Un nuevo tablero de juego para las empresas multinacionales

Las compañías globales trazan estrategias ante el alza del intervencionismo estatal y los mercados emergentes

Una fila de gente espera fuera de la tienda de Apple en Shanghai para comprar un iPhone 12 a finales de octubre de 2020.STR (AFP via Getty Images)

El orden mundial de las últimas décadas ha tenido como principales protagonistas a las empresas multinacionales que, gracias a su poder de influencia transfronteriza, han conseguido influir en la geopolítica mundial. Sin embargo, la pandemia ha supuesto un revés para la globalización, dejando en evidencia las fragilidades de la cadena de valor y obligando a recuperar un intervencionismo estatal más propio del siglo pasado. En el nuevo orden mundial establecido tras la crisis sanitaria, las multinacionales —especialmente las estadounidenses y chinas— seguirán teniendo un papel importante en la ...

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El orden mundial de las últimas décadas ha tenido como principales protagonistas a las empresas multinacionales que, gracias a su poder de influencia transfronteriza, han conseguido influir en la geopolítica mundial. Sin embargo, la pandemia ha supuesto un revés para la globalización, dejando en evidencia las fragilidades de la cadena de valor y obligando a recuperar un intervencionismo estatal más propio del siglo pasado. En el nuevo orden mundial establecido tras la crisis sanitaria, las multinacionales —especialmente las estadounidenses y chinas— seguirán teniendo un papel importante en la economía y la política global, pero habrán de adaptarse a unas nuevas reglas de juego. En el caso de las grandes empresas españolas, su estrategia debería basarse, según los expertos consultados, en la búsqueda de mercados emergentes, sin desaparecer de aquellos en los que comenzaron su expansión global hace ya tres décadas, como el mercado latinoamericano.

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La pandemia de covid-19 es un claro ejemplo de la globalización, el proceso que conectó a los mercados, sociedades y culturas de todo el planeta tras la Segunda Guerra Mundial y que se aceleró a partir de la década de 1980 con los avances en tecnología y transporte. Pero esta crisis sanitaria también invita a la reflexión sobre este modelo económico. La liberalización del comercio, promovida por las empresas privadas que pedían la eliminación de aranceles y la firma de acuerdos comerciales entre países, dio paso a un escenario financiero de deslocalización y producción dependiente de terceros países, como explica Marc Ibáñez, colaborador de Centro de Investigación de Relaciones Internacionales de Barcelona (CIDOB). “Con esta crisis se ha puesto en entredicho este modelo, principalmente debido a la falta de visión sobre seguridad nacional en torno a las cadenas de valor”, apunta Ibáñez, y añade que “es necesario repensar cómo minimizar esa dependencia de terceros con nuevas alianzas de mercados, por ejemplo, aplicando políticas de near sharing”.

GAFA contra BATX

Para el colaborador de CIDOB, esto no se traducirá en una pérdida completa de poder de las multinacionales, pero sí en un nuevo escenario y nuevas reglas del juego que modificarán su manera de actuar e influir en la economía mundial. El gobierno de Estados Unidos, sin ir más lejos, pretende recortar el poder de sus grandes empresas tecnológicas (Google, Amazon, Facebook y Apple, conocidas por el acrónimo de GAFA) a través de seis proposiciones de ley admitidas a trámite en el Congreso. Una medida que podría debilitar la hegemonía de las GAFA en el sector de la tecnología de la información y de la economía global, frente a sus competidoras chinas, las BATX (acrónimo de Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi).

“Proteger la competencia de su mercado interno, mientras intenta asegurar una robusta estructura empresarial capaz de competir a nivel mundial”, explica Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano, sobre la dicotomía a la que se enfrenta el Gobierno de Joe Biden. “En cambio, la UE debe aprovechar su posición intermedia entre Estados Unidos y China, para negociar con ambos”, añade. “Lo más importante es que Europa sea capaz de modificar las reglas de juego en su mercado para favorecer la competencia y proteger a las empresas europeas”.

Como explica Lourdes Casanova, profesora y directora del Instituto de Mercados Emergentes de la Escuela de Negocios Samuel Curtis Johnson, las multinacionales españolas han de reaccionar ante este nuevo contexto económico, “buscando nuevos mercados de inversión, pero sin retirarse de aquellos en los que consiguieron su expansión global”. Casanova se refiere al mercado latinoamericano que supuso el auge de las grandes empresas españolas en la década de los noventa del siglo pasado.

La grave crisis económica y política que padece América Latina en los últimos años ha obligado a las multinacionales españolas a reorganizarse, perdiendo presencia en este mercado. Aunque la inversión directa española en Latinoamérica representa actualmente un 42% del total, la experta alerta sobre el auge de empresas chinas en la región y el peligro que supondría dejar caer este mercado para la economía española.

España sigue perteneciendo al club exclusivo de 32 países que tienen empresas en el ranking de la revista Fortune, aquellas con más poder de influencia debido a sus inversiones en el exterior (Santander, Telefónica, ACS, Iberdrola, BBVA, Repsol y Mapfre). Sin embargo, el cierre de mercados debido a la apuesta de los Estados por sus propias infraestructuras empresariales va a obligar a las multinacionales españolas a tomar nuevas decisiones. “Reino Unido apuntaba a ser un socio primordial para Estados Unidos, una buena noticia para las multinacionales españolas con presencia en el país británico; pero ya estamos viendo que la Administración Biden sigue la senda del anterior gobierno de Donald Trump de anteponer su mercado interior”, apunta Casanova. “Ante esta situación, es necesario que las empresas españolas y el Gobierno español exploren y negocien otras vías de internacionalización”, concluye.

El acuerdo entre China y la UE, en punto muerto

Costó más de siete años de negociaciones y, aunque fue anunciado en diciembre de 2020, todavía no se ha puesto en marcha. Las disputas diplomáticas están frenando el Acuerdo de Comercio Integral entre China y la Unión Europea (CAI, por sus siglas en inglés), el más ambicioso que ha firmado el país asiático con un tercer Estado o grupo de Estados y que introduce reglas en contra de la transferencia de tecnología, nuevas reglas de juego para las empresas públicas chinas en el mercado europeo con mayor transparencia en los subsidios públicos y compromisos por primera vez para el desarrollo sostenible de sus negocios —en materia medioambiental y laboral–.

El acuerdo sigue congelado más de medio año después. Europa desconfía del gigante asiático y teme que aproveche su posición para comprar a precio de saldo firmas europeas y así entrar en el mercado único. China mantiene actualmente 25 acuerdos bilaterales con estados miembros de la UE, sin embargo, como explica Lourdes Casanova, coautora del libro La era de las multinacionales chinas, la fuerza de Europa reside en su unión. “Es importante establecer un marco legal unificado, solo así se podrá potenciar el crecimiento de las empresas europeas en mercados exteriores, y el de China es clave”, apunta

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