Josie: “No es fácil ser el niño que fui”

El estilista de moda y concursante estrella de ‘Masterchef' dice estar curado de ego a sus 40 años y llevar toda la vida autoexplorándose: “Decir de uno mismo que es un niño bien es de gilipollas”

Josie, estilista y concursante de 'Masterchef Celebrity 5', en el restaurante Horcher de MadridJulian Rojas

Cita en Horcher, el exclusivo restaurante madrileño, que ha abierto a las seis de la tarde para él, porque Josie es como de la familia y se le ha antojado posar con las míticas ¿adelfas? de su entelado de fondo. Llega ultraproducido para la foto —traje a medida blanquinegro de raya diplomática, blusa de seda pistacho con lazada al cuello— y primero requiebra al fotógrafo con un “retócame mucho” antes de aplicarse, además, una crema de color y un fufú de su célebre bruma facial efecto buena cara súbita. Alrededor, el ...

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Cita en Horcher, el exclusivo restaurante madrileño, que ha abierto a las seis de la tarde para él, porque Josie es como de la familia y se le ha antojado posar con las míticas ¿adelfas? de su entelado de fondo. Llega ultraproducido para la foto —traje a medida blanquinegro de raya diplomática, blusa de seda pistacho con lazada al cuello— y primero requiebra al fotógrafo con un “retócame mucho” antes de aplicarse, además, una crema de color y un fufú de su célebre bruma facial efecto buena cara súbita. Alrededor, el maitre se desvive por atendernos y los camareros pasan la aspiradora por “el moquetón” que han hollado los clientes del turno de comida. “Ay, si esos ácaros hablaran...”, fantasea el entrevistado. Y una no puede sino estar súper de acuerdo.

¿Ve aquí a su colega Juanjo Ballesta? Usted me entiende.

¿Por qué no? Lo único que hay que tener para venir aquí es naturalidad, educación y una blazer. Y el dinerito para pagar, claro. Pero ahorras y ya está. A Horcher hay que venir al menos una vez en la vida.

¿Hay vida más allá de la M-30?

Claro. Y de la M-40, y de la 50, y de todas las emes. Además, lo bueno es que siempre puedes volver a empezar más allá de una carretera secundaria. La vida te da muchas oportunidades.

¿A usted cuántas le ha dado?

Todas las que he necesitado para interpretarme como he querido en cada momento de mi vida. Quien dice que soy muy personaje, flipa: llevo 40 años igual.

¿Era así de niño?

Desde el minuto cero. Cuando descubrí las revistas de moda dije: yo quiero estar ahí. Eso sí que era teletransportarse: yo no tenía pantallas, tenía papel. Y los Telvas, los Dunias, los Marie Claire, te hacían volar. Irte con Covadonga O' Shea al apartamento de Coco Chanel... Yo fui un niño de 8 años esperando que llegara el Vogue al quiosco.

O sea, que apuntaba maneras.

Desde pequeño me he interpretado, con más o menos producción, con más o menos artillería. Pero siempre he sido así. Siempre me ha encantado estar solo, leyendo, conociéndome. Y mira que soy muy bicho raro y que no es tan fácil ser un niño como fui.

Hay gente que no se soporta a solas.

Pues qué coñazo, también te digo. Tienen un problema enorme. Te pueden pasar cosas increíbles en soledad, con tus libros, tus discos, tu iPhone. Pero si el iPhone es un paraíso. No entiendo a la gente insegura. La seguridad está ahí, ve a por ella.

Hablando de soledad. ¿Cómo llevó el confinamiento?

Como un replanteamiento total de lo que es la vida. Estuve cuidando a dos tías abuelas ancianísimas y lo pasé bomba haciéndoles la manicura, peinados... Y leyendo, leyendo mucho. Mi mejor psicoanálisis fue estudiar Humanidades. Y el peeling vital definitivo ha sido Masterchef. Es como quitarte células muertas. Meter la mano en estómagos de cosas te quita la tontería de cuajo.

Presentó ‘El armario de Josie’. ¿Tuvo ‘armario’ en la vida real?

Nunca he dado explicaciones a nadie. Voy a mi bola. Si hubiera decidido pasar mi vida con voz en off no estaría aquí hablando contigo así porque no tendría ningún interés. Sería todo ficticio.

¿Es un niño bien?

Me parece muy ordinario decir de uno mismo que es alguien bien. Si eres realmente bien, nunca vas a decirlo, eso es ser gilipollas. Si he sido un niño de papá es porque me han dado la educación que quise, pero yo he respondido.

¿Quién le baja los humos?

Yo no soy de toma de tierra, como Escarlata O´Hara, sino de toma de familia. Soy el último mono de mi casa. Lo de Masterchef se lo toman como un teatro del colegio. Y, aunque ganara, jamás voy a superar a mi sobrina, que sacó un 13,8 y estudia Medicina.

A los 40 años, aquí y ahora, ¿se es ‘millenial’ o ‘boomer’?

Yo qué sé. Soy austrohúngaro, y voy camino de ser apátrida. Cierran templos como Zalacaín, cerró Embassy, venden Joy, que para mí son mis Austria-Hungrías. Me estoy quedando sin patrias de desparramar.

Abrirán otros, hombre.

Como estos, no. Ese es el truco. Esos son templos en los que el pasado, el presente y el futuro han alternado en sus mesas y todo ese talento, belleza y secretos se quedan impregnados en la moqueta. Por eso lo de los ácaros.

Para ácaros bien informados, los de los tapices del Congreso.

Pero cómo son esos techos, esas alfombras, esos de todo. Está muchísimo mejor decorado que la gente que lo habita. Dile a Batet que me dé una tiendecita en el Congreso y yo le hago el merchandising. Es que estoy viendo las tazas, las corbatas... Por cierto, con Batet se podrían hacer cosas increíbles con esa melena. Hay ahí una cosa muy guay por explorar.

¿Y con la de Pablo Iglesias?

Es que ese señor no evoluciona. Va subiendo hacia su éxito, está curando su ego, pero se tendría que reencontrar con su imagen. Esa tienda de Malasaña donde se viste no es ni una cosa ni otra.

¿Pedro Sánchez aprueba?

Esos cuellos de camisa son superestrechos para un hombre tan alto. Es lo único que te puedo decir. Pero ni a él ni a nadie. Por no hablar de los pantalones pitillo.

¿Por qué todos los hombres visten igual?

Porque les da seguridad a esas gentes, supongo. ¿Por qué todos los señores llevan esos pantalones pitillo petados con gangrena alrededor? Y luego, algunos lo rematan con un zapato de doble hebilla. Eso me indigna. El pitillo es horrible y tiene que desaparecer porque no se nos puede identificar a los españoles con esa patraña. Lo raquítico es repugnante.

Dicen que el autoconocimiento es el secreto de la elegancia...

Llevo toda la vida explorándome. Ya te he dicho que mi psicoanálisis fue hacer Humanidades, saber que no somos los primeros en nada, de dónde venimos, se lo recomiendo a todo el mundo. Y después de Masterchef ya no me puedo conocer más. Es el colofón de mi autoconocimiento. Masterchef es como el Ben Hur de los programas, lo máximo...

¿...Lo Máximo Valverde? ¿Sabe que mis hijas no saben quién es ese señor?

Pues que lo busquen, porque Máximo Valverde era un bellezón de caerte de espaldas, lo que pasa es que se pasó con el sofrito.

Hablando de belleza, ¿la arruga es bella?

Si está cuidada y defendida es maravillosa, mucho más bonita que el recauchutado muchas veces. No todos los recauchutados son feos, pero se hace cada horror... Miles de amigas mías parecen tortugas Ninja, tienen la misma cara, pero es lo que querían, ¿no?

Ahora es cuando me dice que lo suyo es natural y no se hace nada de nada en la cara.

Nunca digo nunca, pero jamás me he metido nada dentro de mi piel. Me he levantado mis cosas con otros métodos, muy dolorosos, por cierto, pero eso nunca. También te digo que el recauchutado de chicos será el próximo drama después del pitillo. Óyeme decirlo.

LA MANCHA-CHAMBERÍ

José Fernández-Pacheco (Manzanares, Ciudad Real, 40 años) cruzó hace unos años del uno al otro lado de la cámara. Periodista de formación y apasionado por la moda desde casi la cuna, pasó de ejercer como estilista en algunas de las cabeceras más prestigiosas, a destacar como entretenedor en programas como 'Supermodelo' o 'Zapeando' a base de ingenio verbal y desparpajo vital. No pasa desapercibido ni vocal ni visualmente, y lo sabe. Nunca quiso vivir en 'off', dice. Adorado por su legión de amigos, entre los que se cuentan la crema y nata de la sociedad madrileña, es la revelación absoluta de 'Masterchef Celebrity', donde se ha ganado al público y a sus propios adversarios en la cocina a base de disciplina, gritos de horror, hallazgos lingüísticos y una autoestima a prueba de bombas calóricas: "No sé si ganaré, pero desde luego soy el que mejor emplata, porque el resto son como de taberna".







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