Diarrea, calvas, ojos llorosos... ¿Es alérgico mi perro?
Existen varias señales de que un can ha desarrollado hipersensibilidad al polen o a determinados alimentos. Detectar e identificar los alérgenos de forma precoz garantiza la recuperación de la salud y la calidad de vida del animal
Las alergias restan calidad de vida a los perros. Identificarlas y tratarlas, en cambio, aporta al animal bienestar y salud. Desde la domesticación del perro (hace más de 15.000 años), las alergias alimentarias caninas han aumentado, algo de lo que por el momento se ignora la razón: “Es posible que hubiese menos antes ya que ...
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Las alergias restan calidad de vida a los perros. Identificarlas y tratarlas, en cambio, aporta al animal bienestar y salud. Desde la domesticación del perro (hace más de 15.000 años), las alergias alimentarias caninas han aumentado, algo de lo que por el momento se ignora la razón: “Es posible que hubiese menos antes ya que la dieta canina estaba muy limitada. Antes los perros solo comían las presas que cazaban, pero ahora las reacciones adversas a los alimentos van en aumento”, advierte Juan Antonio Aguado, veterinario de la Clínica Montepríncipe, en Madrid.
Las señales que indican que un perro es alérgico son diversas. “Puede tener diarrea, picores, o rascarse entre los dedos, la cara, las orejas, las axilas o las ingles. Además, puede haber calvas en esas zonas y la piel puede estar irritada”, las describe Aguado. Este veterinario también menciona otros síntomas alérgicos en el perro que es importante detectar: “Tener pulgas, caspa y costras, sobre todo en la espalda, así como estornudar con frecuencia o tener los ojos llorosos y con legañas”.
Los canes, como los humanos, pueden padecer diversos tipos de alergias. Estas que describe Juan Antonio Aguado, desde su propia experiencia como veterinario, son las principales:
- Alergias dermatológicas, conocidas como dermatitis alérgicas. Son causadas por el polen, el polvo o algunos tipos de hongos y levaduras. Entre ellas, la alergia a la picadura de pulga es la más común en los perros y se produce por la reacción a la saliva de este parásito.
- Alergias ambientales. Estas no son de las más frecuentes. Se suelen producir en ciertas épocas del año, porque son estacionales. Pueden estar provocadas por el polen y producen en el animal estornudos o conjuntivitis.
- Alergias alimentarias. Cualquier alimento puede desencadenar una reacción alérgica. Los síntomas pueden ser variados, pero casi siempre son cutáneos, como prurito (picor) en la cara, las orejas, las patas y el abdomen o lesiones en la piel, como pústulas y pérdida de pelo por el rascado.
Más allá de las señales en el perro, hay que tener en cuenta que ciertas razas caninas tienen más predisposición a tener determinadas alergias. En el caso de las alimentarias, por ejemplo, las suelen desarrollar más los Golden Retriever, Labrador, Pastor Alemán, West Highland White Terrier, Pug y Boxer, así como las razas de pelo corto y de pelaje blanco. Aguado también apunta a la edad en que más suelen desarrollarse estas reacciones: “Se diagnostica sobre todo en perros jóvenes, desde los seis meses de edad, con un mayor porcentaje en torno al primer año de vida (el 48%) y en los perros mayores”. Además, las alergias alimentarias son crónicas. “Son para toda la vida y pueden ir cambiando y ser provocadas por otros alimentos”, añade el veterinario. Aun así, algunas de ellas se pueden tratar con vacunas. “Son individualizadas y se aplican en pequeñas dosis vía subcutánea u oral, lo que permite que el perro disminuya su hipersensibilidad al alérgeno hasta que lo tolere”, aclara.
Cómo influye la alergia en el comportamiento canino
Una alergia puede alterar la conducta del perro. Hay comportamientos desajustados, como la agresividad, que tienen su origen en problemas dermatológicos y alergias, sobre todo alimentarias. “El sistema inmune se puede alterar por emociones negativas. Existe una relación entre la parte psicológica, inmunológica y endocrina del perro, y cuando se desajusta por una alergia se refleja en la conducta del animal”, explica la veterinaria Estefanía Pineda, especialista en medicina del comportamiento y bienestar de los animales, además de profesora del Departamento de Producción Animal en la Universidad Complutense de Madrid. Esta experta afirma que se desconoce cuál es el desencadenante en estos casos de cambio de comportamiento del animal: “Puede ser que primero se dé la alergia y luego haya una alteración emocional, que acaba por afectar a la neurotransmisión cerebral”, aclara Pineda.
Los perros con problemas alérgicos tienen una mayor predisposición a ciertas conductas compulsivas: “Masticar objetos, hiperactividad, lamido excesivo de la piel y tendencia a la alopecia”, continúa la experta en comportamiento animal. Además, el estrés puede ser un desencadenante de las alergias dermatológicas y gastrointestinales. “Afecta al sistema inmunológico porque baja las defensas del animal, lo que provoca que el perro esté más irritable porque tiene molestias y dolor, y puede desencadenar conductas agresivas”, advierte la veterinaria. El can alérgico tiene menos aguante, por lo que evita más la interacción con sus tutores. “Se convierte en un animal más apático, no quiere jugar y, si se le incita a hacerlo, puede reaccionar atacando”, describe.
Otras conductas que puede desarrollar un perro con alergia están asociadas a las fobias. “Pueden aparecer miedos a los ruidos, como las tormentas, que desencadenen problemas intestinales. Pero también estados depresivos asociados a la escasa capacidad del animal para afrontar situaciones frustrantes, como soportar el dolor crónico”, añade Pineda. Todo ello se traduce en la alteración del vínculo con el propietario, que suele desconocer la razón del comportamiento del perro, hasta que se diagnostica la alergia. Entretanto, el animal se puede mostrar esquivo e inapetente.