¿Alguien da más en Madrid? Alquilar una habitación por 2.500 euros al mes
Los pisos de lujo compartidos son una novedad cuya evolución “está por descubrir”, según los expertos, y permite duplicar o triplicar ganancias al arrendador
En un abrir y cerrar de ojos, usted puede pasar de “Grecia” a “Roma” sin quitarse las zapatillas de estar por casa. No requiere un gran esfuerzo: es solo abrir la puerta de la habitación y caminar por el pasillo hasta la siguiente puerta. Si no le convence la ambientación grecorromana, podría decantarse por otro dormitorio, tal vez uno llamado “Persia” u otro denominado “Azul” —de unos 30 metros cuadrados—, que es el más económico en la vivienda del centro de Madrid con el alquiler más caro de las 4.961 ofertadas en...
En un abrir y cerrar de ojos, usted puede pasar de “Grecia” a “Roma” sin quitarse las zapatillas de estar por casa. No requiere un gran esfuerzo: es solo abrir la puerta de la habitación y caminar por el pasillo hasta la siguiente puerta. Si no le convence la ambientación grecorromana, podría decantarse por otro dormitorio, tal vez uno llamado “Persia” u otro denominado “Azul” —de unos 30 metros cuadrados—, que es el más económico en la vivienda del centro de Madrid con el alquiler más caro de las 4.961 ofertadas en el portal inmobiliario Idealista. “Azul”, cuesta 1.500 euros al mes. “Roma” o “Grecia”, al ser más grandes y tener “baño propio y neverita”, pueden llegar a los 2.500.
A 20 metros del Teatro Real se encuentra el piso compartido “más exclusivo de la ciudad”, en un edificio señorial del año 1900 con techos altos y una decoración clásica de carácter inglés. Su rentabilidad, con un total de nueve estancias, puede superar los 20.000 euros. Según los Peritos Tasadores Aguirre & Baeza, el alquiler de un piso de estas características sin la fragmentación en habitaciones separadas tendría un valor de algo menos de 10.000 euros al mes.
El piso de Ópera aparece anunciado en Idealista a través de una agencia inmobiliaria que se encarga de captar los clientes y enseñarles el inmueble. En este momento hay “muy pocas” habitaciones disponibles. Los clientes predilectos son “turistas de alto standing”, estudiantes recién llegados o españoles que buscan estancias de varias semanas o incluso meses en la capital. Está pensado para personas que no puede permitirse una vivienda de lujo en su totalidad, pero al mismo tiempo no quiere renunciar al placer “exclusivo” de despertarse en el corazón de la capital con todas las comodidades. Según el anuncio de la página web, “la estancia mínima es de un mes”, aunque en persona se reconoce que las habitaciones también se alquilan por días —entre 150 o 200 euros—, que es la opción más rentable para el arrendador en función de la época del año.
Un agente inmobiliario espera puntual en el portal del edificio. Al acceder al interior, la portera pregunta desde la garita hacia dónde se dirige. Una vez se le indica, ofrece vía libre. La vivienda cuenta con un hall amplio presidido por dos cuadros gigantes del siglo XVI de dos infantas de la realeza que son en realidad copias en papel fotográfico. “Ahí tienes una máquina de café gratis que funciona a la perfección y lo básico para un desayunito”, apunta el agente, señalando una cafetera encendida en una mesa. Solo se escuchan los movimientos de una mujer encargada de la limpieza. El propietario, un español de 55 años, también vive en una de las estancias y aparece al poco para hacer la presentación. El hombre define el inmueble como un lugar “único”, “lleno de historia”, que ha llegado incluso a aparecer en revistas o programas de televisión. “Desde hace unos años lo utilizamos para alquiler de temporada. Optamos por dividirlo por habitaciones —cada una cuenta con su propia llave— y alquilarlo sobre todo a turistas y estudiantes. Es verdad que si lo comparas con una habitación de alquiler tenemos un precio bastante caro. Pero piensa mejor en los hoteles, una noche en ese de ahí enfrente puede estar en 280 euros, nosotros te lo dejamos en 150 o 200 y tienes una ambientación sin igual, diseñada por mi madre”, explica. Hay una lavadora y una secadora para todos los inquilinos. La cocina —pequeña, algo desordenada y vetusta— también se comparte. En el caso de querer cocinar en la intimidad del dormitorio, se podría hacer el esfuerzo de prestar una placa de vitrocerámica portátil que cuesta unos 70 euros.
La primera estancia que muestra es la denominada como “Roma”, la suite más exclusiva, con vistas al Palacio Real y la Plaza de Oriente. Tiene una cama de matrimonio y otra zona de sofás, además de una decoración recargada con esculturas clásicas, columnas y jarrones repletos de flores. El propietario no pone demasiado empeño en vender las virtudes de su piso compartido, que él define más bien como un apartamento con “habitaciones privadas”. Preguntado si este es un formato parecido al de los coliving —un nuevo modelo de vivienda que trata de agrupar en un mismo inmueble a personas con perfiles similares para “crear comunidad”—, este lo niega. “Aquí no importa quién seas, es un piso compartido, pero de lujo. Cada uno hace su vida y tiene privacidad total en la habitación. Puedes vivir solo o acompañado, no pasa nada si sois dos o tres mientras se respeten las normas”, manifiesta. “A nosotros nos interesa el alquiler a largo plazo por unos motivos, pero por otros motivos no nos interesa. Si en temporada alta nos dan 1.700 euros por un mes entero de estancia, estamos perdiendo en realidad casi 3.000 euros pudiendo alquilarlo por días. Tenemos que jugar con eso”, señala. “Para que lo entiendas, esto es el centro, centro, centro de la ciudad. No pagas la cama, pagas el dónde está. Esta localización es una manguera de clientes. Asómate a la plaza, ¿ves toda esa gente? todos podrían ser mis clientes, todos son turistas que necesitan ir a una habitación. Y esta es la mejor de todas”, finaliza.
Para Sigfrido Herráez, el decano del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM), esta modalidad de “pisos de lujo compartidos” es una novedad dentro del mercado inmobiliario cuya evolución “está aún por descubrir”. “El fenómeno de almacenamiento de personas en un mismo piso es algo que por lo general se atribuye a viviendas más normales, pero está claro que por la rentabilidad inmediata que ofrece al propietario, que puede duplicar y triplicar sus ganancias, tiene sentido que se extienda a todos los estratos sociales. No debemos pensar que por ser rico se prefiere tener una casa en propiedad”, afirma Herráez. Según un reportaje publicado en julio de 2023 en EL PAÍS, casi una de cada cuatro viviendas en zonas acomodadas de Madrid está arrendada, una ratio más alta que en los distritos obreros. “Desde el punto de vista urbanístico, las viviendas están pensadas para un determinado consumo. Si continuamos con la tendencia de acumular más gente de la que se debería en los inmuebles, es muy probable que podamos tener problemas de consumo. En Madrid con el agua no hay conflicto, pero sí con la electricidad. Los edificios tienen un tope de potencia y ahí, si se descontrola el uso, puede haber complicaciones sin lugar a dudas”, advierte el decano del COAM.
15 metros cuadrados en la milla de oro por 2.480 euros al mes
En una de las perpendiculares de la calle Alcalá se encuentra la segunda habitación más cara, según Idealista. El inmueble —un bajo de 60 metros cuadrados con vistas a un patio interior— está anunciado también por habitaciones en plataformas como Booking y Airbnb. “La estancia mínima es de tres días para que no nos consideren alquiler turístico”, justifica George, la persona encargada de hacer la visita. Al parecer, lleva funcionando desde enero con un “éxito rotundo” después de haber sido reformado con una redistribución del espacio por la que se le ha sacado una habitación más. Solo tienen una inquilina ahora mismo, una mujer que ha venido a la capital para asistir a unas conferencias. Cada una de las tres estancias cuesta 2.480 euros al mes, y el alquiler por día ronda los 130 euros. Lucía Aguirre de Carcer, directora de Aguirre & Baeza Peritos Tasadores, valora el alquiler del inmueble en “1.500-2.000 €/mes para larga estancia y hasta 2.500 €/mes para estancias cortas”. En el caso de funcionar a pleno rendimiento, el beneficio podría alcanzar los 7.500 euros, el triple de su valor real.
George quiere remarcar varias cosas. Por un lado, que todo lo hacen según “la normativa vigente de la Comunidad de Madrid”. “Nos lo hemos tenido que estudiar todo muy bien. El abogado nos dio un contrato de seis páginas, aunque yo lo reduje a una para simplificar las cosas. El contrato es por días o un mes máximo que se puede renovar si se demuestra que existe un motivo para estar aquí en Madrid. Quiero dejar claro que no hacemos empadronamientos”, comenta. Por el otro, George lamenta que en el anuncio había un error inocente: el servicio de limpieza se paga aparte. Son 35 euros y es obligatorio al menos una vez a la semana. Cuando supera el mal trago, George se pierde en las virtudes que atribuye al bajo interior, pese a que es tan pequeño que es difícil moverse por él. Destaca, sobre todo, el mobiliario high class. “El baño es italiano de diseño, muebles de marca Glassia, duchas de gama alta e inodoros de marca Burlington. Y la cocina… es pequeña, sí, pero de lo más práctica. Es cierto que no hay televisores en las habitaciones pero, ¿quién ve la televisión hoy en día?”, expone.
—Entonces, ¿es este un buen negocio?
—Parece caro, pero funciona. Es un negocio seguro.