser únicamente un evento comercial. De hecho, este año el núcleo de su programación, el Salone del Mobile, ha tenido poco que ver con la multitudinaria feria anual de novedades de mobiliario, iluminación y decoración que, tras el parón de la pandemia —en 2020 se canceló y en 2021 se ha postergado algunos meses— regresará a pleno rendimiento en 2022 durante abril, su fecha habitual.

La solución a la que han llegado sus organizadores en esta ocasión es una fórmula híbrida llamada Supersalone y que agrupa en cuatro pabellones una representación más reducida y sintetizada de lanzamientos y colecciones. “La diferencia de tamaño no es relevante porque esta es una edición especial”, explica Maria Porro, nueva presidenta de Salone del Mobile Milano, el ente que organiza la feria. “Supersalone es diferente porque marca un nuevo comienzo para todo el sistema. Hemos aunado todas nuestras energías para celebrarlo, porque nos parece esencial volver a encontrarnos, intercambiar ideas y descubrir los productos que nuestros expositores han generado en estos 18 meses”.

Exposición del Salón del Mueble de Milán en 2021.Diego Ravier

Este optimismo contenido recorría un montaje expositivo que el arquitecto Stefano Boeri ha concebido bajo el signo de la sostenibilidad, con estructuras reutilizables y pasillos paralelos donde las empresas participantes muestran sus nuevos productos. La pandemia ha supuesto una ralentización global indudable, pero el sector del mueble ha sido menos golpeado que otros. Por un lado, porque, como reconocían en privado los responsables de distintas firmas, el teletrabajo y la reordenación del espacio doméstico han impulsado las ventas y amortiguado el impacto de la crisis. Por otro, porque el ritmo del sector del mueble es más sosegado que el de la moda o la cosmética; muchos lanzamientos son actualizaciones y puestas al día de modelos existentes, y los nuevos diseños se conciben para mantener su vigencia durante varias temporadas. Además, la producción suele responder a la demanda existente. Por suerte para los diseñadores industriales, un sofá no es una camiseta.

Precisamente en esa dimensión incide la programación de la feria, que incluye una exposición de sillas, butacas y asientos de autores de distintas épocas, un ciclo de conferencias y también una exposición colectiva de proyectos de graduación de escuelas de diseño de todo el mundo. En esta última, The lost graduation show, hay desde sillas y mesas hasta un coche o una incubadora para neonatos.

Exposición del Salón del Mueble de Milán en 2021.Diego Ravier

En Milán comenzaron a mediados del siglo XX las discusiones teóricas que, desde la arquitectura o la ingeniería, desembocaron en el concepto moderno de diseño, y la capital lombarda sigue siendo imbatible como foro de debate. En su periferia se encuentran las sedes de las lujosas firmas históricas —Cassina, Flexform, B&B Italia, Poliform, Minotti, Molteni&C— que inventaron el mobiliario moderno y alimentaron el milagro económico de la posguerra. A su vez, en sus escuelas se debaten conceptos que acaban repercutiendo en la decoración, la gastronomía o la tecnología. Todo en Milán acaba pasando por el filtro del design —los italianos emplean el término en inglés para diferenciarlo del dibujo—, y esa clave permite comprender el campo magnético que proyecta a su alrededor el Salone, y que altera durante una semana la vida social y cultural de la ciudad.

De hecho, la influencia del Salone y del fuorisalone —sus eventos paralelos fuera de la sede oficial— es el tema de Il Salone / La Città, en el museo Triennale, una exposición que, tal y como cuenta Maria Porro, aborda esta programación “que ha acercado el diseño a una legión de amigos”. En esta ebullición, durante estos días las firmas de todos los sectores, de la moda a la automoción, presentan exposiciones en colaboración con diseñadores y artistas. Los nombres más conocidos del sector —Patricia Urquiola, Piero Lissoni, Philippe Starck— se prodigan en inauguraciones y coloquios. A su vez, los diseñadores independientes encuentran en este magma un escaparate perfecto para sacar la cabeza ante un público receptivo. Este año ha habido una fuerte presencia española. Las esculturas textiles de Sergio Roger, las piezas sostenibles de Álvaro Catalán de Ocón, las lámparas poéticas de Mayice Studio y las intrincadas estructuras industriales de Lucas Muñoz Muñoz han ocupado posiciones destacadas en la exposición colectiva que organiza cada año la galerista Rossana Orlandi. Por su parte, la artista Raquel Quevedo ha presentado una intervención en el espacio Marsèll Paradise.

Exposición del Salón del Mueble de Milán en 2021.Gabriel Bravo

Algunos proyectos se ubican en territorios fronterizos y comienzan donde acaban los muebles. Otros, como el de Jorge Penadés, se sitúan en el instante previo a su nacimiento. En Looks like magic!, la exposición individual que ha concebido junto a la comisaria Maria Cristina Didero para el barrio de Cinque Vie, el diseñador malagueño explica a los asistentes el proceso que le ha llevado a crear nuevo material a partir de residuos de fibras textiles procedentes de las secadoras de una empresa de lavandería. “Estamos acostumbrados a ver exposiciones impecablemente iluminadas con objetos perfectos, pero en esta ocasión quería mostrar lo que hay detrás, lo que nunca se enseña”, explica Penadés. “Gracias a esta oportunidad he podido dar forma a esta idea y mostrarla de manera intuitiva. No me interesa tanto el producto final como entender cómo funciona el material y qué posibilidades puede tener en el futuro”.

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