Ir al contenido

Aerotermia, un calor al alcance de pocos

Esta gran alternativa para acelerar la reducción de emisiones es cara y está a merced de muchas trabas burocráticas

En cuanto arranca la temporada de calefacción, al levantar la vista al cielo, la postal suele repetirse: chimeneas de colonias de edificios escupiendo una fumata negra. Uno de los objetivos de descarbonización que marca la Unión Europea es, precisamente, sustituir por energías limpias lo que hoy sigue siendo la principal fuente de calor de los edificios.

La aerotermia se perfila como uno de los motores de ese cambio. La UE, en su plan REPowerEU (2022), prevé instalar 20 millones de bombas de calor para 2026 y 60 millones para 2030, apoyadas por el Social Climate Fund, con 86.700 millones de euros destinados a calefacción limpia y eficiencia. “Esta tecnología permite reducir las emisiones de CO₂ y otros contaminantes de los sistemas tradicionales de calefacción, el consumo de energía primaria y electrificar los consumos térmicos. Contribuye a desplazar gas y gasóleo por electricidad que puede provenir de energías limpias y de autoconsumo”, trasladan desde el Departamento de Hidroeléctrica, Geotermia y Energía del Ambiente del IDAE.

Su implantación, sin embargo, no resulta sencilla: su rendimiento depende de factores como la forma de edificar o su conexión a fuentes renovables. Además, parece fácil de implementar en obra nueva, pero no en el resto. Especialmente este punto la sitúa lejos de ser una solución democrática para la descarbonización, por las barreras constructivas que hay que superar para que la instalación sea óptima y su conexión con renovables. A pesar de las soluciones digitales y tecnológicas, cada vez más desarrolladas, la inversión sigue siendo demasiado alta. Entre las principales críticas, “la barrera en las trabas administrativas y falta de unidad en criterios autonómicos”, indican desde la Asociación de Fabricantes de Equipos de Climatización, AFEC. Falta, “un marco regulatorio estable y predecible a medio plazo, que reduzca riesgos y facilite las decisiones de inversión”, señala Marta San Román, su directora general. El momento de la electrificación (2024), un informe de APPA Renovables, identifica también entre esas barreras la falta de uniformidad en las ayudas económicas y la percepción de que es una energía cara.

La aerotermia solo alcanza una descarbonización real si se alimenta de renovables y la vivienda está bien aislada. “Falta pedagogía para el usuario final; la aerotermia no puede venderse como una caja mágica”, plantea Ana Belén Cristóbal, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid, que la instaló hace tres años: “Hay que ajustar horarios, temperaturas y aislamiento. En casas bien diseñadas el confort es excelente y el gasto se reduce, pero exige aprendizaje”. Para ella es importante trasladar el mensaje de que esta tecnología “sigue siendo inaccesible para muchas familias por el desembolso inicial y es fuente de desigualdad: quien pueda invertir, se beneficia de los ahorros, quien no, queda fuera”.

Dolores Huerta, una de las directoras del Green Building Council España (GBCe) instaló aerotermia en su comunidad de vecinos. Una empresa de servicios energéticos monitoriza en tiempo real la producción, el consumo y la temperatura para optimizar cada kilovatio. Esto asegura confort y ahorro sin intervención manual”, explica. “Cuanto más control y gestión digital tengamos, mayor eficiencia”. Este trabajo lo llevan a cabo plataformas como la española NIDO, que aplica la digitalización al proceso técnico y comercial para “facilitar el trabajo de los instaladores y aportar transparencia a los hogares”, trasladan desde la start-up.

Para Huerta, la forma de construir es crucial, y esto está vinculado a lo que considera la clave de todo: “El primer paso para descarbonizar es reducir la demanda energética; si la vivienda no está bien aislada, el rendimiento de una bomba de calor cae en picado”. “La bomba de calor no da el confort por sí misma, lo da el sistema completo: superficies radiantes, buena inercia térmica y una temperatura constante y saludable”. Desde la Plataforma Passivhaus, la arquitecta Concha Uría recuerda que “la mejor energía es la que no se consume” y reclama más instaladores cualificados. En AFEC coinciden: “Sin técnicos formados no hay transición energética posible”

Entre muchos es factible

Un paso natural para descarbonizar a través de la aerotermia es primar lo colectivo. Ir juntos minimiza problemas durante el proceso de reforma de un piso. Según cuenta Daniel Guerra, arquitecto del estudio Norte, suelen surgir “resistencias dentro de las comunidades”. La vía pasa por lo colectivo: multiplicar comunidades energéticas y autoconsumo compartido. “Compartir electricidad entre vecinos maximiza la eficiencia y reduce costes”, apunta José María González Moya director general de APPA. En AFEC coinciden: “cada bomba de calor es un activo de resiliencia que estabiliza la red; la clave está en integrar aerotermia, fotovoltaica y control inteligente para convertir cada edificio en un nodo energético activo”.

La aerotermia podría sustituir hasta un 40% del consumo de gas en los edificios de la UE, asegura el portavoz de APPA. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2023‑2030 (PNIEC) prevé que España pase del 25% de consumo renovable actual a un 48% en 2030, y buena parte vendrá de la electrificación mediante bombas de calor. Pero descarbonizar los hogares implica algo más que instalar una máquina: supone repensar cómo construimos, cómo compartimos la energía y de qué fuente nos nutrimos.

Una oportunidad para la industria

La descarbonización está despertando el ingenio de compañías de toda la vida, que ponen a funcionar sus programas de I+D+i, y para empresas tecnológicas más jóvenes. España tiene dos polos importantes que contribuyen a reforzar el sector, construyendo bombas de calor, según trasladan desde AFEC, están en Lucena (Córdoba) y en Galicia. Y start-ups como Soty Solar, que se muestra convencida de que “la combinación de fotovoltaica y aerotermia es el futuro inmediato de la vivienda eficiente en España. Lo mismo que piensan compañías como Mitsubishi Electric, líderes en construcción de maquinaria, que dice invertir “más 1.500 millones de euros al año en I+D+i para mejorar eficiencia y sostenibilidad”, en palabras de su director, Pedro Ruiz.

Sobre la firma

Más información

Archivado En