La justicia reconoce a Delphine Boël como princesa de Bélgica

La hija extramatrimonial del rey Alberto II toma el apellido de la casa real y podrá ser tratada como “alteza real”

Delphine de Sajonia-Coburgo (antes Boël) acude al tribunal junto a sus abogados en noviembre de 2019.Photonews
Bruselas -

El largo culebrón de la casa real belga por fin llega al episodio final: Delphine Boël, la escultora de 52 años que llevaba años batallando por ser reconocida legalmente como hija del rey emérito Alberto II, se convirtió ayer oficialmente en princesa de Bélgica. Así lo ha dictaminado el Tribunal de apelación de Bruselas en una sentencia muy esperada, después de que en enero una prueba de ADN probara su filiación con el hombre que ocupó durante dos décadas el trono del país hasta su abdicación en 2013....

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El largo culebrón de la casa real belga por fin llega al episodio final: Delphine Boël, la escultora de 52 años que llevaba años batallando por ser reconocida legalmente como hija del rey emérito Alberto II, se convirtió ayer oficialmente en princesa de Bélgica. Así lo ha dictaminado el Tribunal de apelación de Bruselas en una sentencia muy esperada, después de que en enero una prueba de ADN probara su filiación con el hombre que ocupó durante dos décadas el trono del país hasta su abdicación en 2013. El apellido de la nueva princesa, como no podría ser de otro modo, pasa a ser ahora el de Sajonia de Coburgo y Gotha, el de la dinastía de la familia real de Bélgica, según confirmó el jueves a la agencia de noticias Belga el abogado de la artista, Marc Uyttendaele.

La nueva princesa, nacida en los años sesenta, es fruto de la larga relación que mantuvo su madre, la aristócrata Sibylle de Sélys Longchamps, con el entonces príncipe heredero. La historia de este romance, y del fruto del mismo, se volvió pública y notoria a finales de los noventa, cuando la edición de una biografía no autorizada sobre la reina Paola, esposa de Alberto II, revelaba la existencia de una hija nacida fuera del matrimonio.

La hoy heredera arrancó su batalla judicial en 2013, y siguió adelante pese a que el monarca trató durante años de negar la evidencia y de eludir las peticiones de realizarse una prueba de parentesco; incluso se vio amenazado por una multa de 5.000 euros en caso de no hacerlo. Tras los resultados irrefutables en enero, el emérito declaró a través de sus letrados que ponía “fin con honor y dignidad a este doloroso proceso”.

Pero la hoy princesa no se conformó con un mero fallo sobre la filiación y ha seguido batallando hasta ser reconocida como hija del monarca a todos los efectos. Desde ayer, según los tribunales, Delphine de Sajonia-Coburgo y Gotha puede ser tratada oficialmente como alteza real. “El tribunal de apelaciones le ha dado plena satisfacción [a sus demandas]", comunicaron tras conocerse el fallo sus abogados, los cuales añadieron que su reclamación de ser “tratada en pie de igualdad con sus hermanos también ha sido satisfecha”.

“Ella se alegra de esta justa decisión que pone fin a un largo proceso particularmente doloroso para ella y su familia", explicaron los letrados. "Una victoria judicial jamás remplazará el amor de un padre pero ofrece cierto sentimiento de justicia, reforzado ahora por el hecho de que muchos niños que han atravesado las mismas dificultades podrán hallar ahora la fuerza para afrontarlo”. Según han dicho en más de una ocasión, el padre nunca se ha dignado a mirarle a los ojos. La nueva princesa de los belgas se ha comprometido a comparecer públicamente el próximo lunes. Será, muy probablemente, el final del culebrón. O quien sabe, quizá solo el epílogo de esta primera temporada.


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