La guerra del presente ya es híbrida
Tecnologías como inteligencia artificial o la nube se combinan con sistemas terrestres para moldear las estrategias de seguridad
Cuando se habla de innovación en materia de defensa, a menudo se piensa en nuevos tanques, aviones, satélites, sistemas de radar y drones. La verdadera novedad, sin embargo, está en lo invisible: en el dato, en la ciberseguridad; en todo aquello que no se aprecia pero que ya protege a un país. El poder ya no se mide solo por la fuerza, sino también por la inteligencia algorítmica. “En el futuro, quien tenga mayor capacidad de procesamiento, análisis e interpretación de la información tendrá ventaja”, dijo Isabel González Hervás, socia responsable de Seguridad y Defensa en el Sector Público del área de consulting de EY.
“Ya no se trata de quién dispara más proyectiles, sino de quién domina el conocimiento y la información”, abundó. En este contexto, la inteligencia artificial (IA), la computación cuántica y la autonomía de los vehículos no tripulados serán tecnologías clave. “Estas ya están presentes en las estrategias de seguridad nacional y europea y serán decisivas para configurar la defensa de 2030”. No se trata solo de las tecnologías, sino también de cómo se aplican. Un ejemplo paradigmático es el uso de la nube. “Tradicionalmente, las redes militares han sido cerradas y altamente seguras, pero la guerra en Ucrania nos ha mostrado un cambio”, advirtió Pedro Pablo Pérez, director general de TRC, firma de ciberseguridad.
Allí, explica este experto, se ha recurrido a sistemas en la nube y a infraestructuras distribuidas fuera del país, lo que ha permitido una resiliencia inédita frente a ataques físicos. “Antes se veía con recelo en entornos militares y ha demostrado ser esencial para mantener la continuidad operativa. Y lo mismo ocurre con la inteligencia artificial, que ya se utiliza en la mayoría de los ejércitos modernos, sobre todo para el reconocimiento de patrones y el apoyo a la toma de decisiones”, comentó. “La guerra moderna es híbrida: combina ataques físicos y digitales”. Otro ejemplo se encuentra en la IA. “Ya no es una promesa futura: es una realidad”, admitió.
Asimetría de los conflictos
La IA aplicada al análisis predictivo y la toma de decisiones asistida reduce la asimetría de los conflictos al dotar a cualquier actor (estatal o no estatal) de una ventaja en información y velocidad. Esta capacidad para procesar datos masivos y anticipar amenazas nivela el campo de juego frente a adversarios convencionales, trasladando el poder del mero tamaño militar a la superioridad algorítmica y al control de la información. “Hoy, un dron de bajo coste puede neutralizar un objetivo de millones de euros. Esa asimetría obliga a los ejércitos a ser más ágiles y precisos. La inteligencia artificial permite anticiparse, identificar amenazas en tiempo real y responder con rapidez”, aseveró Pérez. “La cuestión es hasta qué punto dejamos que la máquina decida. Esa frontera ética es uno de los grandes debates”, afirmó el especialista de TRC.
El modelo de innovación en defensa europeo, ahondó González Hervás, fue diseñado en la era de la paz y bajo una lógica más lineal, centrada en ciclos largos de desarrollo. “Pero hoy, la mayoría de las tecnologías disruptivas provienen del ámbito civil, donde los ciclos de innovación son mucho más cortos y ágiles. Incorporarlas al entorno militar exige una adaptación profunda”, indicó. Para lograrlo es necesario pasar de un esquema de desarrollo tradicional a otro más circular e iterativo, con instrumentos que faciliten la colaboración público-privada y la compra pública innovadora. El gran reto está en la inversión. “Las restricciones presupuestarias son un desafío”, subrayó la experta de EY.
Aunque también aclaró que se están activando nuevos mecanismos de financiación, tanto públicos como privados. El Banco Europeo de Inversiones, por ejemplo, está promoviendo fondos específicos para tecnologías de defensa dual, lo que permitirá movilizar capital hacia centros de innovación. “Europa no compite con Estados Unidos ni con China en volumen de inversión, pero sí puede liderar en la aplicación ética y socialmente responsable de las tecnologías. Esa puede ser nuestra ventaja competitiva”, resaltó.