Jaime del Burgo, el efímero y polémico cuñado de Felipe VI

El exmarido de Telma Ortiz, hermana de la reina Letizia, se niega al encierro por el coronavirus y desvela que ha sido padre hace cuatro meses

Jaime del Burgo en un restaurante de Barcelona en 2012.KBCN, UMP, EAL (©EUROIMAGEN)

Nada fue convencional en la relación de Jaime del Burgo y Telma Ortiz mientras duró. Comenzó con sigilo y acabó con misterio. En medio de una y otra cosa hubo un matrimonio de cuatro años del que se supo más bien poco, entre otras cosas porque la cuñada de Felipe VI sintió el aliento de la fama de su hermana demasiado cerca y en abril de 2008 presentó una demanda contra 57 medios de comunicación por el “insoportable y permanente acoso de la prensa” al que, en su opinión, estaba sometida. Entonces, ...

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Nada fue convencional en la relación de Jaime del Burgo y Telma Ortiz mientras duró. Comenzó con sigilo y acabó con misterio. En medio de una y otra cosa hubo un matrimonio de cuatro años del que se supo más bien poco, entre otras cosas porque la cuñada de Felipe VI sintió el aliento de la fama de su hermana demasiado cerca y en abril de 2008 presentó una demanda contra 57 medios de comunicación por el “insoportable y permanente acoso de la prensa” al que, en su opinión, estaba sometida. Entonces, la Reina era princesa de Asturias y su hermana estaba emparejada con Enrique Martín-LLop, cooperante de Cruz Roja y padre de su única hija, Amanda. El argumento de su demanda la ha perseguido durante años: en su opinión, ni ella ni sus parejas –su hija entendió que estaba protegida por la Ley del Menor– son personajes famosos y su solicitud pretendía que se prohibiera “captar, publicar, distribuir, difundir, emitir o reproducir” imágenes suyas.

La demanda fue desestimada con un auto de ocho folios que argumentaba, sin hacer referencia a su relación familiar con los actuales Reyes de España, que su solicitud era jurídicamente inviable porque la demandante sí tenía proyección pública. Agotada esta vía legal, Telma Ortiz se blindó ella misma y lo mismo ocurrió con todo aquel que tuvo relación con ella en los años venideros, Jaime del Burgo incluido. La pareja contrajo matrimonio casi en secreto en el Monasterio de Leyre (Navarra) en 2012 y él, abogado, dio muestras de que llamar la atención con sus declaraciones no le molestaba demasiado y se convirtió en adalid de su esposa en la defensa de su intimidad. Dos meses más tarde repitieron el enlace en un hotel ubicado en la costa italiana, cerca de Roma, que Del Burgo cerró y al que asistieron don Felipe y doña Letizia.

El abogado y empresario era amigo de juventud de la reina Letizia y fue a través de ella como conoció a Telma. Es el hijo mayor de los seis que tiene Jaime Ignacio del Burgo, expresidente de la Diputación Foral de Navarra y senador y diputado del Partido Popular por Navarra durante veintiocho años, y su principal ocupación está relacionada con negocios online de compraventa de edificios, temas de seguridad y venta de productos gourmet italianos, entre otras empresas. Desde el principio la pareja funcionó de forma poco convencional. Telma Ortiz dejó su trabajo en el ayuntamiento de Barcelona, cerró su casa y parecía que se iba a vivir con su marido a Nueva York, pero en septiembre volvió a Barcelona con su hija, sin trabajo y sin Jaime del Burgo. Tampoco se entendió mucho que el destino pareciera al principio Manhattan cuando Del Burgo dirigía entonces sus negocios desde Londres y Ginebra, y menos que cuando visitaba a su familia en Barcelona, prefiriera alojarse en un hotel.

Felipe de Borbón y doña Letizia, con sus hijas y junto a Jaime del Burgo en Ladispoli, Roma, cuando aún eran príncipes, en 2012. Andrea Venturini (©GTRESONLINE)

Dos años después de la boda interpusieron una demanda de divorcio de mutuo acuerdo y cuando solo quedaba que ambos acudieran al juzgado a ratificarlo, quien apareció en la sede judicial fue el padre de él, Jaime Ignacio del Burgo, para explicar que se habían arrepentido. El matrimonio fantasma finalizó definitivamente en 2016 y tampoco se sabe a ciencia cierta si además de la ruptura civil de su pareja siguieron adelante con su intención de presentar una demanda de anulación del matrimonio canónico, como manifestaron que era su intención. La revista ¡Hola!, que publicó la noticia del divorcio, dijo que la causa de la separación fue la distancia y que se trató de un divorcio no traumático, que algunos han llegado a comparar con el tipo de relación que mantienen Gwyneth Paltrow y Chris Martin después de su divorcio —quienes son grandes amigos y pasan tiempo juntos con sus respectivas parejas—. Un extremo difícil de corroborar porque a Telma Ortiz y Jaime del Burgo no se les ha vuelto a ver juntos desde entonces.

Después de la ruptura, a la cuñada de Felipe VI se le han conocido romances con Ignasi Cardelús, que fue delegado de Presidencia y Relaciones Institucionales del Ayuntamiento de Barcelona, con el piloto Marc Gené, y en los últimos meses con el abogado irlandés Robert Gavin Bonnar, exmarido de Sharon Corr, del grupo The Corrs. Por él o con él ha roto su ostracismo y ha vuelto a hacer acto de presencia en citas públicas, se ha mudado desde Barcelona a Madrid, donde viven sus padres y su hermana y desde donde continúa trabajando para ESERP, la escuela de negocios en la entró en 2014 como directora de Relaciones Internacionales, aunque desde este verano se ocupa de la fundación de este organismo.

Por su parte, Jaime del Burgo, a pesar de los múltiples viajes que realiza por trabajo, tiene actualmente su residencia oficial también en Madrid, cerca del Club de Campo en una exclusiva urbanización de Aravaca que comparte con su nueva esposa, la penalista de origen sueco Lucía Díaz Liljestrom. Ha sido la crisis del coronavirus y un reciente artículo de opinión sobre el tema publicado en Ok Diario lo que ha dado más datos sobre su vida actual. En él, además de criticar la actuación de los dirigentes políticos españoles sobre el Covid-19, revela que ha tenido una hija, que se llama Ulla y que tiene cuatro meses.

Por lo demás sigue sin pelos en la lengua y en el artículo publicado el pasado lunes se desfoga a conciencia: “No se puede cerrar un país. No se puede restringir la libertad de los ciudadanos. No por esto. (...) La verdadera pandemia está por llegar. La economía tiene que funcionar. Todos tenemos que trabajar. Y tenerle menos apego a la vida. Hay pánico a la muerte. No queremos aceptar nuestra única certeza: el destino que a todos nos llega. Ésta es una sociedad de cobardes atrincherada detrás de la pantalla de un móvil”.

Llama a los dirigentes vergonzantes, instiga a que la gente salga a la calle a trabajar y, de paso, continúa desvelando los únicos datos personales que se conocen de él desde hace años: “(...) por encima de la ley positiva está la ley natural. Esta rige mi vida desde que la conocí en las aulas a los 20 años. Así que yo voy a seguir viajando (...) He sufrido tres embolias desde 2008, tres cicatrices hermosas en mi pulmón derecho. Y no me voy a quedar en casa. Lo digan los Rodolfo Chikilicuatre de Moncloa. Lo diga Trump. Lo diga el Papa de Roma. La ley natural que protege y ampara nuestras libertades en última instancia está por encima de todo”. Un hombre contracorriente incluso en un momento en el que los expertos en Sanidad aconsejan quedarse en casa.




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