El hijo de Robin Williams se casa y reivindica a su padre tras su suicidio
Zak Williams eligió el Día Mundial de la Salud Mental para contraer matrimonio, un tema al que se dedica después del trauma que sufrió por la muerte del actor a causa de un tipo de demencia que desconocía
Zak Williams, el hijo mayor de Robin Williams y su primera esposa Valerie Velardi contrajo matrimonio con su prometida Olivia June el pasado sábado y eligió para hacerlo un día que perseguía significar toda una declaración de intenciones y un homenaje a su padre: el día mundial de la salud mental. “¡Tuve la gran alegría de casarme hoy con mi mejor amiga @oliviajune!”, tuiteó Zak junto a un selfie junto a su pareja. “Fue increíble y no podríamos habernos casado en un día mejor. #WorldMentalHealthDay”, añadió.
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Zak Williams, el hijo mayor de Robin Williams y su primera esposa Valerie Velardi contrajo matrimonio con su prometida Olivia June el pasado sábado y eligió para hacerlo un día que perseguía significar toda una declaración de intenciones y un homenaje a su padre: el día mundial de la salud mental. “¡Tuve la gran alegría de casarme hoy con mi mejor amiga @oliviajune!”, tuiteó Zak junto a un selfie junto a su pareja. “Fue increíble y no podríamos habernos casado en un día mejor. #WorldMentalHealthDay”, añadió.
Olivia June, es fundadora y directora ejecutiva de Hey! VINA, una aplicación que utiliza un sistema de conexiones parecido al de Tinder pero dirigido a mujeres que quieren encontrar nuevas amigas reales para realizar actividades, charlar, ir al gimnasio o establecer relaciones profesionales. La novia también publicitó su boda en su cuenta de Twitter: “Hoy me casé con mi mejor amigo y el amor de mi vida. @zakwilliams , ya estabas atrapado conmigo para siempre, y ahora lo estás legalmente”, tuiteó. June que además de emprendedora es científica social, publicó en su cuenta de Instagram una imagen de la recepción de su boda haciendo también referencia al día tan especial que habían elegido para contraer matrimonio: “Sin duda, la mejor decisión de salud mental de mi vida fue elegir a Zak”.
Zak, de 37 años, ha centrado su trabajo en concienciar sobre la salud mental después de vivir su propio drama personal tras la muerte de su padre, que se suicidó en 2014 pese a ser para el mundo uno de los exponentes más queridos del humor y la comedia. El pasado mes de marzo, Zak Williams confesó a ABC News que tras la muerte de su padre se encontró perdido: “En el punto más bajo de mi vida”. “Me sentí completamente desequilibrado emocionalmente y estaba experimentando trastorno de estrés postraumático. Me automedicaba hasta el punto de no querer sentir nada, pero descubrí que la experiencia más curativa para mí fue comprometerme para trabajar en torno a las causas de la salud mental”, dijo.
Zak Williams y su ya esposa Olivia tienen un hijo, que nació en mayo de 2019, al que han llamado McLaurin Clement, otro homenaje al intérprete de El club de los poetas muertos, Despertares, Jumanji, La señora Doubtfire o El indomable Will Hunting, ya que el segundo nombre de Robin Williams era McLaurin. En julio Zak explicaba que ha ido enseñando poco a poco a su hijo fotografías e imágenes de las películas de su padre. “Tenemos fotos y recuerdos en nuestra casa y el niño se siente atraído por ellos. Es un buena manera de continuar con el legado de mi padre relacionado con nuestra historia familiar y de poder hablar de él", contó en el programa Today.
Robin Williams, que se casó tres veces en sus 63 años de vida, se suicidó el 1 de agosto de 2014 en California, Estados Unidos, solo seis meses después de empezar a notar los síntomas de la demencia con cuerpos de Lewy, una enfermedad que nunca supo que padecía. Su última esposa, Susan Schneider Williams, contó en el documental Robin’s Wish, dirigido por Tylor Norwood, que aquel día se se levantó pronto y, como siempre, esperaba encontrar a Robin ya levantado, dando vueltas por la casa y dispuesto a practicar una hora de meditación. Desde hacía meses algo no iba bien. Williams tenía dificultades para actuar, para recordar sus papeles, dormía muy mal, su brazo izquierdo no le respondía, le costaba relacionarse con sus amigos y salir de casa, y se obsesionaba con cosas absurdas.
Tras pensar que por fin aquella noche su marido había logrado conciliar el sueño y dormía más de lo normal, entendió que algo iba mal. Williams se había colgado del armario de la habitación en la que dormía solo debido a sus problemas de insomnio y a que hablaba a gritos de madrugada. Durante las siguientes semanas, los medios no dejaron de especular sobre las causas del suicidio: drogas, depresión, trastorno bipolar y bancarrota. Los admiradores de uno de los cómicos más geniales de los últimos años no salían de su asombro, pero la respuesta llegó solo unos meses después cuando en octubre de ese mismo año se conocieron los resultados de la autopsia. La causa real de esos meses erráticos y del triste final del actor fue una demencia con cuerpos de Lewy, una enfermedad que ni Williams ni nadie de su entorno llegó a saber que padecía.
“La demencia con cuerpos de Lewy es una enfermedad devastadora”, resume en ese documental el doctor Bruce Miller, director del Centro de la Memoria y el Envejecimiento en la Universidad de California San Francisco, que trató personalmente el caso del actor. “Es letal y evoluciona rápidamente. Analizando cómo afectó al cerebro de Robin, descubrí que era el caso más agresivo de Lewy que he visto en todos mis años de carrera. Prácticamente todas las áreas de su cerebro habían sido afectadas. Es realmente sorprendente que pudiera moverse o caminar”. El médico añade en el filme: “Las personas con cerebros excepcionales, que son increíblemente brillantes, suelen resistir y tolerar mejor las enfermedades degenerativas que las que tienen un cerebro normal. Esto demuestra que Robin Williams era un genio”.
Su esposa y el resto de su familia comprendieron entonces, al leer los síntomas, que todo encajaba: cambios de humor, problemas de movimiento, depresión, miedos, ansiedad, alucinaciones, problemas de sueño, paranoia... “Si simplemente hubiéramos sabido el nombre de la enfermedad que sufría Robin, solo eso le habría dado un poco de paz”, explicó su viuda. Pero este tipo de dolencia que se caracteriza por la acumulación de una proteína en determinadas zonas del cerebro formando placas, solo se puede diagnosticar tras la muerte, y Robin Williams se suicido, frustrado, sin saber lo que le ocurría y repitiéndose a sí mismo y a quienes le rodeaban: “Ya no soy yo”.
Su hijo mayor le ha rendido homenaje con su boda y con su dedicación a la salud mental tras su muerte. Y su nieto McLaurin podrá reír con la mejor versión de su abuelo viendo las películas en las que demostró su genialidad y con las que se ganó la fama de buena persona que hizo que su familia y sus admiradores quedaran conmocionados pensando que se había quitado la vida conscientemente.