El renovado poder de Tamara Falcó
La nueva reina de la prensa del corazón, reclamada por decenas de firmas, alcanza el millón de seguidores en Instagram y afianza su influencia
De un tiempo a esta parte el poder de un famoso se mide por el número de seguidores que acumula en sus cuentas en las redes sociales. En esa cifra se fijan las marcas a la hora de reclamar la presencia de las celebridades en los actos que organizan o en los productos que promocionan. Tener un millón de seguidores es el signo del triunfo en esta particular competición. Este listón lo acaba de alcanzar Tamara Falcó Preysler, convertida desde hace unos meses en la más reclamada por las firmas. Ella lo ha celebrado en s...
De un tiempo a esta parte el poder de un famoso se mide por el número de seguidores que acumula en sus cuentas en las redes sociales. En esa cifra se fijan las marcas a la hora de reclamar la presencia de las celebridades en los actos que organizan o en los productos que promocionan. Tener un millón de seguidores es el signo del triunfo en esta particular competición. Este listón lo acaba de alcanzar Tamara Falcó Preysler, convertida desde hace unos meses en la más reclamada por las firmas. Ella lo ha celebrado en su cuenta con un mensaje de agradecimiento y sin hacer payasadas, como otros de sus colegas que incluso llegan a desnudarse a modo de celebración. Falcó vende otra imagen y esas cosas no van con ella.
Los primeros que han corrido a felicitarla han sido sus hermanos, con Chábeli Iglesias a la cabeza, sus sobrinos, como Isabel Carvajal Falcó, sin olvidar a Susana Uribarri, su representante.
Todo comenzó a finales de 2019 cuando la hija de Isabel Preysler y el fallecido marqués de Griñón ganó MasteChef Celebrity. En solo unas semanas, el programa de TVE permitió descubrir la peculiar personalidad de Tamara Falcó. Su forma de ser gustó y su fama aumentó. Además de llevarse el triunfo, la hija de la reina del corazón logró algo más importante para ella: ganarse el favor popular. Ese era en realidad su propósito, quitarse en parte el sambenito de pija hija de papá y mamá. Tamara Falcó es mucho más que esa mujer de 39 años que habla sin que, a veces, se entienda lo que dice, que se agarra a la religión tan fuerte como a un bolso de Loewe o que se refiere a su perra Jacinta —nombre en honor a una de las pastorcillas a las que se les apareció la Virgen— como si fuera una intelectual. Alguien que tiene la fortuna de vivir al lado de un premio Nobel del que destaca en especial su sencillez: “Habla con todo el mundo, incluso con el jardinero”. Escarbando en su, a veces, superficialidad, sabe lo que quiere y va a por ello. Tras su sonrisa hay una mujer decidida, eso lo ha heredado de su madre, de quien también tiene la facilidad para la vida social y todos los recursos para ser la nueva gran celebrity española. Además, con los años y la ayuda de los especialistas en estética, Tamara Falcó cada vez se parece más a su madre.
Santiago Mollinedo, de la consultoría de marketing Personality Media, experto en la medición de tendencias, sostiene que la valoración de Falcó ha cambiado claramente tras su paso por el programa de televisión. “Antes suspendía en la valoración que tenían los ciudadanos de ella, tanto en cercanía, en familiaridad, como en naturalidad. Esto se debía a que la gente la veía como ‘hija de...’. Sin embargo, ahora su situación es bien distinta”.
Para muchos, 2020 ha sido un año aciago. No para ella. Acababa de ganar MasterChef Celebrity cuando explicaba a este periódico que estaba pensando cómo continuar su carrera profesional. Descartaba entonces abrir su propio restaurante —”no estoy preparada”—, meditaba abrir una canal de comida sana en alguna plataforma y se reía cuando se le preguntaba si era la sucesora de su madre —”lo de mami es otra cosa, ella es lo más”—. No tuvo que pensar mucho porque el destino le tenía preparado un año de éxitos: dos programas de televisión, decenas de campañas publicitarias, portadas de revistas todas las semanas y un título nobiliario. Pero este último logro hubiera preferido conseguirlo mucho más tarde. La muerte en marzo de su padre, Carlos Falcó, el marqués de Griñón, a causa de la covid supuso un duro golpe para ella.
Todos los suyos ya sabían cómo era Tamara antes de todo esto. Por eso su madre en más de una ocasión ha comentado: “No sé qué os sorprende de ella, siempre ha sido así”. Pero lo cierto es que la imagen que proyectaba era la del patito feo de la familia, una chica torpe, sin trabajo conocido, a la sombra de su madre y algo obsesionada con la religión, cuando no le recordaban que entrados los 30 años no tenía novio. Antes de acabar su glorioso 2020 incluso ha hallado el amor en Íñigo Onieva, un diseñador industrial que ya conoce a Preysler y de quien parece ha obtenido el aprobado.
Tamara tiene cuatro hermanos por parte de madre y otros cuatro por parte de padre, pero ella fue la única hija que tuvieron Carlos Falcó e Isabel Preysler. Ha logrado llevarse bien con todos ellos y ser nexo de unión en momentos de diferencias. En Manolo Falcó ha encontrado el mejor de sus consejeros para invertir el dinero que está ganando gracias a su renovada fama y en Enrique Iglesias el cómplice de sus sueños profesionales. Aunque siempre está Isabel Preysler para aconsejar a su heredera.
Solo en las últimas semanas su controlada exposición mediática ha sufrido algún que otro resbalón por sus viajes, por no respetar el toque de queda. Ella ha asegurado que siempre fue por trabajo y alguna vez porque, según cuenta, es muy difícil conocer el estado de la situación.