En busca de la esencia entre tanto ruido
El auge de la meditación surge de una sociedad que otea el horizonte desde un mar de preguntas difíciles de contestar
L a sala está llena. Los invitados llegan antes incluso para no perder sitio. El arranque lo escriben los organizadores de Tendencias así: “Hemos hablado todo el día de tecnología, ¿pero pueden capturar el destello de nuestra esencia?”. Esa voz en la fuga cósmica que escribió el gran astrofísico que fue Carl Sagan (1934-1996), llega a Javier Moreno, ex director de El PAÍS y Comisario de Tendencias. “Llevo 30 o 40 años en este oficio de la comunicación, moderando mesas, y de todas ésta es de lejos la más rara”, asume. “Porque hay que pensar mucho las preguntas; no sé si será una meditación colectiva, individual, un acto religioso...”, observa.
¿Quiénes o qué causan tandas dudas? Nazareth Castellanos, física teórica y doctora en neurociencia, autora de El puente donde habitan las mariposas (Siruela, 2025), que está entre lo más leídos de no ficción, y el sacerdote, y Pablo d’Ors, fundador de la red de meditadores Amigos del Desierto y autor de la Biografía del silencio (Galaxia Gutemberg, 2012). Existen tantos temas de los que hablar, que ahora urgen las palabras. El diálogo, que mezcla misticismo y física, empieza casi por el final. “Para mí, la pregunta es quién soy. ¿Qué soy yo? Es la cuestión espiritual por excelencia. Por eso hablamos de si somos mentes, si somos cerebro, y aparece la palabra mística”, reflexiona Pablo d’Ors. Y añade: “Estamos en una era de cambio de paradigma; hasta ahora era el exterior y pensábamos que los problemas estaban afuera, y empezamos a entender que proceden de dentro y por eso el nuevo paradigma de la realidad es lo interior”. Hay algo para él más importante que el infinitivo hacer: son “mirar y “escuchar”.
El campo de la física
Desde luego, cuando Nazareth Castellanos llevó algunas ideas al campo de la física, la desconfianza —entre los propios meditadores— fue enorme. “Cuando descubrí que la contemplación de uno mismo se describe con un aumento del flujo sanguíneo en el precuneus anterior (parte del lóbulo parietal del cerebro) fue crear ideas nuevas. El hecho de describir materialmente lo que sucede en el cuerpo, lo que acompaña a esa experiencia, no significa que lo mate, siempre y cuando exista una mística asociada a la ciencia”, defiende.
En tiempos en los que aparecen más preguntas que respuestas estas ideas calan fuerte. El mundo se abre. Existe una gran diferencia —observa la física— entre información y conocimiento. “El conocimiento tiene que ver con la razón. La sabiduría incluye al pensamiento racional, pero también lo trasciende”. O sea, “el nuevo paradigma es la consciencia”, admite el sacerdote, “ese misterio que los creyentes llamamos Dios”. Y avanza: “La modernidad es el sueño de la razón, y la postmodernidad es el despertar de ese sueño. Entonces, gracias a Dios, estamos despertando”. Goya sirve hasta para la mística o la religión del siglo XXI. El genio, que fue un ateo irredento y gay, ¿qué pensaría?
Tiempos extraños dominados por las dudas y en los que muchas personas necesitan un lugar donde aferrarse, una esperanza. Buscan —remitiendo a Santa Teresa— “plegarias atendidas”. Ese procedimiento de escucha, D’Ors lo lleva a su campo, o a su extremo. Algo hay de indudable en los actos de fe. “Lo que descubrió la mística, que es con lo que estamos comenzado la conversación, es que realmente estamos muy unidos, vinculados unos a otros. En este sentido, por ejemplo, la pandemia ha traído un mensaje místico. Vivimos profundamente relacionados”, recalca el religioso. Aunque en este caso concreto la memoria ha sido tan ligera como el peso de la paja.
Las personas que meditan han crecido. Es algo que se comenta con la familia, los amigos, el trabajo. “Pero al igual que en la Biblia, ¿hay falsos profetas?”, cuestiona Javier Moreno. Algo que suele suceder en cualquier actividad con éxito. “¿Cómo sé que estoy iniciando una buena senda de meditación frente a una de mala fe?”, se pregunta D’Ors. Si emprendes un camino de manera muy modesta, y pasan los meses y pasan los años y tú sigues caminando, ese esfuerzo merece la pena”, contesta. Y enriquece la respuesta. “El camino de la ciencia, cualquier camino, el camino físico, el siguiente paso que tienes que dar, la tierra, el suelo, tienes que pensar. Ambos elementos, el próximo paso y el horizonte son importantes. Y por tanto la aspiración a la plenitud resulta algo muy bueno”.
La conversación se queda corta, daría para más tiempo. Pero la cierra Nazareth Castellanos moviendo esos baúles secretos del alma que conforman la memoria. De su profesor de posgrado aprendió: “En la Universidad estamos ordenando la cabeza, pero lo que tienes que hacer en tu vida es ordenar el cuello. Porque dicta dónde mira la cabeza”, concluye.