De los Jardines de Lepanto a Tirso de Molina: así son los mejores y los peores parques infantiles de Madrid
La arquitecta Carla Silva identifica a través de 813 encuestas problemas de suciedad, falta de mantenimiento y consumo de drogas en las áreas de juego de la capital
Quienes busquen el paraíso de los parques infantiles de Madrid lo descubrirán a escasos metros del Palacio Real. Allí, oculto tras los plátanos de los Jardines de Lepanto, se encuentra el escenario ideal para que los más pequeños se diviertan y dejen volar su imaginación. Al recinto no le falta detalle: es espacioso, está lejos del tráfico y, además, está equipado con una amplia variedad de juegos, zonas de descanso, vegetación y una buena iluminación. Todas esas comodidades han convertido al parque de los Jardines de Lepanto en el mejor área de juego de la capital, según una investigación de la arquitecta Carla Silva (Oviedo, 40 años). La experta aclara que ese espacio no es el que ha recibido la nota media más alta, pero sí que ha sido el que han puntuado más personas —18 en total—.
En ese mismo estudio, en el que 813 usuarios han votado los mejores y los peores parques de la capital a través de un formulario, el de Tirso de Molina ha sido el que ha recibido la respuesta más negativa de los encuestados, quienes han denunciado problemas de suciedad, falta de mantenimiento y consumo de drogas en la zona. La clasificación de las mejores y las peores áreas infantiles que ha remitido Silva a este periódico forma parte de una investigación más amplia que abarca unos 300 parques del Ayuntamiento de Madrid.
“Los parques están peor de lo que creía”, concluye Silva después de haber examinado cientos de respuestas. La radiografía de los parques infantiles madrileños evidencia los grandes desequilibrios que existen en la ciudad en cuanto a limpieza, mantenimiento y estética, y deja al descubierto conflictos más graves: “Me he encontrado con muchos comentarios que denuncian que hay problemas de consumo de alcohol y drogas en los propios parques. Eso provoca que el mantenimiento sea mucho peor. En Tirso de Molina casi todas las críticas apuntan en esa dirección”.
Ella, como madre de dos hijas, es una de las afectadas por los desperfectos de esas infraestructuras y por las grietas en la convivencia, que se ceban con parques como el de la plaza de Tirso de Molina —actualmente en obras—. “Es un lugar lleno de delincuencia a cualquier hora del día, de hecho en el parque se asienta gente que vende droga o borrachos, por eso las familias no vamos aunque nos quede cerca. Casi nunca se ve a niños jugando”, se queja uno de los encuestados. No es el único. Otra de las personas que han participado en el trabajo de Silva añade que el lugar es “hostil para los niños”. A los problemas de inseguridad se suma la suciedad y, especialmente, la falta de vegetación, que resulta imprescindible en un entorno rodeado de hormigón y asfalto, sobre todo en verano cuando aprieta el calor.
La experta, graduada en Arquitectura por la Universidad de A Coruña (UDC), emprendió su investigación con una hipótesis sobre la falta de limpieza en las áreas de juego de la capital, pero los resultados de su trabajo le han ofrecido una panorámica mucho más amplia sobre las necesidades que reclaman los vecinos. “La investigación me permitió confirmar mis hipótesis y llevarlas un pasó más allá. La idea era que todas estas quejas, que en algunos casos son muy importantes, se sepan y que no se queden guardadas en el cajón”, explica. Una de las denuncias que más le han sorprendido es la de los usuarios del parque de la calle Antonio González Porras. Allí, hasta tres encuestados han advertido la presencia de ratas en las inmediaciones, un problema muy serio que le ha costado la segunda peor nota de todos los parques que se han valorado, un escaso 1,33 sobre 5.
Además de los parques infantiles de Tirso de Molina y Antonio González Porras, los de las calles Beneficencia, Corazón de María, Ministriles Chica, Sierra de Alquife y el del paseo de Santa María de la Cabeza suspenden con puntuaciones que no pasan del 2 y completan así el top 7 de las áreas de juego peor valoradas de Madrid. Entre todas esas localizaciones suman una montaña de peticiones ciudadanas, que van desde la instalación de juegos más variados, hasta la renovación del pavimento, la creación de zonas de descanso o la mejora de la gestión de la basura.
Por suerte para las familias, no todo es negativo en la investigación. “Hay muchos [parques] en los que se ha hecho un buen trabajo”, defiende la arquitecta Carla Silva. Por ejemplo, además del área infantil de los jardines de Lepanto, que en total recibió 18 valoraciones con una media de 4,24 sobre 5, también destacan por su buen estado los recintos de juego de la avenida de Valladolid, el paseo de la Virgen del Puerto, la Casa de Campo, la calle del Parroco Eusebio Cuenca, El Retiro, la calle de la Antracita, la plaza Villa de París y la calle del Gasómetro.
Uno de los factores que explican el abandono de algunos de los parques infantiles, dice Silva, es la escasa visibilidad de esos espacios en la agenda política y en los medios de comunicación: “Ahora mismo, que gobernamos nuestras ciudades con datos, hay temas que están muy representados, como el problema de los precios de la vivienda o la movilidad, pero hay otros, como puede ser el uso del espacio público, de los que no existen datos, y por eso mismo quedan relegados”.
Aunque el horizonte no es demasiado alentador, la arquitecta confía en que su investigación contribuya, en la medida de sus posibilidades, a generar más interés por el cuidado y la protección de las zonas infantiles de la capital. “Son espacios que con un poquito más de cuidado, y dándoles la importancia que merecen, podrían beneficiar a mucha gente”, dice con un hilo de esperanza por que el estado de los parques mejore. Ahora, la pelota está en el tejado del Ayuntamiento de Madrid.