Japón ya tiene heredero oficial al trono: el príncipe Akishino

El hermano menor del emperador Naruhito ha sido proclamado sucesor en una solemne ceremonia a la que solo asistieron 46 personas

El príncipe Fimihito de Japón en su ceremonia de proclamación como heredero, en Tokio el domingo.JAPAN / POOL (EFE)

El trono del Crisantemo japonés ya tiene heredero oficial. Fumihito, el príncipe Akishino, hermano menor del emperador Naruhito, quedó proclamado sucesor formalmente el domingo, en una jornada de solemnes ceremonias en el palacio imperial en Tokio que la epidemia de covid había obligado a aplazar durante siete meses.

La Rikkoshi no Rei, o ceremonia de nombramiento del heredero, completa las formalidades en el proceso de sucesión en...

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El trono del Crisantemo japonés ya tiene heredero oficial. Fumihito, el príncipe Akishino, hermano menor del emperador Naruhito, quedó proclamado sucesor formalmente el domingo, en una jornada de solemnes ceremonias en el palacio imperial en Tokio que la epidemia de covid había obligado a aplazar durante siete meses.

La Rikkoshi no Rei, o ceremonia de nombramiento del heredero, completa las formalidades en el proceso de sucesión en el trono. Naruhito, de 60 años, fue proclamado emperador en abril del año pasado en sustitución de su padre, Akihito, que había abdicado por razones de salud, el primer soberano nipón que renunciaba al trono en más de 200 años.

La misma epidemia de covid que obligó a aplazar la ceremonia, prevista en principio para abril de este año, también impuso algunos cambios en el protocolo. En lugar de los 350 invitados que hubieran estado presentes en el salón Matsu no Ma en circunstancias normales, solo pudieron asistir 46. Casi todos se protegían el rostro con mascarillas.

“Prometo cumplir mis deberes solemnemente, teniendo siempre en mente mis responsabilidades como príncipe heredero”, recitaba Akishino, de 54 años, ataviado con el kimono de color azafrán que exigía el rito. El momento más solemne llegó cuando el emperador le entregó la “espada del guardián”, el símbolo de su nuevo estatus como sucesor.

El príncipe Fimihito de Japón en su ceremonia de proclamación como heredero, en Tokio el domingo.POOL (Reuters)

El nuevo heredero del trono, un gran amante de los animales que estudió Zoología en la Universidad de Oxford, es uno de los miembros más extrovertidos de la familia real nipona. No duda en expresar sus puntos de vista sobre el papel de la monarquía y la necesidad de adaptarla al Japón moderno, en ocasiones generando polémica con sus declaraciones.

Después de que su padre anunciara en 2017 su decisión de abdicar –una iniciativa que sacudió los cimientos del sistema político nipón–, el príncipe declaró con ocasión de su 52 cumpleaños que “por supuesto, creo que lo que la gente quiere de nosotros son cambios de acuerdo con la época. Creo que tenemos que tener eso siempre presente”. En 2018 también se declaró partidario de que algunas de las ceremonias sintoístas incluidas en el protocolo de sucesión real se pagaran con dinero de la casa imperial, en lugar de con fondos del Estado. “La cuestión es si es apropiado utilizar dinero público para costear un acto tan religioso”, dijo entonces, en referencia al rito conocido como Daijosai, la primera comunicación entre el emperador recién investido y los dioses sintoístas.

La ceremonia que le ha confirmado como sucesor de su hermano sirve de recordatorio de que en Japón impera la ley sálica, que impide reinar a las mujeres. Una vez que las hijas del emperador se casan, dejan de pertenecer a la familia real. Naruhito y Masako tienen una hija, Aiko, de 18 años, que no tiene derecho a heredar el trono.

A lo largo de los años, estas normas han hecho que el número de posibles herederos se haya reducido drásticamente, algo que suscita interrogantes sobre el futuro de la dinastía a largo plazo. Además de Akishino, únicamente quedan otros dos varones que cumplan las condiciones para ocupar el trono. Uno de ellos es octogenario, el príncipe Hitachi, hermano menor del emperador emérito Akihito.

El otro es un niño. El príncipe Hisahito, de 14 años, en quien están depositadas todas las esperanzas de la dinastía. Su nacimiento en 2006, el del primer varón en cuatro décadas dentro de la familia real nipona, supuso un gran suspiro de alivio: la sucesión quedaba garantizada. Pero, al mismo tiempo, su llegada al mundo también puso fin a los movimientos que se habían iniciado para intentar reformar el sistema y permitir que las mujeres pudieran convertirse en emperatrices.

De momento, el Gobierno que encabeza el primer ministro Yoshihide Suga no ha demostrado un gran interés en retomar la posible reforma de un asunto que genera profundas divisiones y al que los más conservadores se oponen con rotundidad. Otros, en cambio, se han pronunciado abiertamente a favor: el sistema actual, afirman, limita las posibilidades de sucesión de tal modo que puede llegar a poner en peligro la continuidad de la monarquía más antigua del mundo.

Entre quienes se han pronunciado a favor de una reforma se encuentra el actual ministro de Reforma Administrativa, Taro Tono. En agosto, cuando ocupaba el Ministerio de Defensa, había advertido de que la situación actual es “extremadamente arriesgada”, pues limita enormemente las posibilidades de sucesión. Aunque Kono ha apuntado, entre otras sugerencias, que las hijas del emperador puedan mantener su estatus real cuando se casen, de tal modo que sus hijos varones puedan ser considerados también posibles herederos. Además de Hisahito, el príncipe Akishino y su esposa tienen dos hijas, las princesas Mako y Kako, ambas veinteañeras.

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