La última milla –el tramo final que recorre un envío antes de llegar a su destino– ha pasado en cinco años de ser un tecnicismo del sector logístico a poner en jaque el futuro de la funcionalidad de las grandes ciudades de todo el mundo. El e-commerce se ha diversificado tanto que, compras que antes se hacían físicamente por la cercanía del comercio, ahora sean también online, tendencia que se impondrá de tal manera que provocará, en la próxima década, que los envíos urbanos (y, por tanto, de última milla) aumenten hasta un 78%, según el estudio El futuro del ecosistema de la última milla, elaborado y publicado por World Economic Forum el pasado enero y en el que han colaborado decenas de expertos. Lo que parece una oportunidad económica se torna en reto: para que los paquetes lleguen a tiempo es necesario que el parque de vehículos de mercancías crezca un 36%, lo que provocará una mayor congestión de tráfico, retrasos de hasta 11 minutos por viajero en el trasporte público y un aumento del CO2. Condiciones que los especialistas consideran insostenibles.
Ante esta coyuntura, y tras la experiencia durante los meses de confinamiento de lo esencial que es el reparto de paquetería, varios centros de estudio especializados, grandes capitales europeas y empresas claves del sector logístico ya han comenzado a vislumbrar la raíz del problema y a proponer tres hojas de ruta para subsanarlo: crear nuevos almacenes en centros urbanos, introducción de vehículos eléctricos y la creación de concejalías que aborden exclusivamente el transporte urbano de mercancías.
Puntos de recogida en la esquina de casa
Los datos disponibles antes del coronavirus estimaban que la distribución urbana de mercancías es la responsable de entre el 10% y 20% de la congestión de tráfico de las ciudades. Esta afecta a la velocidad de entrega, factor decisivo para que el comprador se decante por una u otra empresa de paquetería. Si se tiene en cuenta que los especialistas del estudio del World Economic Forum estiman que el número de usuarios que exigirá la entrega de su compra el mismo día que la realiza crecerá en 36% cada año durante la próxima década el tráfico es el primer reto logístico para las pymes. Sin un buen servicio de entrega, los negocios encontrarán una barrera para hacer llegar ciertos productos –perecederos o pedidos urgentes, por ejemplo– lo antes posible. ¿Cuál es el nuevo modelo que proponen los expertos? Los puntos de consolidación como los micro-hubs y los casilleros de paquetes móviles.
"Para reducir la congestión hay que crear sistemas que establezcan repartos más eficaces y sostenibles. Lo más factible, por ejemplo, es que los camiones trasladen las mercancías a pequeños almacenes logísticos en centros urbanos por la noche y que, desde allí, se repartan al día siguiente a sus destinatarios con vehículos más pequeños y rápidos", explica Ramón García, director del Centro de Innovación para la Logística y el Transporte de Mercancías.
Por otro lado, algunas empresas ya han optado por ofrecer un servicio de taquillas de recogida de paquetes que ayuden a menguar la congestión y ofrezcan un servicio 24 horas. En este caso, son los destinatarios los que se acercan a estas taquillas móviles para recoger su pedido. Si se tiene en cuenta el beneficio tanto para el vendedor como para el comprador, esta alternativa de entrega se hará casi obligatoria para las empresas de paquetería en un futuro muy cercano: además de aliviar la congestión entre un 5% y 18%, reduce los costes de entrega entre un 2% y un 12%.
Otra de las tendencias que ayudarán a facilitar las entregas será la gestión y el análisis de datos, que permitirán la creación en tiempo real de nuevas rutas de reparto más eficientes. Estos programas ayudarán a los repartidores a gestionar mejor el tiempo de los envíos durante su jornada laboral. En este punto, algunos expertos creen que en el futuro serán comunes las torres de control que gestionen el tráfico de mercancías y que ayuden a las empresas paqueteras a ser más eficientes, e incluso a acelerar acuerdos entre ellas para compartir información sobre el tráfico, las rutas y los tipos de envíos según las franjas horarias.
Vehículos eléctricos para repartos más limpios
En 2017, el sector logístico y de transporte lanzó a la atmosfera 48,8 millones de toneladas de CO2, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Razón por la que los expertos no dejan de señalar que la implantación de nuevos vehículos no contaminantes será obligatoria para que el sistema de reparto sea sostenible. Muchas empresas, de hecho, ya están renovando sus flotas hacia modelos más ligeros y con energías renovables para solventar dos problemas a la vez: reducir el impacto medioambiental y llegar antes a sus clientes.
Envíos más rápidos y seguros con motos eléctricas
Jorge Dufour, de 35 años, trabaja desde 2006 como repartidor de Correos en Las Rozas (Madrid). Desde el confinamiento, cuenta, los envíos de paquetes se han multiplicado, lo que ha generado una mayor congestión de tráfico. Para él, conducir una moto eléctrica es un alivio. "Puedes llegar a cualquier lado, incluso a la puerta del cliente. También tienes menos problemas a la hora de aparcar y de acceder a determinadas zonas que con una moto de gasolina no podrías. Además, al ser menos ruidosa también te genera menos estrés", explica.
El vehículo de Dufour es una de las nuevas 600 motos eléctricas que la empresa pública de paquetería ha lanzado a la calle con un doble objetivo: reducir las emisiones y entregar de forma rápida y segura los envíos a sus clientes. Estos nuevos vehículos tienen una autonomía de 100 kilómetros, un baúl de 180 litros y un dispositivo de geoposicionamiento, lo que garantiza una entrega más eficiente y sostenible en las grandes ciudades. Con esta iniciativa, Correos suma ya 900 motos eléctricas dentro de su política de sostenibilidad, con la que busca, además de reducir la creciente huella de carbono en las urbes, estar en primera línea de las innovaciones que marcarán el sector logístico del futuro.
Otras compañías se han adelantado y han sumado al cambio de su parque automovilístico la posibilidad, a largo plazo, de emplear otros dispositivos como drones o vehículos autónomos. De momento es una alternativa atada de pies y manos por la legislación vigente, pero en el futuro pueden ser una forma de solventar los atascos y las emisiones. Por otro lado, para especialistas como Ramón García este tipo de iniciativas no serán suficientes sin una gestión municipal específica y acorde con las necesidades de las pymes, las empresas del sector logístico y los clientes.
Una concejalía para la última milla
Si hay algo en lo que coinciden los expertos es que los ayuntamientos deben liderar el desarrollo del nuevo sistema de reparto de la última milla. Algunos señalan a Londres como ejemplo de la primera ciudad en crear un departamento municipal específico en 2012 –con motivo de los Juegos Olímpicos– para gestionar en exclusiva la distribución de mercancías en su ciudad. "En ciudades como Madrid esta competencia está diluida en diferentes áreas, como Urbanismo, Movilidad... Lo ideal sería tener una concejalía dedicada a supervisar si el transporte de mercancías es eficiente o si las medidas para aliviar el tráfico y las emisiones son efectivas", explica García, que ve inminente que en los próximos años las ciudades españolas imiten a la capital británica con estas propuestas.
En España hay unos 8.300 municipios, cada uno con una ordenanza propia de movilidad, algo que a veces supone un problema para los repartidores, que deben conocer la legislación de cada localidad por la que pasan. "Esto es un problema. Cuando eres una empresa que opera en el reparto de mercancías de ámbito nacional o provincial, tienes que adaptarte a cuatro o cinco reglamentos diferentes sobre restricciones de tráfico, planes del aire, etcétera. Esto impide acortar los tiempos de entrega, provoca más congestión y genera más emisiones", explica García. Razón por la que, señala, una tendencia segura es que las grandes urbes tejan lazos entre sí en el futuro para homogeneizar las ordenanzas y compartir datos de tráfico para garantizar una mejor movilidad, tanto para el uso particular como para el transporte de paquetería.