José Mercé, una vida de miel y hiel hasta llegar a la edad de oro
El cantaor ha encontrado la parte buena al aislamiento: estar más tiempo con su familia, él que se ha pasado muchos de sus 65 años en la carretera
La vida no ha escatimado con José Mercé (Jerez de la Frontera, 1955) ni uno solo de sus matices: le entregó un don que aún hoy maneja a su antojo –el túnel de su voz conduce a la gloria flamenca, leyó una vez a un crítico–, ha conocido la gloria –fue el primer gitano en cantar en el Teatro Real de Madrid– y la popularidad sin ambages, considerado el cantaor vivo más conocido por el gran público. Sin embargo, también ha asomado a...
La vida no ha escatimado con José Mercé (Jerez de la Frontera, 1955) ni uno solo de sus matices: le entregó un don que aún hoy maneja a su antojo –el túnel de su voz conduce a la gloria flamenca, leyó una vez a un crítico–, ha conocido la gloria –fue el primer gitano en cantar en el Teatro Real de Madrid– y la popularidad sin ambages, considerado el cantaor vivo más conocido por el gran público. Sin embargo, también ha asomado al artista a las simas más profundas del dolor, cuando se llevó a su hijo Curro con 14 años de una dolencia cardiaca. José Soto Soto, el niño de la Escolanía del barrio de Santiago –vientre materno del cante jondo de Jerez–cumplió ayer 65 años habiendo saboreado la miel y la hiel encontrada a cada paso. Quizás por esto, el hombre de la sonrisa inabarcable, alto como un junco, puro como el metal de su voz, sobrelleva sin grandes aspavientos esta situación de excepcionalidad que marca este año su simbólico aniversario. No siente José Mercé –al que es muy complicado arrancarle un reproche–que le hayan robado el mes de abril: “En el fondo es una suerte, después de tantos años trabajando fuera de casa, siempre en la carretera, cantando en festivales, que ahora esté aquí con los míos”, aseguró a EL PAÍS en las horas previas a su cumpleaños.
Mercé, a lo largo de los años, ha sabido compaginar su vertiginosa agenda artística con una vida familiar de estrechísimos lazos. Vive en su casa de Madrid con la mayor parte de su familia: su mujer Mercedes, su hija Desirée y sus nietos mellizos –Curro y Adonaya, 13 años–."Pero como mi otra hija, O’Hara, es profesora de universidad y ahora tampoco puede ir a trabajar, se ha venido a pasar la cuarentena con nosotros, estamos todos juntos", explica el cantaor, que asegura estar “pasándolo muy bien: es una oportunidad para convivir días completos con mis nietos, echamos ratos buenísimos: ellos juegan al parchís y yo me entero de las nuevas tecnologías”, bromea el de Jerez, que reivindica sus sencillas costumbres: “Para mi cumpleaños: familia, cafelito, copa y dulce”.
No obstante, este icónico número 65, tan cargado de significado vital, ha alcanzado a José Mercé en plena actividad laboral. Concretamente, el cantaor pasó el día de ayer grabando el talent show de Canal Sur Televisión Tierra de Talento, presentado por Manu Sánchez, en el que participa como jurado y que, a pesar del estado nacional de alarma, no ha dejado de emitirse. “Nos hemos embarcado en una nueva experiencia, a distancia, grabando desde casa, pero con una excelente calidad técnica y de contenido”, asegura el artista, que no entiende de parones, elegidos ni forzados. “Afortunadamente, me siento muy bien, ni se me pasa por la cabeza pensar en la jubilación”, aclara. De hecho, también estos días de confinamiento están siendo una oportunidad para preparar el trabajo discográfico que José Mercé tiene previsto lanzar en 2021: una obra para Universal producida por el músico Antonio Orozco que será –resume el cantaor– un recorrido completo por su vida: “Va a ser un disco revolucionario, quizás tengan que pasar diez años para que se pueda entender”, aventura.
Este proyecto alcanzará también un número redondo: el disco número 20 de su trayectoria musical, intervalo en el que ha alcanzado el millón de copias vendidas. No obstante, a José Mercé no le es ajeno ni esquiva el durísimo golpe que la actividad cultural en su conjunto, y particularmente la musical, ha recibido debido a la crisis sanitaria del Covid-19. “Fuimos los primeros en parar y me temo que seamos los últimos en volver”, lamenta el cantaor, que mira de reojo su próxima fecha anunciada, el 4 de julio en Cáceres, con cierta desconfianza."Haremos lo que vayan dictando el Gobierno y las normas impuestas", explica sobre la posibilidad de su cancelación. Así las cosas, José Mercé rentabiliza igualmente las horas regaladas por el estado de alarma para terminar de estructurar una Asociación Nacional de Flamenco en la que ya ha embarcado a artistas como Marina Heredia, Tomatito, Carmen Linares, Arcángel y Eva Yerbabuena, entre otros, y que tendrá como primera actividad “una cita con el ministro de Cultura: ahora mismo los flamencos no tenemos ni voz ni voto”, explica. Forofo del Real Madrid, compadre de Alejandro Sanz, jugador de mus y coleccionista de relojes –"me da igual que sean malos", ha bromeado en alguna ocasión–, José Mercé continúa una saga de ocho apellidos flamencos que, sin embargo, ha roto esquemas versionando canciones como Clandestino, de Manu Chao; su siempre recordada Al Alba, de Luis Eduardo Aute; o Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara. “No le he tenido miedo a nada porque he intentado siempre hacer las cosas con honestidad”, asegura. Así anda el camino, el ya recorrido y el que aún le queda por explorar, el artista jerezano.