Carolina Monje, el intento de volver a la normalidad de la discreta novia de Álex Lequio
La empresaria dedicada al mundo de la moda ha compartido dos años junto al hijo de Ana Obregón, los más duros de su vida antes de fallecer el 13 de mayo
El pasado miércoles, en la estación madrileña de Atocha, los fotógrafos perseguían a una joven. Con una pequeña maleta, el pelo recogido, vestida completamente de negro y tapada con una mascarilla, la muchacha pasaba desapercibida para la mayoría de los todavía escasos viajeros de la estación. Ella se mostró amable y agradecida, pero apenas quiso hablar. Esa joven era Carolina Monje, la novia de Álex Lequio, el h...
El pasado miércoles, en la estación madrileña de Atocha, los fotógrafos perseguían a una joven. Con una pequeña maleta, el pelo recogido, vestida completamente de negro y tapada con una mascarilla, la muchacha pasaba desapercibida para la mayoría de los todavía escasos viajeros de la estación. Ella se mostró amable y agradecida, pero apenas quiso hablar. Esa joven era Carolina Monje, la novia de Álex Lequio, el hijo de Ana Obregón y Alejandro Lecquio, fallecido el pasado 13 de mayo en Barcelona después de dos años de lucha contra el cáncer.
Poco se sabe de la discreta Carolina Monje, empresaria de 28 años, que tras la muerte de su pareja ha regresado a la capital catalana junto a su familia. Después de un par de semanas, la joven ha desmantelado el piso de Madrid en el que vivía con Álex Lequio —y donde compartían mascota, un perro llamado Boby Puchum—, ha hecho cajas y ha vuelto junto a su familia.
La pareja se conoció a finales de 2018, cuando el joven regresó de su primer tratamiento contra el cáncer en EE UU, y llevaba saliendo junta casi dos años, aunque el joven no lo hizo público hasta hace unos meses. Ambos siempre llevaron su relación con suma discreción, sin aparecer juntos en público ni posar en sus redes sociales, más allá de algunas fotos en los que se les veía de vacaciones en compañía de otros amigos, como el pasado verano, cuando estuvieron juntos en Formentera.
Sin embargo, Monje siempre estuvo ahí para su pareja. Cuando el joven se trasladó a principios de año a Barcelona, ella se marchó con él. Se la ha visto en el hospital, en compañía de Ana Obregón, charlando amigablemente con la actriz. También pudo acompañar a la familia en el sepelio del joven, que se realizó con muy poca asistencia a causa de las estrictas condiciones a las que obliga la pandemia del coronavirus.
La joven Carolina, o Carola, como la conocen sus allegados, es hija del empresario hostelero Pedro Monje y de la cirujana estética Virginia Vicario, que ejerce su profesión en las Clínicas Vicario, donde es directora del servicio de Nutrición y Dietética. Carolina se ha licenciado en Dirección y Gestión de Empresas en la Universidad de Derby, en el Reino Unido, y tiene también un MBA en Administración y Gestión de marcas de lujo.
Aunque ahora tiene una firma de moda, Monje ha trabajado en el negocio familiar y ha empezado desde abajo. Fue recepcionista durante siete meses en chic&basics, uno de los establecimientos de Barcelona, para luego ser gerente de recepción un año en el hotel Convent de Begur. En mayo de 2015 entró a formar parte del personal del hotel ibicenco La Torre del Canónigo, primero como asistente personal del director y desde enero de 2017 es su directora general.
Además, Monje es diseñadora y tiene una firma de moda llamada Carola Monje, de precio medio, con prendas informales y bohemias, en tejidos como lino y seda y en tonos tierra y colores básicos. Tiene también una faceta solidaria: el 3% de cada venta se destina a una ONG. Pero ni siquiera en la web de la marca hay información sobre ella: el apartado “Sobre Carola Monje” está desactivado. Tampoco hay información de ella en redes sociales. Su perfil de Instagram, antes público y con más de 19.000 seguidores, fue cerrado el 10 de mayo.
Sin embargo, en esa red publicó un bonito mensaje para su novio cuando este murió. “Mi niño bonito, mi bebé de bebé, mi amor, mi luz, mi Puchum, mi TODO. Para mí siempre habrás ganado la batalla al más fuerte y al más luchador. Nos has dado una lección de vida a todos los que te rodeábamos, por todo lo que derrochabas; fuerza, felicidad, amor, sentido del humor, carisma, inteligencia, sabiduría, saber estar, amigo de tus amigos y lo mejor de todo, es que eres y serás el mejor novio que nadie podría desear. Gracias de todo corazón por estos casi dos años contigo, los mejores años de mi vida. Doy millones de gracias a la vida y a ti por haberme brindado la oportunidad de conocerte y compartir cada instante desde entonces”, relataba, contandos sus experiencias juntos: “Nuestros amaneceres en Vivood, los paseos en Santorini, los baños helados en Laponia y nuestros atardeceres en Es Vedra. Tengo tantísimos recuerdos juntos y todos me hacen llorar de risa o de felicidad. Nuestra manera de hablar como niños pequeños, de cuidarnos, de querernos, de amarnos incondicionalmente y apoyarnos en todo”.
Monje continuaba: “Hasta que un maldito 13 de mayo truncó tu vida y por consecuencia, la de todos los que te queríamos. Todos nuestros planes de futuro se acabaron en aquel instante. Pero en el fondo sé que estás aquí conmigo, lo sé, te siento muy cerca y sé que siempre estaremos juntos. Darle las gracias a los mejores padres que podrías haber tenido, a los que admiro por su incalculable fuerza, valentía y amor hacia ti. Siempre formarán parte de mí. Como solías decir, somos tus compañeros de batalla y creo que no podrías haber escogido mejor. Gracias por haber traído a este mundo al hombre de mi vida. Te amo por y para siempre, mi niño bonito”.