Assumpta Bou, la joyera que convierte cada pieza en un tesoro cargado de simbolismo milenario

La barcelonesa es un referente en joyería arqueológica, una corriente que reivindica la creación de alhajas con técnicas, herramientas y materiales antiguos, como monedas griegas y romanas, para convertirlas en un objeto que habla de quien lo lleva

La joyera arqueológica Assumpta Bou en su taller de Barcelona, fotografiada en febrero de 2025.Gianluca Battista

“¿Qué hay detrás de las cosas?”. Assumpta Bou (Barcelona, 45 años) estudiaba en la Facultad de Filosofía cuando uno de sus profesores lanzó esta pregunta en clase. Era tan simple y tan compleja que aún hoy retumba en su cabeza. “Sé que es imposible responderla, pero me he dado cuenta de que mi tarea es materializar esta pregunta”, opina. Algo que hace cada día en su joyería-taller, un espacio precioso situado en los bajos de un antiguo monasterio del barrio judío de Barcelona, a dos pasos de la plaza de Sant Felip Neri. La fuente, los árboles desnudos, los muros de piedra que aún conservan las cicatrices de la Guerra Civil... Cualquier tarde de febrero esta plaza es un paraíso semidesierto y la antesala perfecta para adentrarse en el santuario de Bou.

Ella no es una joyera convencional, lo suyo es la joyería arqueológica. “Es una corriente mundial, pero somos muy pocos los que nos dedicamos a ello. Hacemos joyas con técnicas antiguas: granulación etrusca, filigrana, bateo del oro, cordoncillo romano… Usamos pocas herramientas y, en mi caso, algunas incluso las he adquirido en anticuarios. Pero no hacemos una recreación, detrás hay mucho estudio y mucha investigación, casi como si fuéramos arqueólogos”, reivindica.

Bou tuvo inclinaciones artísticas desde niña. Uno de sus pasatiempos favoritos era vaciar nueces y convertirlas en cajitas: en una parte recreaba el cielo y, en la otra, la tierra. “Ya era una obsesa de los objetos pequeños”, bromea. Su ilusión no era coleccionar muñecas, sino herramientas de verdad. Todavía se emociona cuando recuerda su primer maletín de carpintería, así que cambiar la Facultad de Filosofía por la de Bellas Artes tampoco fue tan descabellado. “Mientras estudiaba Arte me surgió la oportunidad de trabajar para una joyera. Estuve más de tres años con ella. Allí me di cuenta de lo que realmente quería hacer, pero para conseguirlo debía irme a Italia”, cuenta.

Assumpta Bou trabajando una semilla de oro en su taller de Barcelona.Gianluca Battista

En 2007, aterrizó en una pequeña escuela de Roma para formarse con Antonio Antonelli, especialista en joyería egipcia. Más tarde, con el maestro Giovanni Corvaja aprendió granulación etrusca, una antigua técnica decorativa de origen mesopotámico que consiste en la unión de gránulos de oro o plata sin necesidad de soldadura y que no se recuperó hasta el siglo XIX. El periplo formativo duró tres años y también la llevó a Florencia. “Con el aprendizaje de estas técnicas antiguas uní mi pasión por lo pequeño y por la simbología. No hay que olvidar que la joyería es química pura, hija de la alquimia”, recuerda.

Si los alquimistas buscaban la transmutación de los metales, Bou persigue la de las emociones. “Existe la joyería estatus que dice lo que tienes, y también existe la joyería que dice lo que eres. Yo busco este tipo de joyería, la del símbolo, la que se convierte en un amuleto, en un talismán, en un objeto de poder…. Al final, un símbolo es un atajo físico que te recuerda algo que quieres tener presente”, argumenta. En sus piezas, utiliza oro y piedras naturales talladas a la antigua, además de monedas griegas, romanas, sasánidas y mozárabes. “Existe un circuito legal de numismática y todas tienen su certificado. No uso ni copias ni reproducciones”, puntualiza.

En sus joyas, Assumpta Bou utiliza oro y piedras naturales talladas a la antigua, además de monedas griegas, romanas, sasánidas y mozárabes.Gianluca Battista

El uso de estas monedas milenarias, ya sea para unos pendientes, un colgante o un anillo, está muy meditado. “Estas pequeñas monedas romanas llevan grabada un ánfora, que es el símbolo de la fecundidad y la abundancia. Estas otras tienen el rostro de una gorgona, que significa protección. Tengo otras con flores, animales, dioses, estrellas… Cuando hago joyería a medida, busco la moneda ideal para simbolizar aquello que quiere el cliente. La joyería es una disciplina especial porque se relaciona íntimamente con el cuerpo. Una joya cabe en una mano, está cerca del corazón. La persona que la lleva puede cargarla con mucha intención, hacerla un objeto transmisible, por eso se pasa de madres a hijas. ¿No es bonito eso?”, pregunta afirmando.

Además de la joya hecha a medida, trabaja con pequeñas colecciones que respetan sus tiempos y sus principios. Cada primavera, como una Perséfone moderna, se renueva con una colección de temporada. “En unas semanas lanzaremos Aura Seeds, que está inspirada en las semillas, pues las primeras joyas que existieron fueron las de semillas naturales. Dentro de una semilla está todo lo que necesitamos para el viaje futuro, contiene todas las posibilidades. Y eso me fascina”, explica mientras esparce sobre la mesa semillas de oro de varios tamaños que ha realizado con diferentes técnicas antiguas y que en breve se convertirán en pendientes y colgantes.

Una de las semillas de oro que Assumpta Bou convertirá en pendiente o colgante para su colección Aura Seeds.Gianluca Battista

Otra línea base son los Turmalion, unos anillos tipo sello que llevan piedras naturales sin tratar. “Los hago con montura romana, una técnica que ahueca la propia montura, lo que permite darles mucho volumen y poco peso. Estos anillos acaban convirtiéndose en un amuleto que embellece y empodera”, afirma mientras sujeta uno de ellos. ¿El precio de esta belleza? 2.100 euros. “Es una inversión, lleva nueve gramos de oro y es una pieza que dura toda la vida. Mis clientes no son gente rica, en absoluto. Son personas que quieren una joya especial, simbolizar un momento único, y están dispuestos a ahorrar para conseguirlo”, afirma.

Más allá de su proyecto personal, Bou es una gran defensora del oficio. “La joyería es una disciplina que se aprende muy lentamente. Yo siempre estoy investigando sobre técnicas antiguas. Acabo de regresar de Roma, donde he aprendido una técnica de micro-mosaico del siglo XIX que se usaba en los murales del Vaticano. ¡Ha sido alucinante! Este es mi motor, mi parte romántica, la de aprender a hacerlo todo con mis propias manos. Si fuera otro, no estaría haciendo todo esto en el centro de Barcelona. Tendría a mi equipo en Turquía y listo”, asegura ante los casos de greenwashing de algunas marcas de joyería. “Como el último paso de toda la cadena de producción lo hacen aquí, ya les dejan poner la etiqueta de made in Spain. Y esto no es muy ético que digamos”, critica.

La joyera Assumpta Bou elabora todas las piezas a mano en su taller de Barcelona.Gianluca Battista

Bou no tiene ningún interés en guardarse todo el conocimiento acumulado en casi dos décadas de profesión. Al contrario, le gusta compartirlo porque siente que el oficio se está perdiendo. “Gran parte de mi espacio es un taller en el que hago cursos sobre técnicas antiguas y también invito a otros colegas, como el madrileño Calixto Sánchez, a que impartan los suyos. Los joyeros no deberíamos irnos a la tumba con secretos, porque significaría que el ego se ha impuesto al oficio y a la tradición”, sentencia. De fondo se cuela la voz de un tenor cantando a capela en la plaza de Sant Felip Neri. Y, de nuevo, flota en el aire aquella pregunta que nadie sabe responder a ciencia cierta: ¿Qué hay detrás de las cosas?

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