Anne Sinclair, sobre los escándalos sexuales y la vida oculta de Strauss-Kahn: “No quise ver, me sumergí en la negación”
La veterana periodista publica unas memorias en francés donde aborda con cautela la caída de su exmarido tras ser denunciado por violación
Anne Sinclair (Nueva York, 72 años) ha callado casi una década sobre el episodio que puso patas arriba su vida de estrella del periodismo en Francia y esposa uno de los hombres más poderosos del mundo, Dominique Strauss-Kahn o DSK, exjefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) y aspirante socialista a la presidencia de la República francesa. Durante esos años, ha evitado hablar del tema que la catapultó a las portadas de la prensa internacional. Para algunos, era ...
Anne Sinclair (Nueva York, 72 años) ha callado casi una década sobre el episodio que puso patas arriba su vida de estrella del periodismo en Francia y esposa uno de los hombres más poderosos del mundo, Dominique Strauss-Kahn o DSK, exjefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) y aspirante socialista a la presidencia de la República francesa. Durante esos años, ha evitado hablar del tema que la catapultó a las portadas de la prensa internacional. Para algunos, era una abnegada esposa devota de su marido mientras este afrontaba acusaciones de violación en Estados Unidos. Para otros, la cómplice de un depredador sexual.
Sinclair ha publicado esta semana en la editorial Grasset unas memorias, Passé composé (Pasado compuesto). No es un libro sobre Strauss-Kahn, sino un relato de la vida de quien se define como “mujer, madre, francesa, judía, de izquierda y periodista, más bien en este orden”: su juventud en una familia rica, su fascinación por su padre, sus complejas relaciones con su madre y su pasión por el periodismo. Al final del libro, con mil cautelas y sin desvelar más de lo necesario, aborda el ‘caso DSK’, que precipitó la caída política de su ya exmarido y destapó una vida oculta de fiestas con prostitutas en los años previos al movimiento #MeToo.
La autora describe a Strauss-Kahn como un hombre con un cerebro privilegiado con quien mantenía una relación de dependencia afectiva total. “Quiero responder aquí a todos los escépticos que, al llegar a estas líneas, esbozarán una sonrisa, o a los desdeñosos que se ríen: yo no sabía nada”, escribe Sinclair. “O mejor dicho, puesto que todos conocemos la vida autónoma del inconsciente, no quise ver, me sumergí en la negación”.
Sí, afirma a continuación, sabía que DSK era un seductor, pero idea de que tuviera amantes, que participara en orgías o que frecuentara prostitutas nunca le pasó por la cabeza. Menos aún se imaginaba que fuera un tipo violento, como le describen varias mujeres en el documental de Netflix Habitación 2806, estrenado en 2020. “La violencia”, escribe Sinclair, “nunca la usó conmigo o ante mí y jamás lo hubiera aguantado”.
Si le encontraba algún defecto a su marido, no era que fuese violento ni infiel, sino su inteligencia excesiva e implacable. “Seductor, brillante, amoroso”, le describe Sinclair, antes de relatar los años felices en los que ambas familias —los cuatro hijos de él y dos ella de matrimonios anteriores— se fusionaron en un clan que viajaba por el mundo y prosperaba profesionalmente, una pareja dorada.
Ella era la periodista que presentaba cada domingo 7 sur 7 en la cadena TF1, el programa político de referencia entre finales de los ochenta y mediados de los noventa, por donde desfilaban los poderosos y las estrellas. Él era un economista apasionado por las matemáticas, el ajedrez y la ciencia ficción predestinado a modernizar al Partido Socialista y, un día, el presidente de Francia.
La inteligencia de DSK, para Sinclair, tenía un reverso: un carácter de hielo, “indiferente al mundo y a la gente”. También indiferente a su esposa, quien explica que, cuando regresaba el domingo por la noche después de la emisión de 7 sobre 7, lo encontraba jugando a ajedrez con el ordenador, con la tele encendida en otra habituación. Ni había visto el programa. “Siempre fue avaro en elogios”, dice, “tanto con sus hijos como conmigo”.
Sinclair abrió los ojos en tres etapas. La primera fue cuando, en 2008, recién nombrado DSK director ejecutivo del FMI, se desveló que había mantenido una relación con una economista de la organización internacional. El segundo golpe y el más estruendoso fue la detención de Strauss-Kahn el 14 de mayo de 2011 después de que Nafissatou Diallo, una camarera de piso de origen guineano, lo acusara de haberla violado en un hotel de Manhattan.
El libro se abstiene de entrar la cuestión de si DSK fue o no culpable o de qué ocurrió en aquella habitación. “No diré nada del fondo de la marmita en la que se coció este caldo pegajoso, porque atañe a otra persona que no soy yo y no me corresponde a mí hacer revelaciones”, escribe. “Solo hablaré de lo que yo sentí y del tsunami que se desató sobre mí”. El tsunami fueran las semanas en Nueva York con los paparazzi al acecho y los esfuerzos económicos y judiciales por sacar al marido de su celda. De Diallo apenas habla; cita su nombre dos veces.
DSK regresó a París: la fiscalía de Nueva York archivó el caso y, en paralelo, el acusado y la acusadora alcanzaron un acuerdo financiero confidencial por lo civil. Unos meses después, estalló el escándalo que vinculaba a Strauss-Kahn en una red de prostitución en Francia, y ahí Anne Sinclair dijo basta. Se divorciaron en 2013 después de 24 años de matrimonio. “¿Le dio las gracias por su apoyo, por los millones que gastó para salir de prisión?”, le pregunta en una entrevista Paris Match a Sinclair. La periodista añade: “Silencio. Hace no con la cabeza”. Hoy Sinclair ha rehecho su vida junto a uno de los grandes historiadores franceses actuales, Pierre Nora.