El Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos que presidirá Pedro Sánchez, que acaba de ser investido por el Parlamento, era algo inédito hasta ahora en la democracia española moderna. Pero los Ejecutivos formados por distintos partidos políticos son mayoritarios en Europa, tanto dentro como fuera de la UE. Y así ha sido tradicionalmente, impulsados por el sistema electoral de buena parte de los países, muy proporcional a la hora de traducir el porcentaje de votos en escaños, lo cual hace muy difícil alcanzar mayorías contundentes, según explica Hanspeter Kriesi, politólogo del Instituto Universitario Europeo de Florencia. En todo caso, es cierto que las cosas han cambiado en los últimos años, en los que la crisis de los grandes partidos tradicionales y la fragmentación del escenario político con nuevas formaciones ha extendido las coaliciones a países que, como España, les habían tenido alergia.
En Europa, los Ejecutivos de coalición son los más comunes. En 1998 era la forma de gobierno en el 69% de los países y para el 71% de la población (excluidos cuatro países de la antigua Yugoslavia).
En 2008, había coaliciones en el 79,4% de los Estados y para el 74% de los habitantes.
Actualmente, 28 de los 38 países aquí considerados están regidos por Gobiernos de coalición, un 73%, contando ya el Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos en España.
Con los españoles, serán más de 421 millones los europeos gobernados por coaliciones, frente a 125 millones en países con Ejecutivos monocolor.
En muchas ocasiones, los Gobiernos de un solo partido en minoría, con apoyos externos, son la alternativa a las coaliciones. Así ocurre en Dinamarca, Irlanda, Portugal, Chipre, Rumania y Moldavia.
Hay también coaliciones que no alcanzan la mayoría y necesitan apoyo extra desde fuera del Ejecutivo: Noruega, Eslovenia, Bélgica, República Checa y Suecia. Este es el caso del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos en España.
Centro, Derecha, Izquierda... Así se dividen ideológicamente todos los Gobiernos europeos.
En los gabinetes monocolor hay empate, con cinco de centroderecha y otros tantos de centroizquierda e izquierda.
En las coaliciones, hay mucha más variedad y acuerdos muy difíciles de definir, pero el predominio es conservador, con nueve Ejecutivos de centroderecha y derecha.
Sobre qué es y qué no es un Gobierno de coalición se ha discutido mucho. Por ejemplo, hay quien considera que Francia y Hungría no lo tienen, porque los partidos que forman los Gabinetes no se enfrentaron en las elecciones, sino que llegaron a acuerdos antes. Sin embargo, para este reportaje, a partir de las indicaciones de distintos especialistas, se ha seguido el siguiente criterio: es de coalición aquel Ejecutivo formado por ministros de dos o más partidos con entidad política independiente, esto es, con grupos parlamentarios propios o, como en el caso de Polonia, hay de por medio un acuerdo explícito y formal de coalición.
Es cierto que Francia es un caso más complicado de ubicar, por su sistema presidencialista, porque el partido de Emmanuel Macron (LRME) tiene una mayoría suficientemente holgada en el Parlamento sin tener que sumar los escaños de sus socios de MoDem y porque el país tiene una larga historia de Gobiernos con ministros de distintos partidos, sin que eso implique el apoyo de sus formaciones al Ejecutivo. Sin embargo, lo cierto es que en el actual Gabinete de Édouard Philippe hay miembros del LRME y MoDem, formaciones que se presentaron juntas a las elecciones legislativas de 2017, pero mantienen grupos distintos en la Asamblea Nacional.
Otra cuestión distinta es, dentro de la enorme lista de matices que presentan los Ejecutivos multicolor, cuáles se parecen más o menos al que gobierna ya en España. Por ejemplo, tiene evidentes diferencias con los de Bélgica, Bosnia y Suiza, cuyos sistemas están diseñados para integrar en el Gobierno a representantes de distintas comunidades geográficas, lingüísticas o étnicas y, por lo tanto, empujan irremediablemente a la gestión multipartidista. En otros casos, como en el de Serbia, el ganador de las últimas elecciones, el Partido Progresista, podía haber gobernado solo, pero decidió mantener en el Gabinete a miembros del Partido Socialista, su socio de anteriores Gobiernos de coalición.
Sin embargo, también hay parecidos. Por ejemplo, los Ejecutivos de Eslovenia, República Checa, Suecia y Noruega también están en minoría en sus Parlamentos a pesar de haber sumado las fuerzas de varios partidos, por lo que necesitan apoyos extra para sacar adelante sus iniciativas (hay que añadir Bélgica a la lista, aunque se trata de un interminable Gobierno en funciones). En otros dos Gabinetes, los de Finlandia e Islandia, también hay representantes de formaciones a la izquierda de los socialdemócratas.
Fragmentación y etiquetas ideológicas resbaladizas
En realidad, en un continente con gran abundancia de coaliciones de todo tipo desde hace tanto tiempo, el gran cambio que representa el nuevo Gobierno español es que los Ejecutivos multipartidistas están llegando a países con escasa o nula tradición con ese formato. Así lo destacan los profesores Thomas Saalfeld, de la Universidad de Bamberg, en Alemania, y Enrico Calossi, de la Universidad de Pisa, que incluyen en esa nómina los casos del Reino Unido en 2010 (con un Gabinete de conservadores y liberaldemócratas) y Grecia en 2015 (con acuerdo de izquierda y nacionalistas).
¿Qué ha pasado en la última década para que ocurra esto? Que la crisis económica unida a la crisis de identidad de las dos grandes familias políticas europeas —el Partido Popular y los Socialistas—, en un contexto de desencanto y de falta de alternativas, abrió unos enormes huecos por los que se colaron nuevos partidos o resurgieron otros, remozados y con nuevos impulsos. Y muchos de ellos han surgido desde los márgenes más extremos del escenario político.
Este ha sido, según explican los expertos, el detonante más claro de una fragmentación que ha producido resultados muchas veces sorprendentes. Así, más allá de la gran colación entre las dos principales familias europeas de conservadores y progresistas representada todavía, aunque a duras penas, en Alemania, la investigadora del Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona (CIDOB) Carme Colomina habla de “coaliciones contra natura”. Pone los ejemplos de Eslovaquia, donde los socialdemócratas se han aliado “con la extrema derecha nacionalista” y de Estonia, en cuyo Ejecutivo conviven un partido de centro “del grupo europeo de [el presidente francés Emmanuel] Macron” con “una fuerza adscrita al grupo de Marine Le Pen”, líder de la extrema derecha francesa.
Inclasificable es, sin duda, el partido de Gobierno en Italia, el Movimiento 5 Estrellas, coaligado antes con la derecha populista de La Liga de Matteo Salvini y ahora con el centroizquierda. Y también merece mención en este apartado Islandia, donde una “primera ministra de extrema izquierda” gobierna en “coalición de pinza con las derechas”, según la descripción que hizo este periódico en un editorial.
La siguiente herramienta permite explorar el complejo escenario europeo a través de las formas y colores actuales de cada Gobierno:
En ese contexto de fragmentación, extremos, etiquetas que ya no sirven y de necesidades crecientes de acuerdos multipartidistas (además de las coaliciones, habría que añadir que seis de los 10 únicos Gobiernos en solitario están en minoría), la gran pregunta es si Europa está condenada a la inestabilidad política. “Si partimos de la base de que la coalición es inestabilidad, pues sí, pero no tendría por qué ser de ese modo”, contesta Colomina. Y añade: “Creo que la inestabilidad no reside en la coalición, sino en cómo se ha fragmentado el panorama y en qué fuerzas han emergido para llenar esos huecos que deja la crisis de los partidos tradicionales. Pero eso también está en evolución”.
De momento, la impresión que tiene la investigadora es que la creciente necesidad de acuerdos multicolor “ha acabado favoreciendo mucho más las coaliciones de derechas y ha facilitado que el populismo de derechas, que nace tradicionalmente como un voto de protesta, de desencanto, transite hacia una fuerza de Gobierno”. Los partidos de este signo están presentes, gracias a las coaliciones, además de Eslovaquia y Estonia, en los Gobiernos de Letonia, Bulgaria, y Noruega. También lo están, teniendo en cuenta las particularidades de su sistema, en Suiza, como el partido más votado; y, aunque con matices, muchos analistas colocan en este extremo político a los partidos principales de los Gobiernos de Hungría (Fidesz) y Polonia (PiS).
CRÉDITOS:
Redacción y coordinación: J. A. Aunión
Formato y edición: Mariano Zafra y Guiomar del Ser
Infografía: Luis Sevillano y Mariano Zafra
METODOLOGÍA Y FUENTES:
Para elaborar este reportaje, han aportado información y análisis los periodistas de la sección de Internacional de EL PAÍS Andrea Rizzi, Belén Domínguez Cebrián, Paula Chouza, Antonio Pita, Sara Velert y María Antonia Sánchez-Vallejo, así como los corresponsales Marc Bassets (París) y Daniel Verdú (Roma). Por ejemplo, han ayudado a fijar la nómina de los 38 países analizados (de la que se ha excluido a Turquía, Rusia, Ucrania y Bielorrusia, al considerar que sobrepasan los límites de una comparación lógica) y para establecer los perfiles ideológicos tanto de los Gobiernos como de cada uno de los partidos que los conforman.
También han servido para contrastar esos perfiles, así como el resto de los datos presentes y pasados, la web del Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona (CIDOB), la publicación Parties and Elections in Europe, las bases de datos European Election, del centro noruego de investigación NSD, y Parliaments and Governments, impulsada por dos académicos de la Universidad de Bremen, así como el observatorio de partidos y Gobiernos de la Universidad de Nottingham. También han echado una mano para delimitar lo que se considera un Ejecutivo de coalición los profesores Josep M. Reniu (Universidad de Barcelona), Catherine Moury (Universidad de Nova Lisboa), Marc Debuss (Mannheim), Jae-Jae Spoon (Pittsburgh) y Andrea Pedrazzani (Milán). Las cifras de población de los países están sacadas de la oficina europea de estadística Eurostat.