La pasarela de Milán hace magia para escapar de un tiempo oscuro
Hedonismo, abundancia y despreocupación que llevan a los primeros años 2000 hilan las propuestas para la próxima primavera de Kim Kardashian para Dolce&Gabbana, Kim Jones en Fendi y Donatella Versace
En un ambiente sombrío de noticias apocalípticas, o solo plagadas de palabras que suenan a despacho aunque contienen todo el miedo del mundo (inflación, recesión, Lagarde), y en los días previos a unas elecciones en Italia que pueden dar el gobierno a la extrema derecha, los desfiles de la semana de la moda de Milán, como los cabarets de la Europa de entreguerras, responden con una propuesta contundente: seguir bailando. Para ello se aferran...
En un ambiente sombrío de noticias apocalípticas, o solo plagadas de palabras que suenan a despacho aunque contienen todo el miedo del mundo (inflación, recesión, Lagarde), y en los días previos a unas elecciones en Italia que pueden dar el gobierno a la extrema derecha, los desfiles de la semana de la moda de Milán, como los cabarets de la Europa de entreguerras, responden con una propuesta contundente: seguir bailando. Para ello se aferran a otros tiempos, reales o imaginarios.
Cuatrocientas sillas de resina de colores sobre un suelo también de resina como un garabato infantil, así es la pequeña habitación, el mundo propio, que el diseñador industrial-artista-filósofo italiano Gaetano Pesce, iconoclasta revolucionario de 81 años, creó como escenario para la segunda colección de Matthieu Blazy al frente de Bottega Veneta, presentada este sábado en la ciudad italiana. Blazy, el hombre deseado de la industria de la moda, mostró su destreza para conseguir lo más difícil: hacer que parezca fácil. Una colección de virtuosismo técnico (lo que simulaba franela eran finísimas capas de cuero superpuesto) escondida en una estética que mezclaba lo cotidiano del denim y las camisas de cuadros con vestidos de noche de gasa y aplicaciones, el cuero trabajado como si fuera ligero y dúctil, el punto jacquard con aplicaciones y una nueva técnica con la que unió flecos a un tejido de lana, que sirven de continuación a su primera colección. No es Blazy diseñador de it girls, pero conoce su poder y tiene el suficiente sentido del humor como para proponer desfilar a Kate Moss en un anónimo sexto pase.
Si Blazy imaginaba una habitación, una ciudad entera de gemelos, Twinsburg, es el refugio que propuso Alessandro Michele para Gucci en el desfile más emotivo de toda la semana. El juego que ejecutó el diseñador romano llevó a algunos asistentes hasta las lágrimas cuando la supuesta pared a la que miraban se levantó para dejar ver un desfile idéntico, pero no, al otro lado. Algo así como mirarse en un espejo en el que se reflejaban 136 gemelos vestidos igual y desfilando al mismo tiempo acompañados por la voz de Marianne Faithfull declamando una canción infantil.
Un delirio místico acompañado por una colección que invitaba, como siempre lo hacen las de Michele, a escapar del tiempo que nos ocupa a través de otras épocas, otros lugares e incluso otros seres (Gizmo, el entrañable Gremlin, será un objeto de deseo la próxima primavera). Esta vez la huida está más justificada que nunca: “Las elecciones en Italia muestran que nuestra libertad ha sido erosionada. Estoy hablando de que no debemos dar ningún derecho por garantizado”, dijo en rueda de prensa tras el desfile del viernes, en el que mostró estampados con el acrónimo FUORI! (Fronte Unitario Omosessuale Rivoluzionario Italiano), una organización fundada en 1971, para reivindicar los derechos LGTBI, en cuestión si la extrema derecha llega al poder.
No necesita inventar nada Giorgio Armani porque ya creó un universo propio hace casi 50 años que sigue expandiendo a base de clásicos. Este domingo presentó la colección de su línea del mismo nombre, en la que no faltó ni una sola de sus referencias. En el mundo Armani las mujeres visten con sedas irisadas, pantalones de puño de gasa, apliques florales, strass, collares de resina y en colores azul tinta, tierra, rosa y beis. Es un mundo cómodo, elegante y pacífico. Ojalá.
Tampoco inventaron nada, aunque dio esa sensación, Domenico Dolce y Stephano Gabbana en su colaboración con Kim Kardashian. La revisión de 20 años de historia de la casa siciliana es también la revisión de la historia de Italia, que ahora la celebrity más celebrity imagina en blanco y negro, beis y granate. No fue la única revisión del archivo de la marca. Si Kim Kardashian tuviera una némesis, una antípoda, sería seguramente Matty Bovan. El diseñador de Yorkshire presentó su trabajo este domingo en un viejo garaje a las afueras de Milán con el apoyo de Dolce&Gabanna y también reinterpretó una selección de corsetería, denim y accesorios de la firma convertidos en una colección fantasía mostrada en un desfile mucho más contenido que el de Kardashian. No era difícil. El del día anterior se convirtió ya desde la entrada, con grupos de fans, en un espectáculo. Ella proyectada en la pantalla mientras comía espaguetis servía de fondo a las modelos que traían a 2022 el rico imaginario de Dolce&Gabbana. Uno de los objetivos de la “curadora” de la colección, como apuntaron los diseñadores, era reivindicar al dúo como creadores de muchas de las tendencias que el furor por la nostalgia está volviendo a poner de moda, pero en otras manos. “Mis hermanas pequeñas se van a volver locas por las piezas de los primeros 2000″, dijo ella el sábado en rueda prensa antes del desfile.
El hedonismo, abundancia y despreocupación de aquellos años no solo es cebo para las hermanas pequeñas de Kardashian, Kendall y Kylie Jenner: Kim Jones en Fendi y la reivindicación del logo creado por Karl Lagerfeld en 2000, Nicola Brognano en Blumarine, Glenn Martens en Diesel y Donatella Versace, que hasta invitó a Paris Hilton a cerrar su desfile, viajaron en el tiempo, para regocijo de sus ventas, quizás.
No parecen muy interesados en los años del bling bling la alianza formada por Miuccia Prada y Raf Simons. Su colección es una reflexión en crudo sobre la necesidad y la trampa de replegarse en lo doméstico. Las prendas sobrias, uniformadas, con arrugas fijadas como si no hubiera dado tiempo a planchar, o ni siquiera importara ya. La casa presente como concepto que protege y asfixia, pero también la idea de salir corriendo con lo puesto con esos abrigos envueltos en batas de gasa y en el uso —precioso en su extrema sencillez— del papel en abrigos y punto.
Los debutantes, y había unos cuantos en esta semana de la moda de Milán, fueron valientes y no se agarraron a la seguridad de revivir éxitos del pasado. Maximilian David en Ferragamo reinterpretó todos los tótems de la casa: desde el rojo corporativo hasta el logo. La decisión de dejar vía libre a un diseñador de 28 años recién llegado del laboratorio de talento que es la pasarela Fashion East en Londres permite a la casa acercarse a un nuevo público, donde es posible que se encuentre la alternativa a la desesperanza (y el aburrimiento) de las instituciones y el poder. En su nota de prensa, Matty Bovan escribió una cita del poeta Theodore Roethke que dice: “En un oscuro tiempo el ojo empieza a ver”. Igual es eso.