Antonio Ardón, el modisto de las folclóricas que tuvo por musa a Rocío Jurado
El diseñador y artista gaditano, que falleció este domingo, vistió a la cantante desde los años 80 hasta su muerte en 2006 y cambió el estilo de las artistas de la copla
“Niño, que me hagas los 10 vestidos”. Con esa frase, directa y pronunciada desde el teléfono de un aeropuerto, Rocío Jurado le hizo su primer encargo al diseñador gaditano Antonio Ardón. Él, que ya bebía los vientos por la cantante, se las había ingeniado ese mismo día para comer con ella en Chipiona y presentarle sus diseños. Apenas bastaron horas para que ella aceptase. Para el modisto fue mucho más que un trabajo. Nunca se cansó de vanagloriar a quien consideró su “musa” y confidente. Hasta que este domingo la voz de Ardó...
“Niño, que me hagas los 10 vestidos”. Con esa frase, directa y pronunciada desde el teléfono de un aeropuerto, Rocío Jurado le hizo su primer encargo al diseñador gaditano Antonio Ardón. Él, que ya bebía los vientos por la cantante, se las había ingeniado ese mismo día para comer con ella en Chipiona y presentarle sus diseños. Apenas bastaron horas para que ella aceptase. Para el modisto fue mucho más que un trabajo. Nunca se cansó de vanagloriar a quien consideró su “musa” y confidente. Hasta que este domingo la voz de Ardón se ha apagado a los 71 años, víctima de una larga enfermedad.
“Antonio Ardón es un gaditano al que le encanta la moda y que tuvo la gran suerte que, empezando en la alta costura, le presentaron a Rocío Jurado”. Así se definió él mismo el pasado mes de junio en Aguja Flamenca, un talent show de la televisión autonómica andaluza Canal Sur, que ha resultado ser su última entrevista en un medio de comunicación. Discreto y amable, el modisto era poco dado a la pompa personal y mucho a ensalzar la figura de quien él consideraba la mejor artista española, probablemente, de todos los tiempos. Pero Ardón, el genio de los volantes, tenía mucho más por lo que enorgullecerse.
Quiso irse a Madrid a aprender Arte Dramático, pero acabó estudiando Bellas Artes en Cádiz. Con tan solo 14 años comenzó a trabajar en una cadena local de tiendas de moda y textiles en la que pronto se convirtió en jefe de escaparates. En 1979, con 30 años, se estableció por su cuenta con el claro deseo de crear una tienda de alta costura que ofreciese diseños para hombre y mujer. Pero el salto definitivo le llegó con ese almuerzo con la Jurado en la década de los 80. Comenzó ahí una prolífica relación personal, artística y laboral que no terminó hasta la muerte de la artista en 2006. “Rocío Jurado fue mi musa, mi amiga, mi confidente. El día que nos conocimos, solo con mirarnos hubo un feeling hasta que se fue…”, reconoció el mismo diseñador a Canal Sur.
La suerte que Ardón dijo tener al conocer a la chipionera fue más allá de lo personal: “Fue un cambio brutal porque al conocerla a ella se me abrieron muchas puertas”. De la mano de Rocío Jurado, el modisto pudo mostrar su valía en Telecinco, Televisión Española o Antena 3. No hubo programa de éxito de esa televisión de los 90 que no tocase su aguja. Lo mismo vistió a Carmen Sevilla y Agustín Bravo para el Telecupón que se atrevió con el escueto vestuario que lucieron las famosas Mamachicho.
Ardón no ocultaba el honor que supuso para él vestir también a otras destacadas cantantes y artistas folclóricas del momento, como Rocío Dúrcal, Sara Montiel o María Jiménez. Con todo, con la Jurado fue con quien pudo explayar más un sello personal que contribuyó al mito de la cantante, construido también junto al diseñador colombiano Carlos Arturo Zapata, otro de los colaboradores más recurrentes en los estilismos de la artista. El modisto gaditano ideó vestidos exuberantes en los que se atrevió con todos los recursos a su alcance para engrandecer a su musa en los escenarios: dorados, pedrerías, volantes y esas famosas mangas y chales de tejidos transparentes que multiplicaban la presencia, ya de por sí, enérgica de la artista.
El tándem Jurado-Ardón demostró, de hecho, que para cantar flamenco y copla se podía recurrir a una amalgama de vestidos sensuales que iban mucho más allá de la clásica bata de cola y mantilla que se le presuponía a la folclórica. La ecuación funcionó tan bien que la cantante inundó buena parte de la existencia del modisto. “Ha empapado mi vida”, reconocía él mismo en su postrera entrevista. Tras la muerte de la cantante, Ardón la siguió imaginando, ya en vividas pinturas realistas que atesoraba con cariño junto a bocetos de sus trajes –siempre con su rostro– en el taller-atelier de la avenida Cayetano del Toro, en Cádiz, que atendía junto a su hermana.
Allí, el modisto se tejió un nombre local. El diseñador nunca quiso trasladarse a Madrid o a París, ciudades en las que no le faltaron las ofertas, según él explicó. Paralelamente a sus puntadas en esa etapa dorada de simbiosis entre copla y televisión, el modisto se hizo un referente en el sector de los trajes de novios. Aunque su despedida ha sido discreta e íntima, ahora su ciudad llora la muerte de Antonio Ardón con un día de luto oficial que se decretó este lunes por el Ayuntamiento. Como diría aquella famosa canción de su musa, a Cádiz y al recuerdo de esos brillantes y televisivos años 90 algo se le fue con él.