Kim Kardashian, la mujer que supo hacer de la fama un gran negocio
La estrella de la telerrealidad llega a los 40 años convertida en empresaria de éxito y en defensora de presos con condenas cuestionables
Hoy cumple 40 años la persona más siglo XXI del siglo XXI. Con todo lo bueno y lo malo que eso significa. Nadie ha encapsulado el latir de una época como Kim Kardashian West. Tanto si en un futuro se recuerda esta década como el último gran momento de felicidad global y pancapitalista o como el primer momento en que supimos que todo iba a desaparecer de forma más que merecida, en el centro del discurso estará esta mujer, quien se ha convertido, tras dos décadas bajo los focos, en la persona sin talento más talentosa del pl...
Hoy cumple 40 años la persona más siglo XXI del siglo XXI. Con todo lo bueno y lo malo que eso significa. Nadie ha encapsulado el latir de una época como Kim Kardashian West. Tanto si en un futuro se recuerda esta década como el último gran momento de felicidad global y pancapitalista o como el primer momento en que supimos que todo iba a desaparecer de forma más que merecida, en el centro del discurso estará esta mujer, quien se ha convertido, tras dos décadas bajo los focos, en la persona sin talento más talentosa del planeta. El año pasado, el New York Times se preguntaba si ella y sus hermanas (Khloé, Kourtney, Kylie y Kendall) eran las empresarias más listas de EE UU. No está mal para alguien que aún es vista por muchos como una de esas personas que son famosas por ser famosas. Pero Kim es mucho más. De hecho, despreciarla por su ubicuidad o su superficialidad está tan desfasado como jactarse de no tener televisor en casa. No es que no se la pueda odiar. Es que desde hace unos años, para odiarla, hay que trabajárselo un poco.
La primera vez que el mundo supo de ella fue en 1994. Su padre, Robert Kardashian, era un abogado miembro del círculo íntimo del exjugador de fútbol americano OJ Simpson, quien fue acusado de haber asesinado a su exesposa, Nicole Brown, y a un camarero amigo de ella llamado Roland Goldman. Un día, en pleno proceso y con Simpson ya convertido en la figura más divisiva de la América de los años noventa, este llegó a casa de los Kardashian, entró en la habitación de Kim, se sentó en la cama y sacó una pistola. Se iba a suicidar. “Si lo haces, mi hija nunca podrá volver a dormir en esta cama”, le dijo Robert a OJ. No disparó. Todas las entrevistas que durante las semanas siguientes el padre de Kim dio a los medios para hablar del caso fueron sentado en aquella cama. Ahí empezó todo.
“Te iba a preguntar qué estabas haciendo, pero lo acabo de ver en Snapchat”. Así empezaba en 2016 la entrevista que la escritora y activista trans Janet Mock le hizo a Kim para la revista Interview. Durante las temporadas más exitosas del reality Keeping up with the Kardashians –terminará en 2021–, Kim y su familia solo pasaban 15 días al año sin el acompañamiento de las cámaras del equipo de la cadena E!. Y cuando las cámaras no las seguían, se seguían ellas mismas. Si eres narcisista, ganarte la vida siendo tu propio producto no es un trabajo, es un hobby a tiempo completo. Hemos visto a Kim casarse, divorciarse, volverse a casar, tener hijos, más hijos, más hijos. Y también perder un pendiente de oro en el mar o atizarle con un bolso de lujo a su hermana Khloé. Y si todo hubiese acabado aquí, estaríamos hablando simplemente de otra celebridad más. Una muy grande, una con 190 millones de seguidores en Instagram, pero no de un fenómeno generacional, de una persona que este año podría alcanzar los 1.000 millones de fortuna, casada con el músico más relevante de esta época, el rapero, empresario y candidato a presidente de EE UU, Kanye West.
Kim Kardashian ha logrado despojar la fama de más dudoso pedigrí, aquella que proviene de la telerrealidad, de la idea de transitoriedad, para convertirla en una carrera con objetivos a medio y largo plazo. El que fuera el trasero más famoso del planeta, la protagonista de la portada que rompió Internet (la de la revista Paper en 2014, en la que se la veía abrir una botella de champán sosteniendo una copa sobre sus posaderas) y la mujer que llevó el concepto de vídeo porno casero a sus más extremas consecuencias, es hoy tan exitosa y tan relevante que no necesita pedir que la tomen en serio, pues ya lo hace ella.
En septiembre del año pasado, Kim presentó uno de sus proyectos empresariales más ambiciosos. Se trababa de la firma Skims, una marca de moda basada en prendas que sirven para moldear la silueta, así como ropa interior y prendas que podríamos definir con la palabra menos Kardashian del mundo: cómodas. La colección fue un éxito, agotando existencias en horas. Una de las modelos que utilizó Kim para la promoción de la firma fue Alice Marie Johnson. Esta mujer de 66 años nacida en Alabama y convicta por blanqueo de dinero y tráfico de drogas en 1997, había saltado a la fama cuando el año pasado la Kardashian tuiteó su situación: a pesar de ser su primera condena seguía en prisión si posibilidad de pedir la libertad condicional. Kaim logró que Trump la indultara y que la hija del presidente, Ivanka, anunciara que iban a revisar la ley aplicada a casos como el de Alice. No está mal para una persona que antes de dar una entrevista con al revista Interview se grabó en Snapchat junto a su hija North, mientras esta le cambiaba el nombre al perro. No está mal para una persona de 40 años que una vez pensó que era buena idea tener cuenta en Snapchat.